La historia es conocida por varios, la serie está siendo vista por muchos. Estrenada el viernes 24, El mejor infarto de mi vida está basada en el libro homónimo de Hernán Casciari, una suerte de radiografía de cómo su cuadro cardíaco le cambió sus días para siempre. Disney+ hizo foco en ese relato, entre dramático, sanguíneo -en su concepto más literal- y por momentos gracioso (con más humor negro que blanco) y convirtió esa historia en una ficción que entretiene y conmueve. De ésas que van al corazón, sin necesidad de hacer escala en los golpes bajos.
Quien haya oído el relato de lo vivido por Casciari hace unos años en Uruguay o quien haya leído el libro encontrará en esta producción de streaming varias yapas, aunque no todas sumen.
Inspirada en hechos reales, no pierde de vista los pasos, las frustraciones y las pulsaciones de Ariel Santoro, un escritor que se luce más contando las vidas ajenas -de figuras públicas y famosas- que sacándole punta a la inspiración propia.
En un gran trabajo de Alan Sabbagh, el personaje central asoma desde este hombre de cuarenta y pico que está a punto de separarse (ya lo está, en realidad, aunque él todavía no lo asume), que encuentra en el cigarrillo, el conformismo y la comida en catidad su ritmo de vida. Podría ser etiquetado como un perdedor nato, pero hay algo de lo esperanzador en él que se deja ver de a poco en algunas de sus capas más íntimas.
Sin ánimo de spoilear, aunque es difícil no develar cómo sigue el cuento cuando la serie ya fue cuento, El mejor infarto de mi vida en versión audiovisual muestra el minuto a minuto de su infarto en una habitación de Airbnb (una plataforma digital para alojamiento a nivel mundial), el camino desesperado de la dueña del lugar hacia un hospital de Montevideo para salvarle la vida -a toda velocidad y hasta en contramano, casi un emblema de la humanidad más generosa– y la recuperación.
Y de cómo su electrocardiograma anterior queda como un dibujo amargo del pasado. Ariel no sólo se salva, sino que, de alguna manera, vuelve a nacer.
Y en ese renacimiento empiezan a cobrar más peso narrativo los otros personajes. Porque si bien el título -y la historia toda- habla de alguien en primera persona, esa persona la puede contar gracias a otras personas.
Entonces, lo que otros creadores hubieran convertido en un drama, acá decididamente se presenta como una trama vincular, donde cada cual atiende su juego y el del otro.
Ariel se va rearmando de la mano de los uruguayos (a cargo de Rogelio Gracia y Romina Peluffo) que iniciaron su gestión de Airbnb con con su estadía -inolvidable noche inaugural-, de su madre (Rita Cortese), de su flamante amor (la española Olivia Molina, hija de la gran Ángela Molina), de su socio en la editorial, de sí mismo y hasta de su ex (Eleonora Wexler), que lo dejó por otra.
Tal vez por estar Disney+ detrás de este proyecto, la serie tiene una posdata de esperanza y de mensaje aspiracional. Hay mucho de eso que lo bueno vuelve (no siempre, pero a veces se ve que sí).
Ágil, conmovedora, graciosa y apta para ser consumida en modo maratón -son seis episodios que rondan la media hora-, se toma toda la libertad de agregarle bastante condimento a la historia real (con cambios de fechas y personajes creados especialmente) y de vez en cuando se distrae contando en exceso el pasado de cada quien. Recurso que por momentos puede alejar al espectador.
Pero cuando la trama vuelve al hombre que le hizo un ole a la muerte de la mano de una española, tan rota como él, la historia late mejor.
Ficha
Comedia dramática Protagonistas: Alan Sabbagh, Olivia Molina, Rita Cortese, Rogelio Gracia y Romina Peluffo Creador: Pablo E. Bossi Directores: Mariana Wainstein y Pablo E. Bossi Emisión: Seis episodios en Disney+.