Luego de un 2023 y un 2024 llenos de promesas, estamos viviendo una realidad en donde la Inteligencia Artificial Generativa está integrada a muchas de las aplicaciones de nuestros teléfonos y es usada como herramienta por diversas compañías, desde portales de noticias hasta bancos, para hacer muchas tareas más sencillas. Sin embargo, un reciente estudio trajo una hipótesis alarmante: ¿estamos pagando un alto precio cognitivo por esta comodidad?
De acuerdo con una investigación de la Universidad Carnegie Mellon y Microsoft Research, el uso de Inteligencia Artificial Generativa podría reducir el ejercicio del pensamiento crítico, haciéndonos más propensos a la ingenuidad y al pensamiento superficial.
El trabajo, que siguió de cerca a 319 trabajadores calificados en distintas industrias del conocimiento, mostró que a medida que avanza el uso de herramientas como los modelos masivos de lenguaje (ChatGPT, Copilot, Gemini), disminuye el uso de nuestra capacidad de reflexión y análisis. A pesar de que se trata de profesionales que conocen cómo funcionan estos modelos, la delegación de tareas de razonamiento a las máquinas conduce a aceptar sus respuestas sin cuestionarlas.
La confianza en la IA disminuye el uso de nuestra capacidad de reflexión y análisis.
“La confianza que depositamos en los resultados de la Inteligencia Artificial disminuye la necesidad percibida de pensar críticamente”, concluyen los autores del estudio, detallando que una vez que un usuario percibe a la plataforma como confiable, no siente la necesidad de verificar la información o de considerar perspectivas alternativas, lo que lleva a una menor diversidad de ideas y a un posible empobrecimiento del pensamiento independiente.
La paradoja de la comodidad
Si bien la automatización de tareas cognitivas parece beneficiosa al ahorrar tiempo, reducir el esfuerzo mental y aumentar la productividad, corremos el riesgo de perder la capacidad de evaluar la precisión de los resultados.
Es lo que la psicóloga cognitiva Lisanne Bainbridge definió en los años ‘80 como “la paradoja de la comodidad”: cuanto más dependemos de sistemas automáticos para realizar tareas complejas, menos capacitación y experiencia adquirimos para manejar excepciones cuando la automatización falla.
A medida que dejamos que ChatGPT o Copilot hagan el trabajo pesado del pensamiento, vamos perdiendo el hábito de cuestionar, analizar y evaluar información, habilidades esenciales en un mundo saturado de datos y desinformación.
Por supuesto, esto no quiere decir que la Inteligencia Artificial sea inherentemente perjudicial para el pensamiento crítico. Esta investigación nos advierte sobre el peligro de la dependencia excesiva y la importancia de seguir cuestionando sus resultados, analizando los datos y contrastándolos con otras fuentes.
Pensar que una app, una plataforma o un chatbot realizará todo nuestro trabajo es ilusorio. Se trata de herramientas que pueden ser muy poderosas si sabemos cómo utilizarlas, pero siempre con supervisión y ejercitando el pensamiento crítico, que es, después de todo, una de las habilidades que nos distinguen como humanos. ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestra capacidad de pensar críticamente simplemente por fiaca mental?