Nélida Elisei o “Beba”, como le decían, tenía 78 años y había trabajado toda su vida como maestra especial en las escuelas Alborada y Laboral Nº 1 Tte. Cnel. Andrés Morel, en Bahía Blanca. Oriunda de General Daniel Cerri, su sueño era volver a vivir ahí después de jubilarse y así lo hizo. Pudo hacerse de una casita prefabricada y pasaba sus días tejiendo, haciendo macramé y cocinando.
“Compraba a todo el mundo con su simpatía y su carácter. También con su comida, siempre hacía en mucha cantidad, como buena tana exagerada que era. Le gustaría que la recuerden por las juntadas que hacía”, así la describe su nieta Rocío López.
Nélida tenía problemas de movilidad y usaba una silla de ruedas para desplazarse. “Como buena abuela, nos hacía renegar, siempre hacía lo que ella quería. No la veía mucho porque al haberse ella ido al pueblo y yo estar en la ciudad, a veces con el trabajo se complicaba”.
Falleció sentada en su casa en el centro de Cerri y es una de las 16 víctimas fatales de las inundaciones del 7 de marzo. Rocío y su familia están atravesando un dolor inconmensurable. “Mi familia está rota” se lamenta. Su madre, hija de Beba, agradeció los mensajes de condolencias y publicó en Facebook: “Estoy derrumbándome por dentro“.
La tragedia
El viernes por la mañana, al ver que llovía copiosamente, la cuidadora de Nélida se dio cuenta de que su casa, a unas cuadras, se estaría inundando. Había pasado la noche con Nélida y decidió ir temprano a desenchufar sus electrodomésticos y volver después.
Hacía poco que había comprado, con mucho esfuerzo, una heladera nueva. Aunque estaba cerca de la casa de Nélida, cuando el canal Maldonado desbordó, no pudo regresar y Nélida quedó sola en su silla de ruedas. Nadie pudo prever la magnitud de lo que sucedería.
En la casa de atrás de la de Nélida vivían algunos familiares. A pesar de la alerta meteorológica, el primo de la madre de Rocío estaba trabajando en la planta de Coca-Cola y su esposa estaba sola con su hijo de 8 años.
De contextura menuda, la mujer logró huir a duras penas de la casa hacia el techo con su nene. Había mucha corriente, la puerta era imposible de abrir y rompieron una ventana para escapar. Afuera, el barro le llegaba a la cintura y la mujer transportaba a su hijo como podía.

La fuerza de la corriente los empujaba contra las rejas, avanzar parecía una empresa imposible. Hasta que lograron encontrar una escalera para subir al techo. Pudieron salvarse, pero hay algo que no pueden olvidar: mientras luchaban por su vida, escuchaban los gritos de auxilio de la abuela. El agua entró muy rápido y no pudieron socorrerla. La causa de muerte fue edema pulmonar con asfixia y ahogamiento.
El sábado, luego de retirar el cuerpo del Club Sansinena, la familia pudo comunicarse con la persona que la encontró. Les entregaron el celular en una bolsa, y cuando volvían a Bahía en el auto, los sorprendió escuchar “unos soniditos”. El teléfono todavía funcionaba, y pudieron ver las últimas llamadas y mensajes de ayuda que había emitido Nélida.
La urgencia es Cerri
Rocío, su nieta, sigue trabajando y saca fuerzas desde donde no tiene. Dice que lo hace por su hijo de 4 años. Pero su familia está devastada y el duelo es múltiple. “Es horrendo, todo el mundo está complicado y nadie tiene la capacidad psicológica para enfrentar esto”.
Rocío cuenta que ni siquiera pudieron ver el cuerpo y que la mayoría pudo ir al velorio con la única muda de ropa que tienen. Sus familiares de Cerri cuentan la vergüenza que sienten al tener que pedir cosas como ropa interior, que no es tan frecuente en las donaciones que se reciben.
Sus padres tienen un emprendimiento familiar de reparto de golosinas y, al no poder trabajar por dos semanas, ya están fundidos. “¿Quién te va a comprar caramelos en este contexto? Y el que labura, puede salir poco a poco pero ¿Y los jubilados qué?”
El hermano de su abuela, de 70 años, vivía en Cerri, es jubilado y cardíaco. Su casa es, como tantas otras de la localidad, un cúmulo de fango, escombros y agua cloacal, en el que es imposible pisar sin hundirse.
“Bahía y White están devastados, pero son zonas de empresas y llegan muchas cosas. En cambio en Cerri hay muy poca ayuda, y tiene que ser puerta a puerta”.
Entre las cosas que necesitan, ennumeran:
– Materiales de construcción, membrana líquida y pintura.
-Ropa de cama, frazadas, toallas.
-Ropa interior (para niños ,adolescentes y adultos).
El hermano de Rocío está recaudando donaciones: