El ejército israelí ordena el mayor desalojo de población en Gaza desde la reanudación de la guerra | Internacional

El ejército israelí ordena el mayor desalojo de población en Gaza desde la reanudación de la guerra | Internacional


En pleno Aid el Fitr, la importante festividad musulmana que marca el fin del mes sagrado del Ramadán, el ejército israelí ha ordenado el desalojo urgente de casi toda la ciudad de Rafah, donde se calcula que viven unas 50.000 personas, y de otras zonas colindantes en el sur de Gaza porque se dispone a operar allí “con intensidad”. Es la mayor orden de evacuación en el enclave palestino desde que Israel rompiese el alto el fuego con Hamás el pasado día 18, retomando los desplazamientos forzosos y los bombardeos intensos, que han causado desde entonces más de 1.000 muertos, tras sumar 80 en las últimas 48 horas, según el balance difundido este lunes por las autoridades sanitarias de la Franja. Un portavoz militar israelí ha ordenado a los habitantes de Rafah y alrededores dirigirse “inmediatamente” a Al Mawasi, la abarrotada zona de tiendas de campaña para desplazados que Israel define como humanitaria, pero ha bombardeado en varias ocasiones, la última este mismo lunes, que ha dejado dos muertos.

En la víspera, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, había dado cuenta de la decisión del gabinete de seguridad de “aumentar aún más la presión”. También describió su plan en Gaza: que Hamás se rinda y entregue las armas, para que Israel “se ocupe de la seguridad general” y “permita la aplicación” del plan del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de vaciarla de sus más de dos millones de palestinos. Su Gobierno ya mantiene el bloqueo a la entrada de bienes más largo desde el inicio de la guerra, sin alimentos, ayuda humanitaria, combustible ni medicamentos desde hace casi un mes. También ha cortado la escasa electricidad que aún vendía a la Autoridad Nacional Palestina y que alimentaba la planta desalinizadora.

La orden de evacuación ha devuelto a Rafah desde la mañana las imágenes de familias agotadas cargando con sus pertenencias, a pie, en vehículos o en carros. En las imágenes de los medios con presencia en Gaza —Israel impide la entrada libre a la prensa desde el inicio de la guerra, en octubre de 2023, a raíz del ataque de Hamás— puede verse a gente escapando de las zonas marcadas por el ejército israelí con mochilas, sillas de ruedas, colchones, esterillas, bidones de agua, cacerolas, tiendas de campaña o carritos de bebé. El ejército asegura que vuelve a combatir en Rafah “con intensidad para eliminar las capacidades de las organizaciones terroristas”.

Para los gazatíes, es el enésimo desplazamiento forzoso en año y medio de guerra, sepultado el respiro de casi dos meses de tregua. En su último dato disponible, la oficina de asuntos humanitarios de la ONU (OCHA, en sus siglas en inglés) estima que más de 142.000 personas han tenido que escapar solamente en los primeros seis días desde la ruptura del alto el fuego.

20% del territorio

Israel ya ha emitido órdenes de desalojo en un quinto del territorio de la Franja, sin contar ni el corredor Netzarim (una posición que separa norte y sur y que las tropas abandonaron en el marco del alto el fuego y han reocupado recientemente) ni los contornos en los que quedaron los soldados. Se lo permitía el acuerdo de tregua, firmado en enero, durante las seis semanas de su primera fase, en la que se acabó quedando.

Rafah está precisamente entre los lados oeste y este de esa zona tampón en los contornos: entre la divisoria con Israel y el denominado Corredor Filadelfia, la frontera entre Gaza y Egipto que el ejército israelí tenía que haber abandonado, en virtud de lo que firmó en el acuerdo, pero nunca lo hizo.

La nueva orden de desalojo tiene, además, un componente simbólico de déjà vu. Hace un año era la última zona de Gaza sin invadir, donde la mayoría de los más de dos millones de gazatíes habían acabado concentrados, tras escapar del norte y el centro. La comunidad internacional llamó al Gobierno de Netanyahu a dar marcha atrás en su intención de lanzar una gran ofensiva en Rafah y hasta el entonces presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegó a definirla como una “línea roja”. Al final, Israel efectuó una amplia y larga operación que Biden acabó bendiciendo, con el argumento de que era limitada.