era todo broma de un hater

era todo broma de un hater


A Matías Fulco (28), si se lo cruzaban por la calle, lo iban a matar. Sin tapujos lo afirmaban a cámara los vecinos que se turnaban para salir en vivo en el móvil de TV que cubría la historia. Un centenar de personas se agolpaban en la puerta de su casa para insultarlo, mientras se pasaban por WhatsApp con indignación los posteos en los que se compartían su nombre y sus datos personales. Algunos manifestantes lanzaban piedras a la persiana de plástico, otros se la agarraban con la policía que se ponía de escudo. Todos estaban indignados con lo que Matías posteaba en Instagram: videos de tortura animal en los que los acuchillaba, amenazaba con ahorcar gatos o se jactaba de violar perritos.

En esas mismas redes sociales habían comenzado a organizarse para ir a su casa a lincharlo. Pocas causas movilizan tantas pasiones como la defensa de los animales. En este caso era todo mentira.

Matías no había dañado ni a un solo gato. No era victimario de animales, sino víctima de un perverso caso de suplantación de identidad digital, donde Adrián, un joven de 22 años, junto con otro grupo de jóvenes, se hicieron pasar por él con el objetivo de difamarlo solamente por diversión.

Matías se encuentra dentro del espectro autista, además de tener un diagnóstico de Asperger, según contó su familia a Clarín. Vive en una sencilla casa de General Pacheco con Natalia, su madre -una enfermera que trabaja en un hospital de Tigre-, sus dos hermanos y los abuelos, ya arriba de los 70 años. Su papá murió en 2015 en un accidente de tránsito.

Su historia en las redes sociales comenzó durante la pandemia, cuando atravesaba un cuadro de depresión agravado por algunas dificultades para sociabilizar. Su psicólogo le recomendó como terapia crear y mantener un canal de YouTube. Allí subía recetas de cocina, contaba su vida, se abría. Así empezó a conocer cada vez más gente fuera de su cerrado círculo íntimo.

En 2021 tuvo un conflicto con un usuario llamado CARP NEO que comenzó a hostigarlo. Se le hizo el amigo, se ganó su confianza y le sacó los datos de su casa afirmando que iría a visitarlo. Empezó a mandarle deliveries de PedidosYa a su nombre hasta cinco o seis por día, a modo de broma. En algún momento también lo amenazó de muerte. Con ese escenario, Matías cerró sus cuentas de Instagram, aunque mantuvo el YouTube para continuar ese proceso de terapia.

Los posteos que usaban para hostigar a Matías Fulco.

Pero hace dos meses empezó una nueva pesadilla. A Matías lo agregaron a un grupo de WhatsApp con varios supuestos amigos, incluyendo a CARP NEO. A la par, en las redes comenzaron a aparecer perfiles falsos a nombre de Matías Fulco, que usaban su nombre y algunas de sus fotos para suplantarle la identidad. La broma de mal gusto escaló cuando comenzaron a alternar en ese perfil las selfies robadas de Matías con contenido de abuso animal.

Eran videos donde se apuñalaban perros, se les volcaba agua hirviendo o se ahorcaban gatos. En uno de ellos aparecía una mascota con un hierro atravesado en la cabeza. En ninguno se veía la cara de Matías y en apenas uno se escuchaba una voz similar a la suya, pero en los textos se indicaba que las grabaciones eran propias. Y que también disfrutaba haciéndolo. En un par de días se crearon siete perfiles de Instagram, nueve de TikTok, cinco de X.

A la par, por otros foros comenzaron a circular las capturas de estos perfiles y posteos atribuidos a Matías, con el objetivo de hacer campañas para escracharlo. También se compartía la dirección de su casa, o del lugar donde trabajaba su madre. Algunos influencers de protección animal compartieron el caso, fogoneando la bronca digital contra el presunto autor.

El hostigamiento

“Nati, mirá lo que le hacen a Matías”.

El comentario de una compañera de trabajo le reveló a Natalia un universo digital del que no tenía idea. Era un posteo en Instagram, donde se compartía la foto de su hijo, junto con su dirección y las fotos en las que se asociaba su nombre con la más aberrante tortura de animales. Era el jueves 27 de marzo por la noche. Le dedicó toda la madrugada a tratar de contestar cada mensaje para aclarar que su hijo no era la persona que creían. Fue intentar apagar un incendio con vasos de agua.

Porque en un par de horas el escrache siguió escalando y ella empezó a recibir llamados amenazantes en su teléfono. A la tarde ya tenía 80 personas en la puerta de su casa. La bronca digital se canalizó y los vecinos organizaron una marcha para ir a escracharlo el viernes 28 de marzo y otra para el sábado 29.

“Hay que ir a matarlo… Justicia por mano propia…violador… Pedófilo”, eran algunos de los mensajes que iban llegando. “A tu hijo te lo vamos a devolver en una bolsa negra como hace él con los gatitos”, fue uno de los mensajes que más la perturbó. Cuenta más de 700 amenazas recibidas en los últimos días pero fueron más. A las 700 simplemente perdió la cuenta.

En medio de esa desesperación fue a la comisaría a denunciar la situación de hostigamiento que recibía, cuando tuvo la mala fortuna de cruzarse con quienes estaban allí para acusar por torturas a su hijo. Tuvo un encontronazo con algunas rescatistas, que derivaron en que ella también sea denunciada. Las chicas además afirmaban que Matías las había llamado en la madrugada para amenazarlas de muerte y con atacarlas sexualmente.

El verdadero Matías para esa altura ya no tenía teléfono. Temblaba de los nervios sin poder hilvanar palabra. Al estrés de la situación que vivía en redes y en la calle se le sumaba la complejidad para procesar todo con sus propios filtros. Conmocionado y sin saber cómo actuar, intentó suicidarse. Se despidió ante un grupo de amigos en WhatsApp, agarró un cuchillo, se lo llevó al cuello y mandó una foto. La familia lo rescató a tiempo.

Los posteos en redes sociales que llamaban a escrachar al jovenLos posteos en redes sociales que llamaban a escrachar al joven

Pero esa foto enviada a esos presuntos amigos al rato se filtró. Lejos de bajar un cambio, los agresores empezaron a compartir la selfie con la navaja a modo de trofeo. Incluso la usaban para amenazar rescatistas en redes, afirmando que las iría a matar con ese cuchillo.

La tarde del sábado también se repitieron los escraches y los intentos de los manifestantes por prender fuego la casa. Los propios vecinos salieron a defender a la familia de Matías de la gente que había llegado, desde toda Zona Norte, convocada por los videos que se le adjudicaban.

Fueron los propios vecinos y la custodia policial quienes impidieron que se quemara el lugar. A la par, un móvil de TV presente en la zona transmitía la bronca de los rescatistas, que puteaban contra Matías, fogoneados desde el piso por los conductores. “Le tienen que arrancar las pestañas”, pidió uno de los panelistas al aire.

Los acosadores digitales que tenían a cargo la cuenta falsa de Matías estaban a pleno. Mientras miraban todo por la tele, compartían historias en Instagram para provocar a la gente que estaba en el lugar. Posteaban que estaba mirando todo por TV y evaluando “qué hacer con un gatito que tenía encima”.

Las amenazas no bajaron y los grupos de rescatistas lanzaron una nueva convocatoria para ir a buscar a la madre de Matías a su lugar de trabajo. Algunos empleados del hospital pedían que la echaran. Ante esa escalada de hostilidades, Natalia decidió presentar la denuncia ante la Justicia junto al abogado Esteban Sparrow, especializado en ciberdelito.

La causa entró en la fiscalía temática cargo del fiscal Alejandro Musso. Allí comenzaron a investigar los perfiles desde los cuales se posteaba el contenido. Una de las primeras cosas que constataron fue que los contenidos de maltrato no habían sido grabados desde el domicilio de Matías. Eran videos viejos que circulaban en Telegram.

Detuvieron al falso Matías, pero la pesadilla no terminó

Mientras esperaba que la Justicia actuara, Natalia incluso se puso a hablar con el perfil falso. Le tiró un dato en clave y logró que le contestaran. Le temblaban las manos, se le resbalaba el teléfono de los nervios, dice.

Los chats de la familia con el perfil falso de Matías FulcoLos chats de la familia con el perfil falso de Matías Fulco

Allí Natalia se hizo pasar por Matías para tratar de engañar al impostor y sacarle algún dato. Era una charla absurda: dos personas mensajeándose entre ellas y haciéndose pasar por la misma.

Pero aparecieron algunos datos. Por ejemplo, que el falso Matías era de Zona Oeste. En otros, confesaba en partes el delito: “Tranquilo, ya insultan pocos ahora. Se fue el hate. Dejá de quejarte, te hice famoso”, le escribió.

A la par, a través de oficios solicitados a Telecentro encontraron que la cuenta fake se conectaba desde un domicilio en San Justo, a más de 40 km de la casa de Matías. Meta, además, les confirmó la dirección de mail con la que se creó el usuario: pertenecía a una persona que usualmente se movía por Zona Oeste.

Con esos datos, la semana pasada allanaron en el domicilio desde donde figuraban las conexiones. Allí vivían cuatro hombres, un padre con tres hijos de entre 20 y 30 años. Al ingresar la Policía, fue el propio padre el que señaló a uno de ellos, Adrián un joven de 22 años que ya había tenido problemas por ciberacoso.

Según remarcó, ya había tenido una causa anterior en que lo detuvieron por ciberbullying. “Tiene algunas discapacidades certificadas, esquizofrenia y arranques psicóticos, está medicado”, explicaron fuentes judiciales. Por ese motivo, el propio padre entregó todos los dispositivos desbloqueados para que los analizaran. Allí encontraron los mensajes en los cuales concretaba las amenazas y con los cuales hostigaba también a los proteccionistas de animales que le respondían.

Adrián, el detenido que realizaba el hostigamiento en redes socialesAdrián, el detenido que realizaba el hostigamiento en redes sociales

Adrián se fue detenido y quedó con una nueva causa, aunque fue regresado a su domicilio al cuidado de su padre por la condición de salud mental que tiene.

Sin embargo, la pesadilla no terminó. Porque los bits son difíciles de borrar, y las capturas de pantalla que asocian a Matías (sus datos personales y los de su familia) con escenas de gatos acuchillados siguen circulando.

El último martes durante la madrugada volvieron a apedrearles la casa.

“Matías está con mucho miedo, escucha un ruido y se esconde en el baño. No sale del comedor. No puede volver a su casa. Está mal. Lo alivió saber que estaba detenido el responsable, pero no le pudimos decir que ya lo liberaron”, contó Natalia.

“Hoy no duermo. Me despierto, estoy pendiente de las ventanas, a ver si viene alguien. Ayer me quedé despierta hasta las 5 de la mañana. Mis papás, de 76 años, están muy angustiados”, cierra.

Dice que no tiene miedo después de lo que le pasó. Que solo quiere limpiar el nombre de su hijo y que se sepa que no es nada de lo que se dijo. También quiere ir a buscar a los responsables de esta pesadilla pero no para lincharlos, sino para hablar con ellos, con sus padres. Ayudarlos si tuviese los medios.

Entender por qué la saña con su hijo. Entender por qué.