En la nueva normalidad de la política comercial de Donald Trump es perfectamente posible que un viernes por la noche se anuncie de tapadillo la exención de aranceles para móviles, ordenadores, chips, memorias USB y otros bienes tecnológicos que no se fabrican en Estados Unidos y que, menos de 48 horas después ―cuando los jefes de Silicon Valley ya habían celebrado el alivio de verse libres de la furia proteccionista de Washington― tres miembros del Gobierno rectifiquen en sendas entrevistas en los programas dominicales de información política y el propio Trump confirme esas exenciones serán “temporales” y que sí habrá aranceles para los chips.
Sucedió este fin de semana. Primero llegó la sorpresa de comprobar que una abstrusa lista de letras y números publicada sin fanfarria alguna por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en sus siglas en inglés) escondía una excepción para el sector tecnológico, que dejaba de verse afectada por la política de aranceles “recíprocos” de Trump. Esto es: del 10% para decenas de países y del 145% para China, potencia rival con la que Estados Unidos se ha enredado en una escalada en las tasas que se aplican mutuamente (el órdago acabó con un 125% para los productos estadounidense exportados al gigante asiático).
El domingo, tres de los hombres que susurran al oído de Trump en materia económica se dieron una vuelta por los platós de los programas de entrevistas políticas de ABC, CNN y NBC para defender las aparentes contradicciones de una política comercial errática que está causando una enorme confusión de consecuencias graves para los mercados y las empresas. Abrió fuego Howard Lutnick, secretario de Comercio, que declaró que Trump podría anunciar nuevos aranceles “en el próximo mes o dos” que afectarían no solo a los semiconductores, sino también a las importaciones farmacéuticas, otra prioridad en la cruzada proteccionista de la Administración.
Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, dijo después que los chips “son un componente clave de muchos equipos de defensa” y que nadie debería “soprednderse” si acaban pronto gravados. Jamieson Greer, el representante comercial de Estados Unidos, matizó por ultimo que “no es [cierto] que [los semiconductores] no estarán sujetos a aranceles”, sino que se los colocará bajo un “régimen diferente”.
La última palabra
Faltaba Trump, por supuesto, que siempre se reserva la última palabra en su Administración. En su red social Truth, el presidente indicó el domingo que ha ordenado un estudio “amplio” sobre la mejor manera de imponer “aranceles a los productos electrónicos” atendiendo a razones “de seguridad nacional”. “Nadie se librará de las injustas de responder por las balanzas comerciales y las barreras arancelarias no monetarias que otros países han utilizado contra nosotros, especialmente China, que, con mucha diferencia, [es el país que] nos trata peor”, añadió Trump.
El presidente aprovechó para echar la culpa de su caótica política arancelaria a los medios que se dedican “a las noticias falsas”. “El viernes no se anunció ninguna ‘excepción”, escribió. Estos productos están sujetos a los aranceles vigentes del 20% [impuestos a China] para [detener el tráfico de] el fentanilo”. “[La prensa] lo sabe, pero se niegan a contarlo”. Estamos analizando los semiconductores y toda la cadena de suministro de productos electrónicos en las próximas investigaciones arancelarias de seguridad nacional. “Está claro: necesitamos fabricar productos en Estados Unidos y no ser rehenes de otros países”. El mensaje acababa como de costumbre con un “¡Haremos que Estados Unidos vuelva a ser grande!”.
Cabe calificar de fantasiosa la aspiración de Trump de conseguir que todos esos componentes tecnológicos que empresas como Apple importan para producir productos estrella el iPhone se fabriquen en Estados Unidos. Algo así llevaría años. Entre tanto, las nuevas tasas anunciadas por el presidente estadounidense vaticinaban un incremento de unos 700 dólares en el precio de un iPhone valorado en mil dólares. Según informa The New York Times, emisarios de Apple han estado esta semana presionando a la Casa Blanca para que la Administración repiense su política agresiva con China, de la que la tecnología depende sobremanera.
La noche anterior, los reporteros a bordo del Air Force One, el avión presidencial, le preguntaron sobre las exenciones para la industria tecnológica y los gravámenes específicos a los semiconductores, y el presidente dijo: “Les daré la respuesta el lunes. Seremos muy específicos. Pero estamos ingresando mucho dinero. Como país, estamos ingresando mucho dinero”, avisó. El lunes, la Casa Blanca acoge también la visita de Nayib Bukele, presidente de El Salvador.