El pintor británico David Hockney decidió hacer a Paris un regalo de primavera: mostrar en la Fundación Vuitton los últimos 25 años de su trabajo .Una colección de 400 obras desplegadas en el espectacular edificio en el Bois de Boulogne, diseñado por su amigo, el arquitecto Frank Ghery. El primer día esperó a sus invitados en la puerta.
Una exposición con un recorrido por todos sus estilos y esos colores californianos, que lo acompañan en su nostalgia por Yorkshire, su tierra de origen, su obsesión con las estaciones del año y los árboles, sus amores prohibidos por la ley británica, o sus últimos años en una chacra de Normandía. Desde sus caminos, casas y árboles de su Yorkshire natal, sus efebos, a las piscinas de California. La estética para Hockney son las variaciones de la luz y correr cada primavera para capturar la belleza blanca de las plantas de coronitas de novia en los caminos británicos.
Once salas
Con 87 años y en silla de ruedas, con sus trajes excéntricos, su gorra, su corbata aun cuando pinta, demostró en estas 11 salas de la Fundación que es uno de los más artistas más remarcables y más populares del siglo XXI. Con sus obras continúa sorprendiendo, asombrando, aplaudiendo. Sus colores iluminan la primavera parisina.
La muestra se inicia con un retrato de su padre en Bradford, donde el nació. Desde su infancia en Yorkshire, en el norte de Inglaterra,el “swinging London“ de los años 60, sus estudios en el Royal College of Art de Londres, cuando aceptaban su acento típico de su región y se sentía libre para admitir su homosexualidad.
Su descubrimiento de California y sus piscinas azules el Gran Cañon, Los Angeles, en cuyas colinas de Hollywood iba a elegir vivir.Su regreso a Yorkshire para acompañar a su mamá Laura, que muere en 1999 , y a un amigo con cáncer. Los árboles, la lluvia, el agua, las flores. Su oportuno descubrimiento de Normandía, tras una estadía a en la Ferme St Simon de Honfleur, cuando viajaba a Bayeau a ver los famosos tapices, y su amor por la opera.

Esta biografía de vida está en su exposición, que los críticos ya han descripto como “sublime e indispensable”.
Hockney siempre ha pintado lo que sus ojos han visto, lejos de la abstracción de moda en su época más joven. El inventó técnicas para representar las realidades que estaban delante de él, con Pablo Picasso como su héroe personal.
Utilizó la pluma, los crayones, los pinceles sobre tela , el acrílico. La fotocopiadora, la Polaroid, y recientemente, los Iphones y Ipads, que le dieron a su pintura un nuevo carácter de inmersión. El pasado, el presente y el futuro, como le gusta decir, “como yo lo veo”.
Cada pintor tiene sus obsesiones. En el caso de Hockney son las piscinas de Los Angeles y su magistral técnica para pintar el agua y los retratos, incluidos los autoretratos que están en la muestra.
Hockney siempre buscó nuevos instrumentos para su estilo. Desde la fotografía a las técnicas perdidas de los grandes maestros, como el uso de la cámara oscura, a los aparatos digitales del siglo XXI. El observó que la utilizaban Vermeer y Caravaggio en sus obras. Estudió a todos los maestros en la historia del arte para ver como cada uno representaba a su epoca. Es un auténtico especialista.

Covid en Normandía
El maestro británico ha pintado con la misma intensidad la campiña británica y la francesa, en Yorkshire o en su casa de Normandía, encerrado a causa del Covid. Pero libre de pintar sus árboles, sus camino, sus vecinos, sus asistentes, su “maison à colombages” con maderas exteriores desde todos los ángulos y las flores.Todas sus obras, muchas de su propia colección privada, están en la exposición en Paris.
Vanguardista descubrió que podía pintar con el Ipad y con el Iphone. En esos días lúgubres del Covid en Normandía, pintaba floreros con flores, con un aire de Van Gogh, su otra gran maestro, que enviaba a los amigos por mail , para alegrarles la vida en la pandemia.
“Recuerde, el sol ni la muerte se pueden mirar por largo tiempo”. Palabras de La Rochefoucauld, que el escribió. Es lo que el proclamó frente a una imagen especular del sol al amanecer en Normandía. Está escrita en la exposición Vuitton.

Miraba los amaneceres y eso le permitió observar la luz, pintar la luna. Y pintar con su Ipad, que luego imprimió sobre el papel, en uno de las salas más originales de la muestra,.
“Cuando yo comencé a preparar esta exposición hace dos años, pensé que era importante pasar revista a varios cuerpos de obras realizadas a lo largo de los años para elaborar una selección representativa para el público. Esta exposición significa una importancia considerable para mi: es la más grande que yo jamás haya organizado. Once salas en el gran edificio parisino de la Fundación Louis Vuitton, concebida por mi amigo de Los Angeles, el arquitecto Frank Ghery”, escribió Hockney en su catálogo.
“Pocos artistas han recuperado con tal frecuencia los mismos temas y los mismos modelos durante más de 60 años. Yo lo que he intentado hacer, es de hacer compartir a la gente alguna cosa, porque es el arte es compartir. Uno no es artista si no quiere compartir una experiencia, un pensamiento”, concluyó Hockney en su catálogo.
Allí está esa frescura que genera alegría, esos colores brillantes de verano y esos retratos únicos de su familia, de sus amigos, de sus enfermeros, de J.C (Jean Pierre) Goncalvez, su compañero de vida. Y esos sublimes obras como The Bigger Splash, Pool with Two Figures en California en 1971, dos de sus míticas piscinas. O Winter Timber, donde él le da luz a esos árboles con maderas cortadas en Yorkshire. Todas sus grandes obras han sido reunidas para esta muestra.

La sala de retratos
La sala de retratos es una de las atracciones. Allí se encuentran artistas como John Baldessari y Frank Gehry, historiadores del arte como Donatien Grau, familiares de una familia muy querida, amigos y las dos enfermeras, que nunca se separan de su lado.

Muy emocionante el retrato de JP Gonzalves de Lima, su pareja, en crisis, tras un drama. Hockney lo representa llorando, la cabeza entre las manos, los codos en las rodillas, en la misma pose del Viejo Hombre Triste de Van Gogh, que es una de sus grandes referencias artísticas. También muestra a su perrita Tees. Pinta un marinero, familiar de JP, evocando al Joven Marino de Matisse, otro de sus ídolos.
Para Hockney, la opera es “el teatro del exceso”. En la sala 10, la más monumental del edificio, se despliega una creación polifónica y visual disponiendo en luz y movimientos los decorados y ropas creadas por Hocknet para la opera ”El niño y los sortilegios” de Maurice Ravel y “Les Mamelles de Tirésias” de Francis Poulenc.
La exposición se cierra con dos nuevas obras de Hockney en su nuevo atelier londinense. “After Munch:Less is Know that peopke think”, que se inspira en una frase que encontró en The New Times 25 años atrás y distribuía a sus amigos. La segunda es “After Blake: Less is Know what the people think”, que reenvía las obras a William Blake y sus preocupaciones espirituales.
Hockney vivió a dos veces en Paris. En 1973, en St Germain de Pres, donde trabajó con Pablo Picasso y sus grabadores. Luego este incansable viajero descubrió en el 2018 a Normandía .Se instaló en una vieja chacra normanda, con “una maison a colombages”, tradicional como las que hay en el sur de Inglaterra. Se mudó a Londres porque se sentía invadido por los visitantes, muy discretamente, y porque la salud lo requería.
No habla bien francés pero nunca se sintió limitado. El banquero y Mecenas, Philippe de Rothschild le recomendó: ”No lo aprenda. Usted será corrompido”. Hockney le hizo caso. Una forma de mantener su libertad hasta ahora y embellecer las más simples cosas de la vida.