“Necesito un préstamo“, indicó el jubilado que ingresó a una dietética en el barrio Sargento Cabral, en la provincia de Santa Fe, para luego, en cuestión de segundos, cambiar las reglas y plantear: “Esto es un robo“. La empleada soltó una carcajada; pensó que se trataba de un chiste. Sin embargo, la sonrisa se le fue desdibujando en la medida en que el hombre, aparentemente de entre 70 y 80 años, le mostró una pistola con la que empezó a amenazarla.
“Dame la plata, la necesito“, insistió el señor, mientras le juraba a Valentina -quien se encontraba cerrando el local de la calle General Paz al 5000- que realmente se trataba de un asalto.
“Dámela porque no voy a responder de mí”, continuó el ladrón, quien optó por no apuntar a la víctima con el arma.
“No tengo nada, señor”, respondió la joven que se acercó hasta la caja. El hombre replicó: “¿Cómo no vas a tener? Dámela, por favor te lo pido“.
“Es todo lo que tengo, es lo de los proveedores”, le dijo la comerciante mientras se trasladaba a otro sector del local, al momento que le entregó el dinero.
Ante la insistencia de que le diera más plata, la chica comenzó a gritar: “¡No me amenaces, no tengo! Andá y mirá. No me hagas poner nerviosa”. Al mismo tiempo, le señalaba al jubilado -que se mostraba titubeante en su accionar- dónde podía chequear lo que le estaba indicando.
Cuando logró tomar una distancia prudente, la joven corrió hacia la puerta y escapó a la calle en busca de ser socorrida. Por su parte, el hombre salió apresurado y, finalmente, huyó con $200.000.
“Yo salí corriendo para la verdulería a pedir ayuda. Los chicos lo siguieron, pero (el delincuente) entró en un pasillo de la calle Lavalle y se escapó”, declaró la empleada al medio local Sol Play. Allí también comentó que nunca había visto al asaltante y descartó que viva en el barrio.