Hay algo peor que el negacionismo de las atrocidades de una dictadura cívico-militar.
Esto es: el Justificacionismo. Justificar en vez de negar.
Justificar que había razones para que el Estado llevara a cabo una política del terror, con represión, torturas, asesinatos y desapariciones.
Justificarlo porque había una disputa geopolítica global. Justificarlo porque había organizaciones guerrilleras.
Es lo mismo que si dijéramos que el nazismo tenía sentido de existir por la lucha contra la emergencia del socialismo.
Este espíritu, el del justificacionismo, es lo que encontré en el video oficialista de Casa Rosada con el objetivo de disputar el sentido histórico y político de lo ocurrido en Argentina.
No niegan lo que pasó. Lo justifican. Es aún peor. Y yo sí creo que no se debe obviar lo que dicen. Porque pienso que no todo está ganado para siempre. Y sí considero que hay que afrontarlo. Y hay que hacerlo con la marcha multitudinaria en las plazas y calles, como la del 24 de marzo en toda la Argentina.
Pero también argumentando con rigor y seriedad, y con convicciones. No hay que dejar de hacerlo por creer que es caer en su trampa. No.
Creo que toda disputa es continua. Y aunque nos parezca mentira, todo puede retroceder. Y únicamente no se retrocede si se discute en serio, se desmontan sus argumentos, se explica y se vuelve a explicar, se da más detalles, etc.
Porque además esta disputa no debe darse por terminada. No solo para que los justificacionistas como Laje y Milei y Villarruel no avancen en sus tesis entre un sector de la ciudadanía. Sino también porque aún queda mucho por hacer para desmontar los pilares de la dictadura.
Como por ejemplo su marco legal que aún perdura. Casi el 10% del ordenamiento jurídico actual en Argentina fueron leyes creadas en esos años de la dictadura.
En definitiva, pienso que jamás hay que dar por zanjada una victoria política. Esto es día a día. Y más si quienes intentar revisar la Historia son un espacio político que ganaron las elecciones.