El presidente de Ecuador, el conservador Daniel Noboa, rebosa de votos. El domingo, obtuvo la reelección en una segunda vuelta electoral con el 56% de los sufragios, casi 12 puntos más que su rival, la correísta Luisa González. Su ventaja fue tan abrumadora como inesperada. En la primera vuelta de febrero pasado, solo 17.000 votos lo separaron de González; ahora, casi 1,2 millones. Mientras la candidata de izquierda prácticamente se estancó, Noboa salió disparado. Con este apoyo inusitado, uno de los mayores de la historia democrática ecuatoriana, Noboa iniciará el 24 de mayo un mandato de cuatro años, el primero completo; el actual solo durará un año y medio, el tiempo que le restaba a su predecesor, Guillermo Lasso. No tendrá, sin embargo, un cheque en blanco. El consenso en Ecuador es que Noboa ganó más por el rechazo al correísmo que por méritos propios. El presidente tiene por delante grandes retos, como controlar la violencia, la más alta de América Latina, y encontrar soluciones a una economía en crisis.
La economía ecuatoriana no anduvo bien en 2024. Según el último informe del Banco Mundial, el PIB cayó un 2,5% “en un entorno marcado por la escasez de energía, elevados índices de violencia e incertidumbre política”. Cayeron el consumo, la producción industrial y los ingresos laborales. La pobreza subió hasta el 31,9%. En mayo pasado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó un programa de 48 meses por 4.000 millones de dólares para Ecuador, de los cuales 1.500 millones llegaron de inmediato. El Banco Mundial espera que, una vez resuelto el tema electoral y “una oferta más estable de energía” producto de las lluvias, el PIB rebote un 2,3%. Esto dependerá, en buena medida, de la capacidad de Noboa para garantizar la gobernabilidad y, sobre todo, controlar la violencia.
Ecuador tiene hoy una tasa de 38,8 muertes violentas cada 100.000 habitantes, la más alta de América Latina. La inserción del narcotráfico, atraído por los puertos y una economía dolarizada que facilita el lavado de activos, creció exponencialmente durante los últimos 10 años. Noboa aplicó desde el inicio de su mandato mano dura: militarizó cárceles y territorios y pidió ayuda logística a Estados Unidos. Los resultados fueron más bien magros, con enero como el mes más violento en la historia del país, con casi 900 homicidios. Caroline Ávila, analista política y académica, ve “un escenario parecido al de Lasso en 2021″. “Lasso tenía una sola cosa que hacer, que era vacunar a la población contra la covid y lo hizo. Su popularidad creció hasta el 90%, pero la perdió en tres meses porque luego se quedó sin agenda. Si Noboa no tiene logros concretos en seguridad en tres meses, pierde su agenda”, advierte. “Los desafíos son la seguridad y la economía”, coincide Sebastián Hurtado, presidente la consultora de riesgo político Profitos. “La seguridad sigue igual que hace un año y no veo una estrategia clara de Noboa para gestionar eso. Por otro lado, el PIB de Ecuador se contrajo y en 2025 tendrá uno de los peores desempeños de la región. El presidente tendrá que ver cómo resuelve el crecimiento”, dice.
Si Noboa no encuentra soluciones en el corto plazo, lo que estará en riesgo es la gobernabilidad. El politólogo Jacobo García considera que esa es la madre de todas las batallas, sobre todo porque “Noboa carece de estructura partidaria y tiene enfrente a Revolución Ciudadana”, el movimiento del expresidente Rafael Correa, con buena presencia en el parlamento y enfrascado ahora en denunciar un fraude electoral. González no reconoció su derrota y el domingo por la noche denunció un “fraude electoral grotesco” que no defendió con pruebas ni fue avalado por los observadores internacionales. Para Caroline Ávila, “el clamor del fraude no está asociado con el voto a voto, es una denuncia de fraude estructural, de cancha inclinada. Al correísmo le servirá para restarle legitimidad Noboa. El correísmo puede no darle gobernabilidad en la Asamblea porque lo considera fraudulento”.
¿Podrá resistir Noboa? Sebastián Hurtado ve una serie de puntos “positivos” para pensar que sí. “Le será fácil construir una mayoría en la Asamblea, incluso con votos del correísmo más golpeado por la derrota, y avanzar con sus reformas. Un mandato de cuatro años, además, le permitirá atraer talento que no estaba disponible cuando solo era un presidente interino”, dice. Para eso, agrega, tendrá que articular cuanto antes “un proyecto político claro y articulado. No alcanza con la guerra contra el crimen, sino de saber cuál es su proyecto de país”. Noboa ya tiene los votos; deberá demostrar ahora que tiene la capacidad para hacerlo.