Una comedia emotiva contada desde el corazón

Una comedia emotiva contada desde el corazón

Desde el 17 de este mes se podrá ver en los cines la segunda película dirigida por Adrián Suar quien encabeza el elenco junto a Natalie Pérez, Fernán Mirás y Benjamín Rojas. Con el título de Mazel Tov ya se presentó en el Festival de Málaga. “Me invitaron –aclara Adrián Suar– sabían de la película y me propusieron ir. Me pareció muy lindo estrenarla primero ahí, probarla. Fue fantástico lo de Málaga, con un público muy diferente al nuestro. El film es universal, porque ni siquiera habla del judaísmo: es una familia de la colectividad, pero podría ser cualquiera. Son los vínculos lo que atraviesan a Mazel Tov, que se puede traducir como enhorabuena, felicidad, es una expresión de alegría”.

El guión es de Pablo Solarz y el listado de intérpretes que se ven en esta ficción incluye a Alberto Ajaka, Lorena Vega, Guillermo Arengo, Esteban Bigliardi, Ariadna Asturzzi, Lula Mangone, Pablo Fábregas, Aaron Palomino, Adriana Aizenberg y la actuación especial de Rodolfo Ranni.

—¿Por qué pasaste de actor y productor a director de cine? Tu primera película en ese nuevo rol fue “30 noches con mi ex” (2022).

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

ADRIÁN SUAR: Porque es un paso a veces lógico, si fuiste productor. En un momento, esto forma parte de todo lo que estoy aprendiendo y sabía que lo quería hacer. Busqué estar preparado y sentí que podía dar el salto. La dirección es algo que me gusta y que lo voy a seguir haciendo por mucho tiempo más.

—¿Se podría considerar que armaste una dupla con Pablo Solarz de guionista y vos como director? ¿Le propusiste el tema de los cuatro hermanos?

A.S: No lo armamos así, pero viene siendo una dupla. Nos llevamos muy bien y es parte de mi vida cinematográfica. Hicimos muchas películas juntos como Un novio para mi mujer, Me casé con un boludo y 30 noches con mi ex. Se gestó porque tenía en la cabeza el tema de los hermanos, quería hacer una película más familiar, íntima. Le conté a Pablo (Solarz) lo que tenía ganas y empezamos a trabajar prácticamente de cero. Escribió solo un tiempo y después juntos. Nosotros pensamos pararlo como las cuatro patas de una silla: el nacimiento, un casamiento, una fiesta y la muerte, como otra ceremonia más. (N.d.R. también Suar forma parte de un cuarteto de hermanos junto a Jeffrey, Paul y Sabrina)

—¿Fue difícil armar el elenco?

A.S: Son actores que me gustan mucho. Por ejemplo, Natalie (Pérez) me encanta, es una actriz muy sensible y la conozco muchísimo por Polka. Sabía desde un comienzo que mi hermano mayor sería Fernán (Mirás) porque sentía que la dupla iba a ser muy buena. Y Benjamín (Rojas) fue para mí la revelación, porque actúa tanto las escenas dramáticas como las de humor.

—¿Por qué buscaste correrte del humor?

A.S: Porque con el correr de los años también uno va experimentando. Hice mucha comedia y me encanta, pero empiezo a tratar de buscar otras cosas para volver a la comedia y salir de mi registro, para generar una sorpresa. Como productor siempre he contado historias emocionales. Tengo muchos años tocando la temática humana familiar, pero esta vez lo hice en el cine. Como un registro más de una película de vínculos.

—Dirigir y actuar en simultáneo: ¿cómo fue?

A.S: No soy un director caótico, sé muy muy bien lo que quiero y voy muy preparado al set. Viene conmigo Gustavo Bermúdez, está en toda el área de dirección. Cuando estoy actuando es él que me dice algo, me habla, o sea que en ese sentido estoy muy cubierto. Es un codirector conmigo. Hablamos todas las escenas y las vemos.

—¿Cómo fue actuar con el director de la película al lado?

FERNÁN MIRÁS: Es muy difícil y agotador para el director, pero para uno para nada. Él tiene mucha habilidad, se desdoblaba tranquilamente, además tiene mucho conocimiento como director. Trabajé con Adrián en Polka y como productor artístico cuando empezabas a hacer un programa él venía y te decía algo respecto a lo que estabas haciendo. Nos conocemos desde muy chicos, integrábamos La banda del Golden Rocket en los noventa. Para mí el traslado de él como director no me resultaba raro. Estaba confiado, pero descubrí que tiene mucho conocimiento de las lentes y decidiendo dónde poner las cámaras. El que además sea actor te da mucha confianza y cierta libertad a la hora de actuar, porque confía en uno.

NATALIE PÉREZ: Adrián hace que todo sea muy simple, siempre tiene buena predisposición, onda y energía. La verdad no sé cómo hace. Pero a mí a nivel personal ya me pasó trabajar con él como compañero, como director, como jefe, porque aparte es un poco todo. Lo conozco de toda la vida, por su popularidad, antes de trabajar con él. Tengo un respeto y una barrera que no puedo cruzar, por más que sea mi compañero, para mí es mi jefe y el director de la película. Mantengo una distancia inconsciente, porque él no la tiene. Él es un generador, como un gran padre de familia. Fue fácil porque él hace que lo sea.

BENJAMÍN ROJAS: No tuve ninguna dificultad. Me identifico mucho con la forma de ser de Adrián en el trabajo. Lo conecto muy bien. Genera un clima de confianza y de confidencia, como de grupo. Al principio, me llamó la atención que mientras hacía la escena con él, me dirigía y me decía: “vamos de nuevo desde acá.” Uno está acostumbrado a escuchar esto desde afuera de la escena, no te imaginás que te lo diga quien está actuando con vos. Al principio, me generaba gracia, después me acostumbré. Es una característica de trabajar con un actor/director. Generó un clima de cordialidad, tal vez por ser Adrián también actor, colega. Y eso ayuda a relajar. Estaba muy pendiente para lucirme porque tenía escenas con Adrián, con Fernán Mirás y Natalie Pérez.

—¿Cuáles creen que fueron las escenas más difíciles de la película?

F.M: Las escenas bastantes duras de hacer tenían que ver con la incomprensión entre los hermanos. La confrontación con el personaje de Adrián me resultó difícil, pero me gustó hacerla.

N.P: La que más me costó es donde tengo menos texto, pero mucha escucha.

B.R: Una escena nos tentamos con Fernán (Mirás) y era muy seria, ya que estábamos en el cementerio. Las de discusiones entre hermanos también fueron complejas.

—Compusieron personajes de una familia judía: ¿qué buscaron?

F.M: (Se ríe) Después de Truman, parece que me estoy especializando. Tengo amigos judíos, como uno tiene que decir para quedar bien y no siento mucha diferencia. Tal vez de conocernos algo se filtra, porque más de uno de la colectividad judía me dijo que me parecía. Hace poco hice el rabino para la película La carta de Rodrigo Vila y tuve una escena junto a Harvey Keitel en inglés.

N.P: No hay mucha diferencia. Preparé el personaje con una directora de actores que es Dalia Elnecavé. Me aprendí canciones en idish. Tengo muchos amigos de la colectividad judía, que me fueron diciendo, por ejemplo la importancia de las comidas. No sólo en las fiestas sino también en la vida cotidiana y son las mujeres las que la preparan también las que insisten para que comas. También detalles de pronunciación, por ejemplo la “s” al decir Israel.

B.R: El trabajo del actor es el final, llegar a la escena y decir lo que hay, pero hubo meses de prueba de vestuario, peinado, maquillaje, luz y puesta. Hay muchas áreas detrás de nuestra actuación. Con el vestuario me fui aclimatando, a mí me sirve mucho, como el peinado, aquí incorporé un arito, me dejé la barba más larga que nunca, que no uso. Todo eso me fue armando a alguien que era lejano a mí. Como no soy judío, eso también fue un desafío.