¿Y si la electricidad pudiese curar? Las obsesiones de Graham Greene | El hacha de piedra | Ciencia

¿Y si la electricidad pudiese curar? Las obsesiones de Graham Greene | El hacha de piedra | Ciencia

Los personajes de Graham Greene se debaten entre la moralidad y el deseo. Si tuviéramos que elegir una novela en la que esto se manifiesta con intensidad, esa sería, sin duda, la titulada El final del affaire (Libros del Asteroide). Se trata de una novela perturbadora con un triángulo amoroso donde los celos y la religión tensan la trama. Si atendemos a la categoría religiosa, el autor británico recrea un personaje inquietante; lleva el rostro marcado y, por si fuera poco, trae un discurso quimérico, cercano al de un iluminado. Consigue estremecernos.

Cada vez que se presenta, en vez de una historia de amor, parece una de terror al estilo de El exorcista. Este personaje de cara marcada nos sirve hoy de hilo conductor para hablar de la urticaria, pues, según parece, es el origen de su estigma; una reacción alérgica que inflama la piel y origina ronchas, ya sean rojizas, si la piel es blanca, o moradas, si la piel es oscura. Estas aparecen y desaparecen en el mismo día. Pero si la urticaria es crónica, entonces puede durar más de la cuenta. Todo indica que es la sufrida por el personaje de Graham Greene.

Por lo general, el tratamiento a seguir obedece a un protocolo de antihistamínicos que son los que bloquean los receptores de histamina, compuesto orgánico que libera el sistema inmunitario. Con todo, la marca del personaje de Graham Greene es tratada con electricidad y aquí tenemos que hablar de una técnica de tratamiento de mínimo riesgo que utiliza corrientes de alta frecuencia para generar calor. Se denomina “diatermia”, vocablo que nos remite al doctor alemán Carl Franz Nagelschmidt (1875-1952) y que proviene de dos términos griegos: διά (diá) que significa “a través” y θερμός (thermos) que sería “calor”. Con esto, durante una exposición en Dresde (1907), el doctor Carl Franz Nagelschmidt explicó la subida de temperatura que experimentan los tejidos vivos al recibir una corriente de alta frecuencia.

Sin embargo, el principio de la electroterapia se lo debemos a Jacques Arsène D’arsonval (1851 -1940) quien, en 1892, presentó el uso de corrientes de alta frecuencia como tratamiento favorable a enfermedades de la piel y de las membranas mucosas. Corrientes a frecuencias de 10 kHz o más altas resultaban indoloras en contraste con las dolorosas contracciones musculares de frecuencias más bajas. En nuestra medicina se pone el énfasis en la química, dejando en un segundo plano la interacción que se da entre cuerpos que poseen carga eléctrica, obviando, muchas veces, el flujo de partículas subatómicas (electrones) generadoras de campos electromagnéticos. La utilización de corrientes de alta frecuencia en medicina es prueba evidente de que la carga eléctrica funciona como tratamiento para algunas dolencias.

Por ello resulta interesante encontrar en una novela el uso de electricidad con fines médicos. En este caso para borrar las marcas en la piel. La novela de Graham Greene se publicó en 1951 y la historia se desarrolla durante la Segunda Guerra Mundial, bajo los bombardeos londinenses de la campaña alemana conocida como el Blitz; con su escritura, Graham Greene puso de manifiesto sus obsesiones, su fantasma teológico y su afecto por el conflicto como fundamento de la ficción. Como bien aseguró en cierta ocasión, prefería tener sangre en las manos que agua como Pilato.

El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.