La partida de Mario Vargas Llosa deja un enorme vacío en el alma de quienes se asomaron a su obra y hallaron en su literatura una compañía para sus horas más felices y aciagas. El Nobel de Literatura murió este domingo a los 89 años, tan solo dos semanas después de haber celebrado su cumpleaños en su casa de Barranco, en Lima, la ciudad con vista al mar de la que nunca se desconectó y adonde regresó para disfrutar sus últimos atardeceres.
La noticia la dio Álvaro, su hijo mayor y cómplice de innumerables aventuras literarias. “Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores alrededor del mundo, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, reflexionó el también escritor en un comunicado difundido a través de sus redes sociales.
Desde el año pasado, Vargas Llosa inició una serie de “paseos discretos” por los lugares que inspiraron su obra. Apoyado en su bastón asistió a una función privada de teatro para presenciar la adaptación de su novela ¿Quién mató a Palomino Molero? Poco después recorrió el Leoncio Prado, el colegio militar donde estudió parte de la secundaria y retrató la complejidad del Perú en La ciudad y los perros, la novela que lo encumbró a inicios de los sesenta. También caminó por el bar donde se gestó Conversación en la Catedral. Sus últimos paseos fueron en Barrios Altos y el mítico Cinco Esquinas.
A diferencia de otras personalidades que han sido veladas en el Ministerio de la Cultura, Álvaro Vargas Llosa ha comunicado que los funerales del Premio Nobel de Literatura serán en estricto privado, en el círculo más íntimo de su padre, y que además será cremado. “No tendrá lugar ninguna ceremonia pública. Nuestra madre, nuestros hijos y nosotros mismos confiamos en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos. Sus restos, como era su voluntad, serán incinerados”, informó.
Una gran parte de los peruanos se enteraron de su fallecimiento no por los noticieros necesariamente, sino durante un partido de fútbol. Fueron los locutores deportivos del encuentro entre Universitario de Deportes y Melgar quienes dieron la noticia. Como si Vargas Llosa hubiese escrito este pasaje de su propia despedida, eligió a la U, el equipo crema que amó y veneró durante toda su vida, y a los rojinegros del Melgar, el club más popular de Arequipa, la ciudad al pie de un volcán donde nació.
En 2011, Vargas Llosa fue ovacionado en el estadio Monumental en una noche de gala, en la antesala de la presentación del plantel de Universitario de aquel año. Lo hicieron socio honorario y, fiel a su costumbre, el escritor dio un discurso memorable. “Este es el más emocionante homenaje que he podido recibir, la U es mucho más que un club de fútbol, es un mito, una leyenda, una tradición, una de las más hermosas historias que ha escrito el deporte peruano”, expresó, remeciendo las tribunas.
Pedro Cateriano, uno de sus amigos más cercanos, autor de su biografía política, manifestó su dolor en sus redes sociales. “Maestro y querido amigo, partes dejando una huella imborrable y de grandeza en la literatura universal. Tu lucha cívica por la cultura de la libertad y la defensa de los valores democráticos serán un ejemplo a seguir, especialmente en tu Perú. La historia recordará tu gesta”, señaló. En Vargas Llosa, su otra gran pasión (Planeta), Cateriano explica el tránsito de Vargas Llosa del socialismo al liberalismo, así como los entretelones de su campaña política en los años noventa, cuando tentó la presidencia del Perú.
El escritor Alfredo Bryce Echenique, quien compartió diversos momentos con Vargas Llosa desde que se conocieron en Europa, destacó su generosidad para siempre tener tiempo disponible para atender a sus colegas. “A Mario le debo mucho. Estuvo a mi lado cuando escribí mi primer libro. A pedido de él se lo di a leer”, contó en Radio Programas del Perú. El autor de No me esperen en abril calificó a su amigo como “un peruano de todos los tiempos”. “Nadie nos ha representado tanto como Mario. Y no solamente por su obra literaria sino por su obra en general. Su terquedad, su limpieza, su enormidad. Yo creo que es el peruano de todos los tiempos”.
Con la muerte de Mario Vargas Llosa se cierra el telón de una generación dorada de escritores de esta parte del mundo que tallaron sus nombres en la historia. Vargas Llosa ha sido el último miembro ilustre del Boom latinoamericano en cerrar las cortinas. Pero además, un hombre de letras incansable y disciplinado que transmitió sus obsesiones con genialidad hasta sus últimos años. En el 2023 se retiró de la literatura con la novela Le dedico mi silencio y también del periodismo con su última columna Piedra de Toque, colocándole un broche de oro a 33 años ininterrumpidos en EL PAÍS.
El fallecimiento de Vargas Llosa ha paralizado Perú. Sus lectores y, desde luego, también sus adversarios políticos están asimilando la noticia. “La muerte a mí no me angustia. Me gustaría que la muerte me hallara escribiendo, como un accidente”, dijo alguna vez. Entregado al fuego de la literatura y a la esgrima de la política, Vargas Llosa ha sido recibido esta noche de domingo por la eternidad.