El nacimiento de Benjamín estaba programado para el viernes 7 de marzo por la tarde en el Hospital Español. Pero cuando el dúplex de Martina (20) y Nahuel se empezó a inundar, los planes cambiaron. En Alem al 3000 el agua llegó hasta unos 30 centímetros por encima de los zócalos y la pareja decidió proteger algunos muebles que pudieran estropearse poniéndolos en la escalera. Una vez que el sillón estuvo a salvo en los escalones, empezaron las contracciones. “De los mismos nervios, se aceleró todo” cuenta Florencia, la mamá de Martina.
Con urgencia, la pareja subió los bolsos y a sus dos perros en el auto para dirigirse al hospital. Al comprobar que era imposible cruzar el puente que atraviesa la avenida Primero de marzo, que pasa sobre el canal Maldonado, decidieron tomar otro camino. El agua impedía llegar hacia el centro de la ciudad y la única opción que les quedaba era acudir al Hospital Militar, atrás del Parque de Mayo.
Ahí recibieron a Martina con la mejor atención, pero se deshicieron en disculpas por no tener las mejores condiciones para atenderla; la madre había contraído un bacteria y se requerían precauciones especiales, tenían que ir a otro hospital. Mientras los perros esperaban encerrados en un baño- “pero muy bien cuidados”, aclara Florencia- Martina intentaba comunicarse con su madre. Eran las 10 de la mañana y la electricidad ya estaba cortada en gran parte de la ciudad.
Diego y su tractor, al rescate
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El viaje en tractor de una mujer para dar a luz y la panadería inundada que se convirtió en algo secundario
Paralelamente, la mamá de Martina y su pareja emprendían una exasperada caminata desde la calle O’Higgins y Chiclana, a 4,5 kilómetros de distancia. “Yo estaba desesperada. Fui caminando hasta donde pude, lo peor era la calle Alsina”. Desde ahí, siguieron por avenida Alem. “Encontramos a un chico que iba tanteando por donde pasar con un palo y fuimos con él, yo iba agarrada a él y mi pareja, Quique, atrás, con el agua hasta las rodillas. Yo no sabía ni siquiera si ellos seguían ahí”.
Pero se toparon también con el puente desmoronado y gente filmando alrededor. Eso no los frenó: “Justo se me cruzó un ángel, Diego, con un tractor. En esa parte no podían entrar ambulancias ni bomberos”. Subieron Florencia y su pareja y la travesía continuó en el vehículo hasta llegar cerca del hospital.“Tenía mucho miedo, si no tenía a mi pareja que me decía dale, que vamos a poder, no hubiera podido, estaba en shock”.
Cerca de las 16, lo consiguieron. Una de las enfermeras anunció: “Martu, te tengo una sorpresa”, y Florencia y Martina se fundieron llorando en un emotivo abrazo. “Cuando me vio, dijo ¡mami, viniste! Esa carita no me la olvido más, juro que se me revolvieron tantas cosas…. Nadie podía creer que había llegado en tractor”.
Diego los esperó. Florencia nunca pensó que todos cabrían pero Diego se mostró optimista: “No, subimos todos y vamos todos”. La madre a punto de dar a luz subió como pudo, de copiloto, y a cada lado Florencia y su pareja colgados con un perro en brazos cada uno. Nahuel, encaramado atrás con los bolsos. Cuando pasaron el puente, Florencia le gritó a una camioneta que pasaba y ahí siguieron su camino solos, los futuros padres. Ya eran las 17:30.
Después del nacimiento, la reconstrucción
Martina dio a luz a un hermoso bebé que pesó 3,310 kilos, atendida por el doctor Gallo. “Mi hija me cerró la boca, fue una terrible guerrera”. El parto fue rápido, y su madre cuenta que para ese momento estaban más relajados, que el rato de mayor angustia fue cuando supo que su hija estaba lejos en el Hospital Militar y toda la ciudad llena de agua.
Florencia vive en un noveno piso y no sufrió daños materiales en su domicilio. Pero también es dueña del local de la Panadería Abuela María, que queda frente al arroyo Napostá, una de las zonas más afectadas. Cuenta que estaban reformándola para convertirla en una cafetería, y ahora están haciendo, como tantos bahienses, trabajos de limpieza y reparación. “Fue terrible. En lo último que pensaba era en la panadería. Después me cayó la ficha”.
Por otro lado, el lunes la familia de Nahuel se ocupó de limpiar el barro del dúplex para que luego de la catástrofe, los jóvenes puedan instalarse con su hijo. Martina y Nahuel ya se encuentran tranquilos con Benjamín, el bebé que nació en medio de la tempestad luego de cruzar la inundación en un tractor.