Un frente anti Milei y una nueva mayoría para 2027 | Los planes de Sergio Massa, en medio del año electoral y la interna peronista

Un frente anti Milei y una nueva mayoría para 2027 | Los planes de Sergio Massa, en medio del año electoral y la interna peronista

Sergio Massa rompió el silencio después de un año y medio de mantenerse en las sombras. Eligió hacerlo en el cierre del congreso del Frente Renovador, a mediados de este mes. Su reaparición, aseguran cerca suyo, no responde a una estrategia de relanzamiento personal. Como en los tiempos del Frente de Todos, el excandidato presidencial vuelve a ponerse en el rol de intermediario, esta vez entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof, en medio de la puja por el armado electoral en la provincia de Buenos Aires. “No hay margen para romper la unidad”, repite como un mantra ante los suyos. Desde el Frente Renovador advierten que Massa no planea ser candidato en 2025, “mucho menos si no hay un frente monolítico”. En su entorno íntimo lo dicen sin rodeos: la única candidatura posible es la presidencial.

“Ese libro hay que prenderlo fuego”, se ríe el jefe de la estrategia del silencio massista. Se refiere al manuscrito que Massa había preparado para volver a la escena pública y explicar su turbulento paso por el Ministerio de Economía. La presentación, que alguna vez se pensó como relanzamiento, fue postergada una y otra vez hasta quedar sepultada. “No hay nada que explicar, Sergio se llevó la marca de la inflación y del mal gobierno de Alberto, ahora hay que construir para adelante”, reflexiona y completa: “Lo importante es que pudo estacionar el auto y entregar el gobierno en orden. Además se ganó la provincia”. Finalmente, su primera aparición pública fue un intento de marcar ordenamiento interno. “El cierre del congreso del Frente Renovador mostró que, en un momento en que todos se están peleando, hay un espacio ordenado, con cuadros técnicos, una fundación activa y referentes en muchas provincias”, sacan pecho ante este diario desde ese espacio.

El excandidato volvió al ruedo “como un cinco”. Así lo definen en su entorno, apelando a la metáfora futbolera: si en otros tiempos le tocó ir de nueve, ahora es momento de pararse en el medio, distribuir la pelota y leer el partido. Su apuesta es clara: construir una nueva mayoría que funcione como contrapeso al experimento libertario. Una fuerza que amplíe el centro político y sume actores diversos, incluso aquellos que hoy parecen distantes. Sus armadores se imaginan una estrategia similar a la de Lula da Silva en Brasil: un tejido de alianzas con sectores de centro y centroderecha, primero para ganar una elección cerrada, y luego para sostener la gobernabilidad. Un frente anti Milei que ya suena en boca de varios dirigentes.

Mientras tanto, Massa reparte sus días entre la actividad privada y la rosca política. Construyó una buena relación con Cristina Kirchner y una tribu propia. Desde su usina, la Fundación Encuentro, se elaboran informes técnicos que funcionan como insumo para legisladores y gobernadores. Energía, sistema tributario y un pormenorizado análisis del deterioro de la microeconomía componen el menú de temas que alimentan a sus dirigentes. El diagnóstico que allí se traza es contundente. El gobierno llegará a octubre con un doble desgaste —económico y político— difícil de disimular. En ese escenario, el resultado de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires va a exponer los problemas entre el gobierno y el PRO. Un contexto social cada día más endeble, los obligará a ir juntos en la provincia para enfrentar al peronismo.

Por eso Massa se opone al desdoblamiento y adelantamiento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Considera que no hay motivos para exponer la interna peronista. En su lógica, es tiempo de replegarse. Su espacio ya propuso una salida alternativa: retrasar las elecciones provinciales hasta noviembre, que por ahora fue rechazada. “Si el gobierno llega unido con el PRO a octubre y nosotros no, van a ganar las elecciones y van a contener su inestabilidad económica por el triunfo político “, analizan.

“Hay mucho para laburar como para andar siempre enojados por algo”, advierte uno de los encargados de bajar la línea massista en la mesa política que intenta destrabar la interna en la provincia de Buenos Aires. El eje de la discusión gira en torno a la conveniencia o no de realizar las PASO y al desdoblamiento de las elecciones nacionales, una idea que impulsa el gobernador Axel Kicillof. “Nosotros no nos vamos a dar por ofendidos”, agrega tras el último cortocircuito que desató el proyecto presentado por la senadora provincial del ala cristinista, Teresa García, para convocar a elecciones concurrentes: que los comicios provinciales y municipales se celebren en el mismo día que los nacionales, en urnas separadas. Cerca del gobernador, esa jugada se leyó como un quiebre, un punto de no retorno en medio de una negociación empantanada.

Desde el massismo, sin embargo, buscan desdramatizar: “Es un mensaje político por escrito”, explicó un dirigente a Página/12, que reconoció además que “están bloqueados”. No solo por las posturas intransigentes, sino porque en la Legislatura provincial nadie logra los dos tercios de los votos necesarios para inclinar la balanza.

El reloj ya empezó a correr y la tensión crece a medida que se acerca el jueves 3 de abril, cuando la Legislatura deberá pronunciarse sobre la suspensión de las PASO provinciales. Si no lo hacen, desde la Plata advierten que “el gobernador fijará su calendario como lo hacen los demás gobernadores”. “Si pone la fecha por decreto, es una invitación a romper”, advierten desde el entorno massista.

En silencio, pero no inmóvil, Massa busca descomprimir tensiones y evitar fracturas. Su apuesta es articular desde la unidad y concentrar los esfuerzos en las provincias que este año eligen senadores. Con la mira puesta en 2027, intentará esquivar el llamado de octubre y proyectar a figuras propias como Alexis Guerrera, Guillermo Michel en Entre Ríos, la cordobesa Tania Kyshakevych y Sebastián Galmarini como posibles candidatos para las próximas elecciones legislativas. Massa juega su juego: sin estridencias, pero con cálculo.