“Armé la programación de este año con muy poquito tiempo. El asunto es tratar de percibir qué hay de nuevo, con qué podés dialogar, y hacerlo”, dice Martín Bauer, actual director del Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC) y del Ciclo Colón Contemporáneo.
Compositor además de curador, Martín Bauer lleva treinta años programando música del siglo pasado y del actual, con una orientación fundamentalmente en lo interdisciplinario y experimental. Fue el creador del Ciclo de Música Contemporánea que se desarrolló durante veinte años ininterrumpidos en el Teatro San Martín, desde 1996 hasta 2006. Ahora vuelve a la dirección del (CETC), espacio que codirigió junto con Diana Theocharidis entre 2002 y 2007.
“Cuando trabajamos en aquella oportunidad hicimos algo que hasta ese entonces no existía y fue introducir a la gente del teatro a dirigir ópera”, recuerda Bauer de su primer paso por el CETC.
La temporada 2025 abrirá este jueves 27 de marzo con Experimentum Mundi, del compositor italiano Giorgio Battistelli, estrenada en el Festival No convencional, a cargo de Bauer, en la sala Casacuberta, a fines del 2022. En la obra intervienen artesanos, que desarrollan sus oficios en vivo, junto con los músicos. A diferencia del estreno, en esta oportunidad participarán trabajadores reales del Teatro.
“Los trabajadores nunca salieron al escenario como protagonistas de un espectáculo, y están encantados de hacerlo. Es una manera de decir algo diferente y con un nivel artístico altísimo. Battistelli, que es muy ingenioso, arma las cosas de un modo tal que el tipo que golpea con su martillo está integrado en el resultado musical. Va a estar un zapatero, que hará su zapato en tiempo real, y es un trabajador del Teatro Colón”, explicó Bauer.
Vejaciones de Erik Satie, a cien años de su muerte, cerrará la temporada. Participarán 90 pianistas de diversos estilos, edades y formación, a lo largo de 22 horas sin interrupción, siguiendo la idea de Cage que transformó la pieza en una obra de relevos.
Un regreso a los orígenes
-De alguna manera volviste a tus orígenes. Cuando codirigiste el CETC, hace un poco más de veinte años, la escena experimental era muy distinta en relación a la actual. ¿Cómo fue tu reencuentro con ese espacio, qué continuidades y rupturas hay con respecto a tu gestión del pasado en la programación reciente?
-Lo primero que hay que decir es que la ciudad cambió muchísimo, que el espíritu de lo que había cambió muchísimo. Bueno, todo cambió. De hecho, cuando dirigí el CETC, la obra con la que vamos a abrir la temporada no había sido compuesta. Entonces, hay que poder ubicar las cosas. Rescato muchísimo el espíritu de esos años, que realmente era muy fuerte, pero no sólo para el CETC, también para el FIBA, para el público joven en general. Era un momento. Ahora no veo que haya un momento en ese plano. Para nada, pero sí existe la posibilidad de inventar algo.
-El componente de lo nuevo siempre está en esos espacios, pero tal vez en aquel entonces la transgresión era más fuerte. De hecho, ahora hay menos distancia entre sala principal, con la programación que hiciste del Ciclo Colón contemporáneo, y la del CETC.
-Sí, absolutamente. Pero el CETC, o el Ciclo del San Martín, influyeron –entre comillas- arriba. Lo que sucedía en San Martín o en el CETC, hizo que algunas personas vean -Pedro Pablo García Caffi, por ejemplo- la importancia que tenía todo eso. Volví a hacer el Colón Contemporáneo porque a García Caffi le llamaba la atención.
-¿Qué es lo nuevo que detectaste y será parte de la programación del CETC?
-La obra Experimentum Mundi tiene algo de eso nuevo que detecté. Y tiene que ver quizás con la ausencia de jerarquías, en el mejor sentido de la palabra. Es algo a mí me importa mucho. En el mundo de la música, jerarquías hay, como un Barenboim, por ejemplo. Pero no tanto en el mundo del teatro. Me gusta mucho una imagen de Shakespeare cuando se refiere a que ante un mar embravecido, el contramaestre es más importante que el rey. Y lo escribe en La Tempestad. Me parece que lo que puedo hacer es prestar atención a ese tipo de corrimientos, porque se corrió todo. El año pasado hablamos en algún momento sobre un debate acerca de la duración de las obras y que había que repensar la programación de los conciertos.
-Que ese debate exista habla de que naturalmente las cosas cambian. ¿Cómo te posicionas frente a los cambios?
-Es muy difícil. Porque, por suerte, siempre hay cosas que cambian; y, por desgracia, hay cosas que cambian y te querés matar. Hay que ir negociando con los cambios y lo que hay que hacer, en lo posible, es estar despierto a ver qué detectás de lo que está pasando. Eso es un poco lo que a mí me importa.

-La temporada cierra y abre con obras que siguen de alguna manera la idea del borramiento de las jerarquías.
-Sí, de lo artesanal, de lo aparatoso de las jerarquías. Y me parece que la mano viene así, después hay que ver qué encuentra uno para seguir. El hecho de que nosotros vivamos ahora con un exceso de autoritarismo, tiene que ver con eso. La paradoja de que las cosas son muy móviles. Y, como decía el gran compositor Mariano Etkin, nunca sabés por dónde va a saltar la liebre.
-Otra gran frase de Etkin, citando a Picabia, la cabeza es redonda para que las ideas puedan cambiar de dirección. Y, en ese sentido, en la política o en la ética a veces giramos en círculos, no hay un progreso lineal.
-Maurice Blanchot dice: “La verdad es nómade.” Y a mí me encanta. ¿Cuánto tuvimos que aguantar que te batieran “la posta”? Bueno, “la posta” no existe más. Y eso me parece buenísimo. Sí existe el oficio, sí existe el talento, sí existe esa capacidad extrema para inventar algo. Pero no existe “la posta”. Existe la inteligencia artificial, pero no existe el talento artificial.
Discutir para generar ideas
-¿Qué recepción tuviste de todas estas ideas con las nuevas autoridades?
-El diálogo fue muy bueno, muy fructífero y sobre todo me dio la posibilidad de, en mejor sentido la palabra, discutir.
-La importancia que tienen para mí determinadas cuestiones, no discutir porque tengo razón, sino intercambiar opiniones. Lo que me gusta de la dirección actual es que se puede discutir. Se puede conversar, aunque no coincidamos. Me escuchan y tratan de entender. Y yo también trato de entender porque los que tienen el manejo del monstruo son ellos, no yo.

-¿La programación del Colón contemporáneo la hiciste en diálogo con la del CETC?
-No, porque la programación del Colón Contemporáneo venía de antes. El concierto del pianista Joonas Ahonen se postergó y se hace ahora, también Rothko Chapel, de Morton Feldman, que se postergó por lo menos dos o tres veces y ahora abrimos con eso y Sinfonía de los salmos, de Stravinski. La parte del coro es igual, pero la de la orquesta es una versión para piano a cuatro manos de Shostakovich. Nos interesaba hacerla porque se cumplen 50 años de su muerte, un apasionado descomunal por la música.
-Hay más conmemoraciones en el programa, Sinfonía de Berio, a propósito de los 100 años de su nacimiento.
-Así es, me parece que Sinfonía es la gran obra de Berio. Se va a tocar junto con la obra de Hosokawa, compositores japones que no lo debe haber escuchado nadie en Argentina.
-¿Con qué criterio lo incluiste junto a la obra de Berio?
-Es un compositor buenísimo. Por otro lado, cuando armás un programa de orquesta tenés que contemplar muchas cosas, entre ellas la cantidad de ensayos. Y la obra de Hosokawa permite hacerla en la cantidad de ensayos que tenemos. Y convive perfectamente bien con la obra de Berio.
-Vuelve Philip Glass al Colón Contemporáneo con la música que hizo para el filme “La Bella y La Bestia”, de Jean Cocteau.
Sí, lo de Philip Glass es muy bueno, se va a proyectar la película de Cocteau que es buenísima. Ahí tienes un espectáculo que permite también que venga otra gente, por lo pronto, los amantes del cine. También que vuelva el ensamble Althaus, que están haciendo algo nuevo de la manera que pueden, con los recursos y la sala que tienen. Si seguís la programación, siempre hay algo.
-Muchas veces te recriminaron que, tanto en el Ciclo como en otros espacios, programabas pocos compositores locales. ¿Seguís recibiendo ese reproche?
-A mí me recriminaron de todo, y gente que ni me conoce. Nunca tuve la pretensión de ser el único, siempre dije, “Bueno, que lo haga el de al lado.” No veo cuál es el problema.

-La programación del Ciclo Colón Contemporáneo y el CETC están bajo tu dirección. ¿Existe el riesgo de que la programación se vuelva algo homogénea bajo una sola mirada?.
-Me fui del Ciclo de Música Contemporánea del San Martin, duró dos años y desapareció. El TACEC, cuando lo dirigí en la época de Alejo Pérez y Marcelo Lombardero, era de una potencia artística monumental. Me fui, y bueno, desapareció.
-Desapareció todo el teatro prácticamente.
-El Ciclo de Música Contemporánea, que funcionó en el Teatro San Martín y dirigiste durante 20 años, fue importante en la formación de un público y en el desarrollo de la escena musical contemporánea. Pero sobrevivió apenas dos años con la siguiente gestión a cargo de Diego Ficherman. ¿Cómo leíste su desaparición?
-No tengo nada para decir. Si la comunidad no dice nada y el público tampoco, ¿qué voy a decir yo? Porque el Ciclo no era mío. Sin duda, lo viví con tristeza. Son proyectos que no son fáciles de desarrollar. No tengo mucho más que decir.
-¿Cuáles serían tus sí y no, a modo de pilares fundamentales, cuando pensás una programación?
-Sin ninguna duda, la calidad artística. Para mí lo que importa, no sólo en la música o en el teatro, es poder decir algo, y sobre todo poder decir algo nuevo. Se tiene que entender qué hacer y por qué. Y otra cosa que a mí me gusta mucho pensar, y que es importante, saber con quién uno habla. Tener un interlocutor o varios, eso es fundamental. Durante muchos años tuve algunos interlocutores reales o imaginarios.
-¿Podrías mencionar alguno de esos interlocutores?
–Federico Monjeau, por ejemplo. Yo no le decía, “Che, voy a hacer esto”. Pero estaba en mi cabeza. También Beatriz Sarlo, Margarita Fernández, no les preguntaba nada, pero existían en el horizonte como interlocutores imaginarios. Y no soóo en el mundo de la música, en el mundo intelectual, me acuerdo de Marcelo Cohen. Un tipo que escuchaba como nadie, yo sabía que iba a venir a los conciertos, pero no debo haber hablado ni tres veces con él. Y, en otro plano, Adriana Rosenberg. También es clave poder conversar con quién uno trabaja, como me pasa con Gerardo Grieco y Gustavo Mozzi.

El lugar de la experimentación
-¿Cómo pensás lo experimental hoy?
-A mí me parece que lo experimental es la ópera que vamos a hacer, Experimentum Mundi, que además, lo dice en su título. Es experimental bajo todo punto de vista, después hay cosas que no sé cómo van a salir. La instalación de Melisa Zulberti o la ópera experimental de Valentín Pelisch y Emma Terno, no sé cómo les va a salir ni estoy encima de ellos.
-¿Diste continuidad a los compromisos de la dirección anterior de Theocharidis?
-No. La profesionalidad de Diana Theocharidis está fuera de discusión, pero tuvo un problema: no tenía presupuesto, al menos el último año. Es muy difícil trabajar así.
-¿Y ahora hay presupuesto?
-Tengo un poco más de presupuesto. Lo logré charlando y discutiendo con el director general Gerardo Grieco.
-Siempre hay que explicar la importancia de sostener un espacio que difunda este tipo de música, ¿no? Es una constante.
Sí, es un continuo. El presupuesto que tenemos nos permitió hacer lo que hicimos. Si tuviéramos más, hubiésemos hecho más. Entiendo la cuestión presupuestaria, no estoy en el detalle de cuánta plata tiene el teatro, tampoco me importa cuánto gastan en otros rubros. Hay que entender que el país se empobreció mucho, muchísimo. Si hay más allá y menos acá, no es algo que yo decida. Por suerte estoy libre del demonio del resentimiento.

Información
CETC, Apertura Temporada 2025
Experimentum Mundi, de Giorgio Battistelli, una pieza de teatro musical para 16 trabajadores, 1 narrador, 4 voces femeninas y 1 percusionista Director musical: Lucas Urdampilleta Percusionista: Bruno Lo Bianco Narrador: Pablo Seijo y la participación en escena de 16 trabajadores técnicos del Teatro Colón Fechas: 27, 28, 29 de marzo a las 20; domingo 30 de marzo a las 17; 1, 3, 4 de abril a las 20 Lugar: Teatro Colón, CETC
Cómo sigue la Temporada
En mayo, la aclamada coreógrafa francesa Leila Ka presentará dos espectáculos con su compañía: Maldonne y un programa compuesto por los solos Pode Ser y Se faire la belle y el dúo C´est toi qu´on adore.
Los cien años del nacimiento de Luciano Berio se celebrarán en junio con un concierto homenaje a cargo del Ensamble Tempo Reale (Italia).
En la edición Solo en el CETC, en julio se presentarán María Inés Aldaburu con El Martín Fierro ordenado alfabéticamente de Pablo Katchadjian, Claudio Caldini presentará su Cine experimental y Lucas Urdampilleta interpretará al piano El pueblo unido jamás será vencido de Federik Rzewski.
La ópera experimental Una historia sonora, con plantas, fantasmas y otros entes de Valentín Pelisch y Emma Terno se estrena en septiembre. En octubre será el turno de la directora y coreógrafa Melisa Zulberti con su instalación performática. La temporada cerrará con conmemoración de los cien años de la muerte de Erik Satie con su obra Vejaciones y el drama sinfónico para piano y voz Sócrates.
El Ciclo Colon Contemporáneo abrirá su temporada el martes 12 de junio con Rothko Chapel de Morton Feldman y Sinfonía de los Salmos de Igor Stravinski. A fines de junio, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, dirigida por Tito Ceccherini, interpretará la Sinfonía de Luciano Berio, celebrando los 100 años de su nacimiento.
La ópera cinematográfica de Philip Glass, compuesta en 1995 para una verdadera joya del cine fantástico La Bella y La Bestia (1949), de Jean Cocteau, se estrenará en septiembre. La temporada cerrará en diciembre con Voices & Piano de Peter Ablinger con la vuelta del talentoso pianista finlandés Joonas Ahonen. También se presentará la icónica pieza de arte sonoro I am Sitting in a Room, de Alvin Lucier.