Las fotografías premiadas en tiempos de dictadura

Las fotografías premiadas en tiempos de dictadura


Una escultura plateada de gran tamaño de la silueta geometrizada de un cóndor se yergue en medio de una sala en penumbras del Parque de la Memoria. Era el premio, en una escala mucho menor, que desde 1959 se le otorgaba al ganador del Salón Anual organizado por la Federación Argentina de Fotografía (FAF).

En la sala, de pronto, nos damos cuenta de que es necesario aguardar un instante para que la pupila se dilate y podamos observar con nitidez el conjunto de imágenes exhibidas, el cual el cóndor parece custodiar. Se trata de aquellas premiadas, específicamente, en el tiempo de la última dictadura militar, entre 1976 y 1983.

Tiempo aquel de censura, denuncias, proscripciones, exilios, desapariciones, violencias, muertes. Sin embargo, ese salón fotográfico ofició durante la dictadura, y ante la ausencia de otras alternativas, como el epicentro de la fotografía artística en la Argentina, pareciendo encontrarse al margen del contexto político y social de entonces.

“Desde el comienzo de la década del sesenta, los fotoclubes habían hegemonizado la práctica amateur a través de sus concursos, normativas y rankings anuales. Estos espacios, además de expandir la fotografía artística hacia nuevos sectores de la sociedad, regularon durante décadas el criterio estético de esas producciones”, escribe Francisco Medail, curador de la exposición, en el texto de sala. Los fotoclubes estaban afiliados a la Federación Argentina de Fotografía (FAF).

Jorge Luis Gigliotti – Taller del maìs allaì. Medalla de honor monocromo. 1978. Salón de noche. Foto: gentileza.

Denuncia, resistencia, combate

Medail, quien llevó a cabo una investigación de dos años para armar esta propuesta, comentó a Clarín que “en la historia de la fotografía se muestran sobre todo las imágenes de denuncia, de resistencia, el combate, y no tanto qué nos dicen esas imágenes que sí pasaban el filtro de lo decible”.

¿Y qué fue lo que encontró? En muchos casos de las 36 fotos expuestas hallamos impactantes atmósferas tenebrosas, como si todo fuera de noche o parte de una oscura ensoñación.

Salón de noche es el título de la muestra en una clara alusión a la oscuridad arrojada por la dictadura. Y, casi paradójicamente, varias de ellas “iluminan” lo siniestro. Fotoclubes que nucleaban al personal de la marina, la aeronáutica y la policía participaron regularmente del Salón.

“Quizás el caso más paradigmático sea el de Orlando González, suboficial de la Armada y ganador del Gran Cóndor de Honor en 1979 y 1981, actualmente condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad”, escribe el curador en el texto de sala.

La imagen a color de González, premiada en 1979 en la categoría pictórica, muestra a una joven vestida de blanco sentada al lado de un montículo de tierra revuelto (como un enterramiento recién sucedido) y mirando dicha elevación. Detrás, un árbol sin hojas. Los márgenes de la imagen se difuminan otorgando el efecto de niebla o de límite borroso entre la realidad y el sueño.

Orlando Gonzalez - Raiz de vida. Medalla de plata monocromo 1979. Salón de noche. Foto: gentileza.Orlando Gonzalez – Raiz de vida. Medalla de plata monocromo 1979. Salón de noche. Foto: gentileza.

Ese mismo año, González obtuvo otro premio por una imagen en blanco y negro, donde una calavera ocupa el primer plano y detrás, central, se eleva tenebrosa la figura entre tinieblas de La parca (en dicho contexto social y político la figura se vuelve abrumadoramente literal).

Y también recibió un tercer reconocimiento por la foto “Raíz de vida”, con la imagen de una mujer en una posición que remite a la iconografía de una crucifixión invertida (los pies arriba y la cabeza abajo) en un paisaje exterior oscuro.

De ese mismo año es la fotografía premiada de Raúl Villalba con el título “Crucifixión”: en el primer plano del margen derecho, una joven mira de frente a la cámara con las manos sobre su pecho y en el fondo izquierdo de la composición se observa la silueta negra de un hombre en pose de crucifixión, iluminada apenas en sus bordes por un aparente fuego.

En otra imagen, de Jorge Luis Gigliotti, aparece una pequeña claraboya en lo alto de un cuarto oscuro por la cual ingresa la única luz que, como un haz, ilumina a un hombre sentado en el piso.

En otro cuarto aún más oscuro aparece, en la lente de Omar González, un cuerpo de costado y de espaldas desnudo sentado sobre una silla, encorvado y con la cabeza gacha oscurecida aún más (una pierna, un brazo y la curvatura de su columna son los tres elementos iluminados que funcionan como líneas que se interceptan en ese misterioso espacio).

Recuperación y niños

“Hice todo este trabajo de archivo para recuperarlas. Estas fotos están sacadas en su gran mayoría de catálogos y revistas restauradas digitalmente, vueltas a imprimir en su materialidad originaria. La escultura que es la estatuilla del premio llevada a escala humana es el cóndor que de alguna manera está vigilando todas las imágenes”, contó Medail a Clarín.

El trabajo de puesta en escena, de iluminación y de montaje convierten la propuesta en una instalación, planteando una frontera imprecisa entre obra y curaduría. Medail es artista y curador especializado en fotografía y, en ocasiones, desarrolla ambas facetas trazando conexiones entre ellas.

En otra imagen a color (Gran Premio Cóndor 1977, de Eduardo Giménez), una niña vestida de blanco mira al espectador, cuyo título es “Niña ausente”. Este título se contrapone con el de la imagen “Las apariciones de Alejandra” (1978) de Jorge Truells, en la cual se ve el rostro de otra niña mirando a cámara. Ninguna de ellas sonríe. Tampoco lo hace la pequeña “De un mundo gris” (de Pedro Luis Raota, 1983) inmersa en un paisaje exterior negro, pesadillesco, donde lo único claro y luminoso es su cabello claro.

Juan C. Villareal - El misterio de la creacioìn. Gran premio Condor, contemporaìnea, 1983. Salón de noche. Foto: gentileza.Juan C. Villareal – El misterio de la creacioìn. Gran premio Condor, contemporaìnea, 1983. Salón de noche. Foto: gentileza.

También hay imágenes que remiten a cierta vida cotidiana casual. Son varios los retratos premiados al respecto, cuyos títulos describen el asunto: “La Nona”, “Doña Berta”, “Una flor”, “Mi adorable vecina”. Entre algunos paisajes exteriores soleados como en “Los girasoles de Rusia” y “Silvia temprano”.

“¿Cuánto nos dicen de una época aquellas fotografías que intentaron ser ajenas a su momento histórico? ¿Qué sentidos despiertan en la actualidad? ¿Cuál es la potencia política de un régimen visual aparentemente apolítico?”, fueron las preguntas que se hizo Medail. En esta exposición las comparte y las respuestas al mirarlas son contundentes y esclarecedoras.

La exposición se podrá ver hasta el 6 de abril, en la Sala PAyS del Parque de la Memoria. Av. Costanera Norte Rafael Obligado 6745. De martes a viernes de 11 a 17, sábados, domingos y feriados de 11 a 18. Entrada gratuita.