El Quilmes Rock tuvo un cierre altísimo. Los cuatro días de festival (más la fecha especial de la Fiesta ¡FA!) culminaron con un show gigantesco de Los Piojos que demostró, una vez más, ser una de las bandas más convocantes de Argentina. A pura mística y rock and roll.
El Día Extra fue todo piojoso. Un domingo soñado para los amantes de la banda que lidera Andrés Ciro Martínez. Desde temprano, desfilaban hordas de gente con las clásicas remeras negras de rock y las icónicas banderas que luego flamearon sobre el mar de gente que copó los escenarios principales para presenciar uno de los últimos “rituales piojosos”, antes de la nueva pausa que se tomará la banda.
Sobre el final se confirmó. Tras meter siete fechas en el Estadio Único de la Plata y ser cabeza de cartel de los festivales más grandes de nuestro país, el último show de este regreso piojoso será el 24 de mayo en Parque de la Ciudad. “No se preocupen, no pasarán 15 años para vernos de nuevo”, escribieron desde las redes oficiales de Los Piojos.
Un show especial con un Tecnópolis repleto
El Quilmes Rock fue masivo. En total, unas 240 mil personas pasaron por el predio de Tecnópolis para la fiesta del rock argentino, unas 60 mil por fecha. Si bien hubo excelentes shows colmados de público, el de Los Piojos fue aún más allá. La marea de gente recorría de punta a punta los dos escenarios principales (que están pegados) y llegaba hasta el patio de comidas, generando una imagen impresionante.
“¡Buenas noches Quilmes Rock!”, lanzaba Ciro al comienzo de un recital que duró más de tres horas. La banda había anticipado que iba con todo y no iba a hacer un show corto propio de un festival de esta índole. Cuando sonaron los primeros acordes de Desde lejos no se ve el furor era total. No entraba un alma cerca del escenario donde el vocalista salía a comerse el mundo con un sobretodo bien rojizo.
Seguían Chac tu chac, Babilonia y Yiya yira. Uno tras otro hasta Civilización, tema que el frontman dedicó a la ciudad de Bahía Blanca, víctima de un temporal e inundaciones hace poco tiempo atrás. El concierto de Los Piojos se fue construyendo con breves intervenciones de un Ciro imperioso con su talento y su carisma intactos. Más vigente que nunca.

Ciro se mueve por el escenario como quiere (incluso se pasó para el de al lado en un momento) y maneja el público a su gusto. Como siempre, se tomó el tiempo de hacer su juego de anunciar varias veces el “último tema de la noche” y salió de escena en distintas ocasiones para volver con una banda recargada, que estuvo a la altura del reencuentro y supera las expectativas sin importar la ocasión.
Los Piojos es una banda versátil que genera distintos climas a lo largo de su extenso show. La base rítmica de Sebastián Cardero y Dani Buira en batería y Facundo Gómez en percusión es súper sólida y afilada. La acompaña Luli Bass, que de más está decir, supo ganarse un lugar tan importante con mucho trabajo, talento justo y el respeto necesario por la hinchada. El resto de integrantes, perfectamente amalgamados también: la sección de vientos, las teclas de Chucky de Ípoda y Juan Cucchiarelli y las guitarras de Juan Manuel Ávalos y Piti Fernández.
Los momentos clave del recital piojoso
Los Piojos brillaron en un show que tuvo de todo: la infaltable Luz de marfil con la voz del guitarrista Piti Fernández, la emotiva Sudestada con el recuerdo de Gustavo “Tavo” Kupinski, miembro fallecido de Los Piojos en 2011 y un homenaje a The Rolling Stones y Moris con una versión en castellano de It´s only rock n roll y Sábado a la noche. Dos de las principales influencias del grupo, según el frontman.

También estuvo el tema dedicado a Diego Armando Maradona. Maradó es una de las canciones más coreadas y extasiantes del recital. “Si los futbolistas fueran pintores, nueve de los diez mejores cuadros serían de Messi pero el primero sería de Diego”, afirmó Ciro antes de arrancar su emblemática prosa maradoniana.
Luego de ese tema, comenzaría la etapa final de un show que tuvo los himnos piojosos de siempre: Pistolas, Ando ganas, Ay ay ay, Ruleta, Pacífico, entre muchos otros. En Como Alí, los músicos salieron a escena con batas de boxeo y Tecnópolis fue sinónimo de fiesta. Otro gran momento se dio en Tan solo, no solo por el coro de la gente, sino porque Ciro y Luli bajaron del escenario para cantar con ellos.
Cumbia, un Iván Noble picante e invitados especiales
El último día de Quilmes Rock tuvo una gran cantidad de shows importantes: La Bersuit, La Mancha de Rolando, El Plan de la Mariposa y más. Entre ellos, se destacó la cumbia de La Delio Valdez, que cortó con tanto rock y contagió a los oyentes con un poco de clima tropical. Bastó con la apertura de La cancioncita para que todos se pongan a bailar.

Antes, había tocado Caballeros de la Quema. “Uno de los bastiones del rock barrial”, decía un joven desde el público. Una banda muy coreada que tocó por primera vez en este festival. Su cantante Iván Noble lo recordó y aprovechó para tirar un palito político: “Buenas tardes, monada. Estamos debutando en el Quilmes Rock. Mirá que hay que debutar con cincuenta y pico de años. Un poco ‘virgos’. ¿Cómo se dice ahora? Incels, un poco Incels. Falta que hagamos un video con inteligencia artificial donde el Ministro de Economía sea un espartano, un guerrero”.

En esta fecha tampoco faltaron los cruces épicos. Cruzando el charco se encargó de eso invitando a Emiliano Brancciari de No Te Va Gustar para cantar Volver a nacer y a Toti Iglesias de Jóvenes Pordioseros para hacer un cover de Descontrolado.
Una vez más, el festival dejó momentos emblemáticos para la historia del rock nacional. Tras los últimos acordes que sonaron en Tecnópolis, mientras el público emprendía la vuelta a casa, se anunciaba en las pantallas del escenario principal algo importante: el Quilmes Rock volverá en 2027.