Los secretos de “La Hora Azul”, su nueva novela

Los secretos de “La Hora Azul”, su nueva novela


De gira por Sudamérica, Paula Hawkins pasó este viernes por Buenos Aires para presentar La hora azul, su más reciente novela negra, publicada aquí por Planeta. La autora de La chica del tren, su primera novela, un bestseller convertido en una exitosa película protagonizada por Emily Blunt, charló frente a sus fans en Yenny El Ateneo, en “la librería más linda del mundo”. El conductor de radio y TV, escritor y periodista Nicolás Artusi ofició de moderador.

Hawkins es una experiodista de finanzas británica devenida en una exitosa escritora. Nació hace 53 años en Zimbabue pero desde hace 35 años reside en Londres. Sus libros son thrillers basados en personajes femeninos, con mucha intriga, misterio y ficción. El ADN de la exitosa escritora.

Siempre escribo sobre mujeres, me fascina la vida de las mujeres, su rol en las sociedades por lo femenino”, sentenció Hawkins. Por eso, la mayoría son mujeres en el segundo piso de la librería: la escuchan en silencio y con admiración, a la espera de conseguir la firma de su escritora favorita.

Publicada en 2024, La hora azul tiene a Vanessa Champan como protagonista: una reconocida escultora ya fallecida que había presentado una intervención en una muestra. Su trabajo contiene el hueso de un humano en lugar de un animal, como se creía.

Desde entonces, todas las miradas se centran en ella y en la misteriosa desaparición de su marido, Julian. También en la casa donde habitaban en una pequeña isla escocesa, a la que sólo es posible acceder de día, cuando baja la marea. La trama gira en torno a ese macabro hallazgo y en lo siniestro que esconden algunas personas.

Presentación del libro de Paula Hawkins, La hora azul, en Buenos Aires. Foto: gentileza editorial Planeta.

En su segunda visita al país, una de las referentes de la novela negra contemporánea -con más de 29 millones de libros vendidos en 50 países– contó cómo es su reciente novela de 456 páginas: en qué se inspiró para recrear una misteriosa vivienda en medio de una isla, la amistad-enemistad entre mujeres, el uso de varias voces y cómo construyó personajes tan potentes que fascinan a sus lectoras.

–¿Cómo imaginó esa isla fascinante para recrear la historia?, abrió la charla Artusi.

–Hace mucho tiempo me había ido de vacaciones a Francia. Estaba caminando por la costa. Recuerdo que la marea había retrocedido. Me acuerdo de una isla en Francia que tenía una sola casa. Se me erizaron los pelos de la nunca. Imagínense: era el lugar perfecto para emplazar una novela donde uno podía sentirse atrapado, sentir la desesperación de querer salir de ahí y no poder. Me intrigó muchísimo pensar qué tipo de persona elegiría ir a vivir a una casa en una isla aislada de la tierra ¿Qué nos atraería ir a un lugar así?”, respondió Hawkins.

Y siguió: “Ahí es donde empezó la historia. No quería que fuera en Francia, tampoco en un lugar soleado y lindo sino más bien oscuro, tormentoso. Por eso, lo trasladé a la costa oeste de Escocia donde hay muchísimas islas pequeñitas. Ahí es donde empecé a crear este mundo, este lugar que terminó siendo el hogar de mi protagonista, una artista que va a vivir ahí para escaparse del mundo, de su marido horrible y vivir la vida que ella quiere vivir”.

La hora azul comienza con la conexión entre Vanessa, la artista, la protagonista de la novela o bien una protagonista en ausencia ¿Cómo logró esa combinación entre su vida interior y el paisaje?

Presentación del libro de Paula Hawkins, La hora azul, en Buenos Aires. Foto: gentileza editorial Planeta.Presentación del libro de Paula Hawkins, La hora azul, en Buenos Aires. Foto: gentileza editorial Planeta.

“Fue surgiendo de a poco. No es spoilear diciendo que Vanessa muere al principio de la novela porque en realidad nos enteramos de ella por flashbacks. Ella no está nunca, pero es como una presencia que sobrevuela a toda la novela”, argumentó Hawkins.

“Me gustaba que los lectores la vieran, que la conocieran de alguna forma a través de los ojos de otros personajes, a través de Grace, a través del curador que es una persona muy dedicada a su trabajo, pero también tenemos sus diarios que ella dejó atrás. Ahí vemos ciertos indicios: el lugar donde ella se escapó, cómo se sentía con su trabajo y cómo su estado de ánimo va cambiando. Todo eso pude lograrlo a través de sus diarios”, remató.

Hawkins reconoció que antes de narrar la obra, escribió varios supuestos diarios de la protagonista. “Estuve haciéndolo durante mucho tiempo, pero no todo quedó en la novela. Eso me ayudó a pensar cómo se sentiría Vanessa estar sola en un lugar así, en el verano. Pero en invierno, cuando los días son muy cortos, cuando casi no hay luz sería muy aterrador. Así fue como empecé a trabajar en eso”, detalló.

Frenemy

La hora azul también plantea la amistad entre Vanessa y Grace, otro de los personajes centrales de la novela. Se quieren, a veces se odian pero a su vez se necesitan. Grace es su amiga y también su enemiga. Una relación tóxica llamada Frenemy, término que no existe en la lengua hispana. Una amistad con fecha de vencimiento que podría llevarlas a la ruptura. ¿Cómo Hawkins construyó a este extraño personaje?

“Grace es rara, difícil. Ella se formó en mi cabeza de manera lenta porque yo sabía que ella iba a ser médica y conoce Vanessa cuando Vanessa le rompió la muñeca. Desarrollan una amistad extraña porque Grace es extraña a nivel social, no sabe hacer amigas. En cambio, Vanessa es cálida: invita a que las personas se sientan cómodas y así se hacen amigas”, sentenció Hawkins.

Contó más: “Esta amistad dura toda la vida hasta que Vanessa muere. Lo que sucede es justamente como la marea: sube y baja, tiene altibajos, cambia. Una necesita a la otra y después la dinámica de poder cambia y después la otra la necesita”.

Presentación del libro de Paula Hawkins, La hora azul, en Buenos Aires. Foto: gentileza editorial Planeta.Presentación del libro de Paula Hawkins, La hora azul, en Buenos Aires. Foto: gentileza editorial Planeta.

“Ellas son frenemys: hay momentos en que se aman y oros no tanto. Fue muy interesante escribir eso. Creo que, a veces, solamente escribimos la amistad como algo muy simple pero, en realidad, una amistad que dura mucho tiempo puede ser tan complicado como un affaire amoroso: puede haber momentos de traición, momentos en que no nos soportamos unos a otros pero tarde o temprano terminamos volviendo a la otra persona porque hay cierto amor subyacente”.

“Por eso fue fascinante escribir a Grace, cómo apareció lentamente a medida que pensaba qué tipo de mujer era, qué la impulsaba hacia adelante, qué la hería o qué la había herido en su pasado para que ella fuera tan difícil de amar”.

–Amistades: ¿relación con fecha límite?

–Sí. Lo complicado de pensar en ese plazo es que no sabemos cómo poner fin a una amistad. Sabemos qué hay que hacer cuando cortamos con un novio: una se va, se emborracha con amigas para olvidarlo, etc. Hay una suerte de guía para poner fin a una relación amorosa que puede ser más o menos dramática pero en la amistad no hay un manual de cómo hacerlo ¿Cómo podemos poner fin a una amistad? Es un poco raro hacerlo pero, en este caso, no termina porque ellas vuelven una y otra vez. En la amistad no tenemos un método para ponerle fin. Quizás alguien debería escribir sobre eso.

“No creo que la relación entre Grace y Vanessa sean como yo pienso que tienen que ser las amistades entre mujeres –continuó–. Ellas tienen cosas que no me gustan tanto, pero incluí elementos para enraizar el relato en lo femenino, en la experiencia femenina. Estoy escribiendo sobre una artista, sobre cómo las mujeres ven el mundo y cómo el mundo ve a ellas”.

“Cuando Vanessa pinta lo hace desde una perspectiva femenina: intentan mirar al mundo. Ella está operando en un mundo dominado por lo masculino, que es el arte. Recuerden que son los años ‘90, cuando ella estaba trabajando, un mundo completamente dominado por lo masculino, por eso lo mira desde una perspectiva muy femenina. Son las cosas que ella teme, que desea, ha decidido vivir como ella quiere y que nadie le diga lo que tiene que hacer, ni un hombre ni una sociedad masculina”, subrayó Hawkins.

Presentación del libro de Paula Hawkins, La hora azul, en Buenos Aires. Foto: gentileza editorial Planeta.Presentación del libro de Paula Hawkins, La hora azul, en Buenos Aires. Foto: gentileza editorial Planeta.

Entre Agatha Christie y Patricia Highsmith

Durante la charla, la escritora británica dijo que leía los cuentos de Agatha Christie y la novelas de Highsmith durante su infancia. Acaso, sus escritoras de cabecera al momento de inspirarse en la narración de una novela negra.

Empecé a leer a Agatha Christie cuando tenía unos 11 o 12 años. Obviamente, sus historias me atrapaban. Creo que nunca en ese momento se me cruzó por la cabeza decir que es una mujer que escribe. De hecho, ni lo pensaba de que se trataba de una mujer, en ese momento no lo consideraba importante. Pero en el Reino Unido y también en Estados Unidos, hay muchas mujeres que escribieron novelas policiacas. Están Agatha y Dafne du Maurier; Patricia Highsmith tenía su costado más gótico, y Shirley Jackson. Hay todo un espacio muy dominado por mujeres que tiene modelos a seguir muy femeninos”.

Patricia Highsmith fue muy importante para mí. Una de las cosas que hace tan bien es que uno se puede meter en la cabeza de alguien muy malo y aun así empatizar. No sé si hago lo mismo, pero ella es muy buena para poder meternos en los zapatos de una persona mala, incluso alentar lo que hace”, completó.

También está el mito en que Agatha Christie empezaba a escribir sus libros por el final: primero vendió el crimen y luego fue hasta el principio.

– ¿Cuando empiezas a escribir, tienes el final en mente o el final se desarrolla a medida que escribes la novela?, preguntó Artusi.

–Necesito saber un poco ese punto final, al menos necesito saber el objetivo al que apunto.

Presentación del libro de Paula Hawkins, La hora azul, en Buenos Aires. Foto: gentileza editorial Planeta.Presentación del libro de Paula Hawkins, La hora azul, en Buenos Aires. Foto: gentileza editorial Planeta.

Y cerró: “¿Quién lo hizo, alguien mató o alguien murió, ¿quién lo mató? Tengo que saberlo cuando arranco, pero después no planifico cada detalle de antemano. Lo divertido es justamente llegar a ese punto final y que haya mucho espacio para que los personajes y el argumento cambie. Hay diferentes tangentes pero no soy de esas personas que se puede sentar, escribir y ver hacia dónde va. Julián, por ejemplo, no sabe. A mí aterraría no saber hacia dónde está yendo, ¿qué pasa si uno ya escribió 60.000 palabras y no está yendo a ningún lado? Eso no lo puedo hacer, necesito saber cuál es ese punto final al que quiero llegar”