Carlos Alcaraz tuvo una semana de renacimiento, de recuperar la sonrisa. La había empezado reconociendo que la presión por no poder volver a ser el mejor del ranking ATP en la gira sobre su superficie favorita (el polvo de ladrillo) influyó de manera negativa en su rendimiento. Por eso difícilmente olvidará el título que este domingo consiguió en el Masters 1.000 de Montecarlo, la histórica antesala de Roland Garros, en la que enderezó un mal inicio, frenó el empuje y el entusiasmo del italiano Lorenzo Musetti, que acabó fundido y maltrecho físicamente, y remontó el encuentro con parciales de 3-6, 6-1 y 6-0.
“Se me pasa por la cabeza la familia, mi gente. Ha sido un mes bastante complicado para mi. Después de Miami fue un mes difícil. Tenía que centrarme después de una semana de entrenamiento. Estoy muy contento de cómo me han ido las cosas. Feliz y con ganas de seguir”, reconoció Alcaraz, todavía sobre el court, sobre cómo vivió es último tiempo.
El murciano consiguió el decimoctavo título de su carrera, el segundo del 2025 tras el de Róterdam y el sexto de la categoría Masters 1000, aunque fue el primero con el mar Mediterráneo como telón de fondo. Con 21 años y 11 meses, una edad inusual para estos logros, Alcaraz completó la quinta victoria más precoz del siglo en Montecarlo, solamente por detrás de los cuatro primeros títulos logrados por el máximo campeón histórico Rafael Nadal, entre 2005 y 2008.
“Tengo que estar centrado en lo que tengo que estar, en el juego”, insistió Alcaraz, al tiempo que recordó la presión a la que estuvo sometido tras perder en Miami en primera ronda y después de ganar su tercera final seguida en polvo de ladrillo tras la de Roland Garros, con victoria, y la de los Juegos Olímpicos de París 2024, perdida contra Novak Djokovic.
El español regresará este lunes al número 2 mundial por primera vez desde noviembre -superando al alemán Alexander Zverev– y sale de Montecarlo como número 1 del ATP Live Ranking con 2.410 puntos sumados en la temporada.
En el Principado, volvió a necesitar de una mejoría en su juego para reconducir un partido, tal y como le sucedió en su primer compromiso ante el argentino Francisco Cerúndolo, y en cuartos, contra el francés Arthur Fils, donde tuvo que enmendar un irregular arranque.
Este domingo, tardó una hora y 46 minutos en cerrar un choque que en el tramo final fue un trámite por la escasa resistencia que terminó por ofrecer su rival, mermado físicamente, asistido en la cancha por el fisioterapeuta y sin solución a un dolor en el recto del muslo derecho. Condicionado por el esfuerzo de toda la semana en la que lidió con partidos duros, cinco de ellos resueltos en tres sets. El último, ante el australiano Alex de Miñaur en semifinales, con pocas horas de descanso. Excesiva tensión para el italiano.
Alcaraz fue a lo suyo. Después de un mal arranque que le costó el set. Ganó el español el primer juego, pero Musetti, a buen nivel, ganó los cuatro siguientes (4-1) y cerró la manga. Se puso con ventaja Musetti, que se topó después con la solvente reacción de Alcaraz. Mejoró el español al ganar por 6-1 el segundo. Los primeros síntomas de flaqueza irrumpieron en el cuerpo del transalpino, resignado a la derrota en la final más importante de su carrera.
Nunca había jugado la de un Masters 1000, Musetti, que presume de los títulos del 2022, en Napoli y Hamburgo, donde venció, por única vez, a Alcaraz.
“Lo siento mucho, espero que no sea mucho”, le dijo el campeón a su rival, en la red, al terminar el partido. Musetti levantó la bandera blanca tras el 3-0 del tercer set, en el intercambio, después de ser asistido.
Se impuso con claridad el español en la séptima final de Masters 1000 que disputaba y la primera desde Indian Wells hace 13 meses. Es el tercer Masters 1000 en polvo de ladrillo tras los dos éxitos en Madrid y el noveno sobre esa superficie en su palmarés general.