Israel lanza decenas de bombardeos sobre Líbano tras el disparo de los primeros cohetes desde el país vecino en casi cuatro meses | Internacional

Israel lanza decenas de bombardeos sobre Líbano tras el disparo de los primeros cohetes desde el país vecino en casi cuatro meses | Internacional


Poco a poco, la onda expansiva de la ruptura del alto el fuego en Gaza por parte de Israel alcanza cada vez más partes de Oriente Próximo. La reanudación este martes de los bombardeos sobre la Franja —incluidas tiendas de campañas o refugios improvisados, y que en apenas cuatro días han matado a 634 personas, en su mayoría menores y mujeres— viene generando cada vez más ataques contra el país desde distintos puntos de la región. El último, en la madrugada de este sábado, ha sido el lanzamiento de seis cohetes desde Líbano —los primeros en casi cuatro meses—, un ataque del que Hezbolá se ha desmarcado y al que el ejército israelí ha replicado esta mañana con decenas de bombardeos sobre Líbano que han causado al menos dos muertos.

Primero fueron los hutíes de Yemen, el grupo armado que se sumó a la tregua de Gaza mientras duró y ya ha hecho sonar dos veces en las últimas 48 horas las sirenas antiaéreas en una amplia franja de Israel, incluidas Jerusalén y Tel Aviv, por el lanzamiento de misiles balísticos que fueron interceptados. El jueves, Hamás reanudó el lanzamiento de proyectiles, apuntando a Tel Aviv, donde las alarmas no sonaban desde octubre por una amenaza originada en Gaza. Y este sábado se ha sumado otro frente, con los primeros cohetes desde Líbano desde el 2 de diciembre, en el único ataque que supuso una excepción al alto el fuego alcanzado en noviembre entre Israel y Hezbolá. Ha sido un ataque poco sofisticado, que nadie ha reivindicado, han condenado enseguida las autoridades libanesas y no ha causado víctimas ni daños materiales. Las lanzaderas de los proyectiles son apenas estacas de madera.

El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha ordenado, sin embargo, poco después una respuesta “fuerte” y el ejército ha lanzado decenas de bombardeos en el sur del país, que han causado al menos dos muertos y ocho heridos, según el Ministerio de Sanidad libanés. El ministro israelí de Defensa, Israel Katz, ha sugerido que los ataques llegarán también a Beirut, como hace cuatro meses.

Israel apuntó inicialmente a Hezbolá, que negó haber disparado los cohetes, reafirmó su “compromiso con el acuerdo de alto el fuego” y mostró su apoyo al Estado para “abordar la peligrosa escalada sionista contra Líbano”. Una fuente oficial israelí matizó más tarde que desconocen el autor del lanzamiento.

Salvo el caso de los hutíes, que son los que más han ido manteniendo el pulso, los ataques contra Israel están siendo medidos, en una nueva muestra de la capacidad del Gobierno de Netanyahu para bombardear Gaza sin generar apenas respuestas políticas o militares, dado el enorme desequilibrio de fuerzas, el apoyo cerrado de EE UU y la debilidad estratégica de Irán, que arma a sus milicias leales en la región.

Los seis cohetes iban dirigidos contra Metula, una localidad israelí justo en la frontera, con trasiego de tropas y apenas civiles. Ya estuvo bajo fuego constante de Hezbolá durante el año de guerra de baja intensidad que mantuvo con Israel desde el día siguiente al ataque de Hamás, el 7 de octubre de 2023.

Según el ejército israelí, solo tres de los proyectiles cruzaron a su territorio (y fueron interceptados), mientras que los otros tres cayeron en suelo libanés, lo que apunta a material poco avanzado. Las Fuerzas Armadas libanesas anunciaron poco después el hallazgo de tres lanzacohetes “muy primitivos”. Las fotos que han difundido muestra apenas unas estacas de madera en el suelo para apoyar el proyectil. Estaban al norte del río Litani, es decir, fuera de la zona que vigilan los cascos azules de la ONU y donde se centra el despliegue militar para controlar a Hezbolá. Los soldados los desmantelaron y “tomaron las medidas necesarias para controlar la situación en el sur” del país.

Horas más tarde, llegaron los bombardeos de la aviación israelí. Una parte, contra lanzaderas, en espacios abiertos. Otros dejaron escombros y coches dañados. El Ministerio de Sanidad ha dado cuenta de dos víctimas mortales y ocho heridos. Los cazas descargaron los explosivos justo después de que Netanyahu y su ministro de Defensa ordenasen un ataque “contundente”, en un mensaje con un componente interno, tras semanas animando a los israelíes que fueron evacuados hace año y medio del norte de Israel a regresar a sus hogares. Alrededor de la mitad de los 60.000 no se ha atrevido aún.

Bombardeos israelíes sobre el pueblo libanés de Sujoud este sábado.

Seguridad

“No permitiremos la realidad de disparos desde Líbano a las comunidades de la Galilea [en el norte de Israel]. Les prometimos seguridad y eso es exactamente lo que habrá”, dijo el ministro de Defensa tras los lanzamientos. “La ley en Metula es la misma ley que en Beirut. El Gobierno libanés tiene la responsabilidad de cualquier lanzamiento desde su territorio”, amenazó.

El temor a una nueva guerra ha sido patente en las reacciones políticas en Líbano, que viene de formar un Gobierno que ha puesto fin a dos años de interinidad, por la parálisis política, en el que Hezbolá ha perdido su capacidad de bloquear decisiones de peso y cuya declaración de principios ya no menciona “el derecho del pueblo a resistir la ocupación israelí por todos los medios”, como venían haciendo todas desde el Acuerdo de Taif que puso fin a 15 años de guerra civil (1975-1990). Estados Unidos y Arabia Saudí han tenido un papel en el proceso inédito en años.

Los primeros en pronunciarse han sido el jefe de Gobierno, Nawaf Salam, y el ministro de Defensa, Michel Menassa. Han pedido evitar una escalada en la frontera que “arrastre al país a una nueva guerra” y han subrayado que “solamente el Estado tiene el poder de decidir sobre la guerra y la paz”. El presidente, Joseph Aoun, ha condenado pedido que se investigue el lanzamiento de los proyectiles. Y el presidente del Parlamento, Nabih Berry (el veterano dirigente del otro gran partido chií, Amal, y representante de la posición de Hezbolá en el diálogo de alto el fuego), ha exhortado a “no dar excusas” a Israel para lanzar una guerra en Líbano, que aún se lame las heridas de la destrucción y los desplazamientos masivos que causó la anterior, entre septiembre y noviembre de 2024.

El acuerdo de alto el fuego que le puso fin señala que Hezbolá no puede tener armas en el sur del Líbano (como ya señalaban resoluciones previas incumplidas de la ONU) y otorga a las Fuerzas Armadas la labor de confiscarlas y desmantelar todas las infraestructuras de la milicia. Pero Israel desconfía de su capacidad y voluntad de impedir la reorganización de Hezbolá, y sigue vulnerando a diario el alto el fuego, con bombardeos puntuales.

Además —y al igual que en Siria, donde ha invadido nuevo territorio tras la caída del régimen de Bashar El Asad—, el ejército israelí ocupa ilegalmente suelo libanés. Desde el pasado enero, mantiene tropas en cinco puntos estratégicos de sur de Líbano, vulnerando el alto el fuego que había firmado y que obligaba a una retirada completa de las tropas terrestres que invadieron el país en octubre. Se quedarán “indefinidamente”, afirmó la semana pasada su ministro de Defensa.