La gimnasta sexy de “La sustancia” se siente una campesina vestida de Chanel

La gimnasta sexy de “La sustancia” se siente una campesina vestida de Chanel


Conoció a Margaret en una terraza. Ella estaba vestida de blanco y él pensó: “Puede que esté en problemas”. Ante las visiones de lo que podría ser una buena vida, se preguntó si debería saltar hacia el precipicio o subirse el ánimo.

Así narra Lana Del Rey -la cantautora estadounidense actual con más glamour pero menos fama que Taylor Swift- el primer encuentro entre su amigo y productor Jack Antonoff y la mujer con la que terminaría casándose, Margaret Qualley. A modo de Celestina, Lana filtra hacia el final de la canción la posible fecha de la boda. Titulada Margaret, la balada es parte de su último disco, Did You Know That There Is A Tunnel Under Ocean Blvd. Un álbum que, valga la redundancia, fue producido por Antonoff, el mismo que acompañó el ascenso al estrellato de cantantes como Taylor Swift y Lorde.

Margaret Qualley es hija de Andie MacDowell, una actriz legendaria de los noventa: ¿recuerdan su dueto con Hugh Grant en Cuatro bodas y un funeral (1994)? De ella recibió genética escocesa. Nació en Montana (noroeste de los EE. UU.) y pasó sus primeros años de vida en un lugar que ella describe como “un rancho”, alejada completamente de la televisión y del mundo de la fama. Su padre, un estanciero, que alguna vez había sido modelo. Andie y Paul se separaron cuando la nena Margie sólo tenía 5 años.

Es hija de una actriz legendaria de los noventa, Andie MacDowell; sin embargo no se siente una “nepobaby”, es decir una hija de celebridad privilegiada.

Desde la infancia le interesó el baile -específicamente el ballet-, tuvo profesores privados y participó en competencias. Cuando su familia se mudó a Carolina del Norte, empezó a estudiar danza clásica en la Universidad de Arte, y a los dieciséis se mudó a Nueva York para formar parte del American Ballet Theatre.

Aunque sus primeras anécdotas sobre clases de baile datan de sus dos años, cuando empezó a usar los zapatos que deformarían sus pies para siempre, dice haber descubierto que solo bailaba para ser “la mejor”, que se la pasaba lesionada y sufriendo. Por eso, cuando su novio de aquel momento la arrastró a una clase de improvisación actoral, descubrió su auténtica vocación. Habiendo abandonado la carrera de bailarina para la que se había preparado toda la vida, trabajó por un tiempo como modelo para que sus padres la dejaran seguir viviendo en Nueva York.

Así, hace un año, la actriz Margaret Qualley abrió el desfile de Chanel: alta costura.

Debut

Hizo su debut actoral en 2013, con un papel menor en la serie Palo Alto, al que le siguió una aparición con más protagonismo en otra serie, The Leftovers (2014). En 2019 Tarantino la apadrinó en su película Once Upon a Time In Hollywood, con el rol de una hippie del clan Manson que intenta seducir al personaje de Brad Pitt.

En un gesto que se podría catalogar como, al menos, irónico, Tarantino rodeó a Margaret de un elenco de otras hijas de estrellas como Maya Hawke, hija de Uma Thurman, y Rumer Willis, hija de Demi Moore. Pero sobre su estatus de “nepobaby” (hija de celebridad igual de célebre), Margaret no parece conflictuada. Cada vez que le preguntan algo al respecto, responde que es consciente de sus privilegios y que no le parece injusto ser catalogada como una hija del nepotismo.

Bajo ese tono humilde, parece asomarse otra cosa: la confianza, dibujada en su sonrisa, en que es lo suficientemente buena como para trascender la sombra de su madre.

Entre sus highlights actorales se pueden nombrar, también, Sanctuary (2022), donde hace de una dominatrix hambrienta de poder, y tres películas que salieron este año: Drive Away Dolls, una road movie lésbica, Kinds of Kindness (aquí Tipos de gentileza), su segunda experiencia trabajando con Yorgos Lanthimos, y La sustancia, el papel con el que más atención atrajo hasta la fecha. En la mayoría de ellas se ha destacado, de un modo u otro, el componente erótico de los personajes interpretados porMargaret.

Actualmente tiene 30 años.

La sustancia

El pelo enrulado, las paletas sutilmente separadas, aros en forma de estrella, cejas prominentes, mirada dulce y un cuerpo de modelo apretado en un body rosa metalizado. Así Margaret pone en escena a Sue, una profesora hot de fitness, en La sustancia, la película de Coralie Fargeat que se estrenó en cines el último 20 de septiembre y que terminó de ubicarla como la nueva revelación de Hollywood.

Usualmente catalogada bajo el género body horror, “terror corporal”, La sustancia cuenta la historia de una estrella televisiva de Los Ángeles interpretada por Demi Moore que, tras perder su programa de aerobics por ser considerada “demasiado vieja”, compra una droga en el mercado negro para crear una versión más joven de sí misma: ése es justamente el papel de Margaret Qualley.

En "Había una vez en Hollywood" de Quentin Tarantino, Qualley descolló a los ojos de la crítica.En “Había una vez en Hollywood” de Quentin Tarantino, Qualley descolló a los ojos de la crítica.

Monstruosa y bella

Pero ambas, ella y ese clon sexy y profano de “sus mejores cualidades” son una misma persona, alternando cuerpos y, como es previsible desde el minuto cero, terminan disputando su protagonismo al estilo Dr Jekyll y Mr Hyde.

La protagonista abusa del poder de “la sustancia” y su obsesión por la belleza y la juventud termina convirtiéndola en una criatura monstruosa y deforme. Un traje prostético en el que Margaret tuvo que meterse para grabar las últimas escenas de la película.

Diría más adelante que estar ahí adentro se sintió como “una cámara de tortura”, que le produjo la desesperación de arrancarse esa piel hecha de efectos especiales -pero, claro, eso hubiera implicado arrancarse también su propia piel-, y que grabaron hasta que tuvo un ataque de pánico.

Mamá y la hermana. Rainey Qualley y Andie MacDowell.Mamá y la hermana. Rainey Qualley y Andie MacDowell.

La sustancia, que ganó el premio a Mejor Guión en el Festival de Cannes y está varias veces nominada al Oscar, fue tan celebrada por su retrato del padecimiento femenino como criticada por la obviedad de la reflexión que propone y la literalidad de su ejecución. Con fundamentos razonables: ya en 1890 Oscar Wilde había escrito El retrato de Dorian Gray, una oda al cinismo y al ideal de juventud eterno, y la película no renueva demasiado estas ideas.

Más bien se ocupa de reafirmar infinitamente su postulado inicial, alternando escenas en las que la versión joven filma su programa y la vieja se sienta en el departamento a pudrirse y cocinar toneladas de pollo. No hay mucho más que se pueda apreciar sobre la vida de esta it girl nacida a partir de la clonación o de esa estrella venida a menos, más allá del hecho de que se odia a sí misma por su vejez. Podría ser una digna heredera de Death Becomes Her (1992), el clásico camp en el que Meryl Streep compra la juventud eterna, pero para disputar este puesto le falta algo esencial: el sentido del humor de su antecesora.

El efecto que produce ver a Margaret moviéndose al ritmo de una canción lobotomizante que repite “pump it up” tiene menos que ver con el deseo de derribar el canon de belleza femenino que con el de correr a algún mercado negro a comprar las toneladas de veneno necesarias para convertirse en ella.

Después de que se estrenara la película, Qualley contaría que ese tipo de performance sexual no encaja con ella, que el papel la empujó más allá de sus “límites físicos y emocionales”, y que lloró la primera vez que tuvo que preparar la escena. Diría, también, que para encarnar esa fantasía hegemónica devenida en desparpajo gore tuvo que usar un busto prostético.

Margaret ya ganó dos premios Emmy, es la cara de Chanel y está convirtiéndose en una de las nuevas actrices más comentadas de su generación.

Pero en una entrevista con El País, dice que conserva una sensibilidad sureña (se crió en Carolina del Norte) que le impide la pérdida de cierta inocencia, que todavía se siente una niña granjera.

Que cuando acababa de llegar a Nueva York encontró un pájaro lastimado en la calle y lo guardó en su abrigo para rescatarlo, pero que al llegar a la puerta de la veterinaria abrió el abrigo y el pájaro se escapó volando. Que para ella Hollywood es una especie de tejido secreto fascinante que le produce terror. En su cuenta de Instagram, intercala videos de su caballo y recuerdos de su infancia de niña campesina con fotos en las que promociona sus películas.

Margaret dice que se siente una niña granjera. Cuando llegó a Nueva York, encontró un pájaro lastimado en la calle y se lo guardó en el abrigo. Apenas llegó al veterinario, lo soltó y salió volando.

Una escena clave en la película "La sustancia": el personaje de Qualley se ve a sí misma en vía pública.Una escena clave en la película “La sustancia”: el personaje de Qualley se ve a sí misma en vía pública.

Plegarias Atendidas

Ésta fue la última novela que Truman Capote empezó a escribir en vida y terminó de publicarse -inconclusa y de modo póstumo- en 1986. Empieza con una cita a las palabras de una niña de ocho años en una revista escolar: “Si pudiese hacer lo que quisiera, me iría al centro de la tierra, nuestro planeta, y buscaría uranio, rubíes y oro. Intentaría encontrar Monstruos Perfectos. Después me iría a vivir al campo”.

P.B Jones, el personaje que Capote usó para narrar el mundo del jet set neoyorquino de los sesenta al que, como outsider, había obtenido ingreso -y que, paradójicamente, terminó expulsándolo de allí-, asegura que sabe cómo se siente emprender un viaje hacia el centro de la tierra, y que también ha conocido Monstruos Perfectos. Son las escritoras, los editores, socialités y actrices que adoptaron al autor como estrella de sus circuitos sociales. Son las divas que se convirtieron en sus cisnes -como él las llamaba- y que, tras la publicación de los primeros capítulos de esta novela en la revista Esquire, lo castigaron desterrándolo de la aristocracia por haber revelado sus intimidades.

Se puede encontrar en la vida de Margaret el camino inverso: nacida en el campo, tuvo que mudarse a la ciudad para salir al encuentro de los monstruos de carne y de prótesis. Si entendemos Hollywood o Nueva York como “el centro de la tierra”, ahora mismo Margaret debe estar encontrando, también, los rubíes y el uranio. El resto de la historia aún está por verse.