“No me acuerdo de un solo partido”

“No me acuerdo de un solo partido”


Sébastien Chabal fue uno de los rugbiers más icónicos de comienzos de siglo. Imponente dentro y fuera de la cancha, su imagen de guerrero -con 1,91 metros de altura, barba tupida y melena larga- se volvió una marca registrada del rugby francés. Pero ahora, a los 47 años, el ex tercera línea confesó que no recuerda absolutamente nada de su carrera deportiva. “No tengo ni un solo recuerdo de un partido que haya jugado. Y cuando digo ninguno, es realmente ninguno. Ni un solo segundo”, contó con crudeza.

La impactante revelación llegó durante una entrevista de más de 90 minutos en el podcast deportivo Legend, donde habló en profundidad sobre su vida, su paso por el rugby profesional y las secuelas que le dejó el alto nivel de exigencia física.

Chabal disputó 62 partidos con el seleccionado de Francia entre 2000 y 2011. Con la camiseta de Les Bleus alcanzó dos veces las semifinales de la Copa del Mundo, en 2003 y en 2007, certamen que se jugó en su país y en el que el equipo galo terminó perdiendo el bronce con Los Pumas. Y ganó dos ediciones del Seis Naciones, en 2007 y 2010. Además, en sus 15 años de carrera profesional, jugó más de 260 matches para los cuatro clubes para representó, Bourgoin, Racing 92 y Lyon de Francia y Sale Sharks de Inglaterra, con el que se coronó en la Premiership de 2005/06.

Se retiró oficialmente en 2015, con 36 años, aunque su último partido fue accidentado: una lesión gravísima en su rodilla derecha, con rotura de ligamentos cruzados y lateral, le impidió despedirse en paz durante un homenaje.

“El Hombre de las Cavernas”, como lo apodaban -también le decían El Anestesista y hasta Hannibal Lecter por su dureza-, dejó una huella imborrable en el rugby francés. Pero, paradójicamente, no puede revivir ninguno de esos momentos. “No recuerdo ni una de las 62 veces que canté La Marsellesa”, lamentó durante una charla en la que en ningún momento utilizó la palabra conmoción.

Sebastién Chabal, jugador icónico de la selección francesa en la primera década del siglo XXI.

Y reconoció que también se olvidó de casi toda su vida personal, hasta de los momentos que rodearon al nacimiento de su hija Lily-Rose, en 2005. “Tengo algunos recuerdos de mi infancia. Son solo dos o tres y aún así no estoy seguro de que los recuerde. Creo que es por lo que la gente me contó de ellos. No tengo memoria de momentos pasados”, afirmó.

“Cuando hablo de esto con mi mujer, le digo que siento como si no hubiera sido yo el que jugó al rugby”, confesó Chabal, dejando al desnudo la crudeza de convivir con la pérdida de memoria.

“Como siempre sentí que era un poco un impostor, ya que llegué ahí por casualidad a los 16 años… La fama me cayó encima, no la busqué. Todo ese encadenamiento de cosas y el hecho de no recordar nada me hacen pensar que no fui yo el que jugaba”, expresó con una mezcla de tristeza y desconcierto.

Su relato expuso el costado más oscuro de este tipo de secuelas y se sumó a otros que ponen el foco en las consecuencias neurológicas que pueden dejar los deportes de contacto, no solo en el rugby.

Del fútbol americano al ciclismo

Son muchos los estudios que revelaron que muchos ex jugadores de la NFL sufrían encefalopatía traumática crónica, una enfermedad neurodegenerativa ligada a los choques y golpes repetidos en la cabeza a lo largo del tiempo.

En esa liga, la más competitiva del fútbol americano, el promedio de conmociones cerebrales en los últimos cinco años fue de 211,4. Tras un preocupante aumento del 44 por ciento entre 2018 y 2019, la cifra ha ido bajando paulatinamente y el año pasado, el último año registrado, se produjeron solo 182, el número más bajo desde 2021 y un 17 por ciento menos que en 2023.

Hace unos días, la NFL presentó siete modelos nuevos de cascos de alto rendimiento con el objetivo de reducir aún más esos números en la temporada 2025 que arrancará en septiembre próximo.

“Es otro gran paso para la seguridad de los jugadores. Los cascos están funcionando según lo previsto: se ha observado una disminución significativa en las tasas de conmoción cerebral entre los jugadores que los usan”, afirmó Jeff Miller, vicepresidente ejecutivo de la liga.

Una investigación del año pasado realizada por el Hospital Clínica y la Universidad de Barcelona descubrió que un aumento en los golpes de cabeza entre los futbolistas, que conllevan un riesgo alto de conmoción cerebral y de posibles secuelas a largo plazo, entre ellas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.

En abril, el ex futbolista francés Raphael Varane, que defendió las camisetas de Real Madrid, Manchester United y fue campeón del mundo con su país en 2018, afirmó en una entrevista con L’Equipe que sufrió conmociones cerebrales en varios partidos que jugó y que está seguro que así “dañó su cuerpo”.

“Si repasamos tres de los peores partidos de mi carrera, hay al menos dos en los que había sufrido una conmoción cerebral unos días antes”, aseguró. “Muchas veces, como jugadores, no lo entendemos, ni siquiera pensamos en hacer una prueba. Por eso, reconocer una conmoción cerebral y tratarla bien es un verdadero desafío. Es un problema de salud real, incluso puede ser vital. Cuando sabés que las conmociones repetidas tienen un efecto potencialmente fatal, sabés que las cosas pueden salir muy mal”.

Chabal jugó ante Argentina en el Mundial de Francia 2007.Chabal jugó ante Argentina en el Mundial de Francia 2007.

Unos meses más tarde, la FIFA y la Organización Mundial de la Salud lanzaron la campaña ‘Sospecha y protege’, con la mira puesta en concientizar sobre el riesgo de las conmociones cerebrales y educar a los jugadores para reconocer los síntomas y tratarse a tiempo.

Otras disciplinas como el boxeo, el hockey, los deportes motor, el esquí y el ciclismo tampoco escapan a ese problema. El danés Jonas Vingegaard, uno de los mejores ciclistas del mundo y dos veces campeón del Tour de Francia, sufrió una conmoción cerebral en su caída en la quinta etapa de la París-Niza disputada el 13 de marzo. “Me sentí mareado y, después de la etapa, tuve muchas náuseas y un cansancio increíble, que me duró varios días”, explicó quien necesitó de varias semanas para recuperarse.

La preocupante realidad del rugby

Claro que en esos deportes, los golpes fuertes son menos frecuentes y menos peligrosos que en el rugby, en el que el contacto y los impactos en la cabeza son moneda corriente. Y en el que la preocupación por las consecuencias a largo plazo es cada vez mayor.

Desde los años 2000, el rugby viene implementando progresivamente medidas para proteger a los jugadores. En caso de sospecha de conmoción en la cancha, el rugbier debe salir y atravesar el protocolo establecido para determinar si está en condiciones de regresar al partido. En caso de respuesta negativa, tiene que pasar un periodo en observación neurológica antes de poder volver a jugar.

Chabal, de 47 años, es el último de una larga lista de jugadores y ex jugadores que llamaron la atención sobre la cuestión de los traumatismos craneoencefálicos en el rugby. Foto Captura de YouTubeChabal, de 47 años, es el último de una larga lista de jugadores y ex jugadores que llamaron la atención sobre la cuestión de los traumatismos craneoencefálicos en el rugby. Foto Captura de YouTube

Recomendado por World Rugby, un protector dental conectado permite emitir una alerta en caso de choque importante, tras la que el jugador debe abandonar el terreno de juego y responder a una serie de preguntas.

Y también se está experimentando con la posibilidad de rebajar el límite del placaje, que actualmente está en la línea de los hombros. Ya que según un estudio llevado a cabo en Escocia y publicado a comienzos de abril por la Universidad de Edimburgo, rebajar esa línea habría permitido una disminución del 45% de los choques cabeza con cabeza, una de las causas principales de conmoción cerebral en el rugby.

Pero pese a los progresos realizados para disminuir los golpes e intentar bajar la gravedad de los problemas posteriores, los casos de ex jugadores que tras sus retiros descubrieron las durísimas secuelas siguen apareciendo.

A fines de 2021, por ejemplo, Carl Hayman, ex pilar de la selección neozelandesa, reveló que había sido diagnosticado con demencia precoz y encefalopatía crónica, tras haber vivido un infierno durante varios años en los que no sabía qué le pasaba.

El ex All Black Hayman fue diagnosticado con demencia precoz y encefalopatía crónica a los 41 años. Foto GAIZKA IROZ / AFPEl ex All Black Hayman fue diagnosticado con demencia precoz y encefalopatía crónica a los 41 años. Foto GAIZKA IROZ / AFP

“Pensaba que me volvía loco y hasta un cierto punto es realmente lo que pasaba”, explicó quien había notado pérdidas de memoria, sentimiento de confusión y pensamientos suicidas y que terminó cayendo en el alcoholismo en medio de esa desesperación.

El ex All Black tenía en ese momento 41 años -se había retirado a los 35- y decidió unirse a unos 150 rugbiers que por entonces preparaban una demanda por daños y perjuicios contra la World Rugby.

En diciembre de 2023 se conoció que 295 ex jugadores habían denunciado a la World Rugby, la Rugby Football Union y la Welsh Rugby Union por no haber adoptado medidas razonables para proteger la salud y la seguridad de los jugadores.

Entre los demandantes aparecían los ingleses Steve Thompson y Phil Vickery, campeones del mundo en 2003, y Gavin Henson, ex jugador de Gales, quienes habían sido diagnosticados con los primeros signos de demencia, que atribuían a las lesiones sufridas durante sus carreras. El caso está aún abierto.

Billy Guyton fue el primer rugbier profesional de Nueva Zelanda que murió por encefalopatía traumática crónica. Foto: Twitter.Billy Guyton fue el primer rugbier profesional de Nueva Zelanda que murió por encefalopatía traumática crónica. Foto: Twitter.

En marzo del año pasado, el rugby neozelandés quedó en shock cuando estudios científicos confirmaron que el ex jugador de los Maori All Blacks, Billy Guyton, que había fallecido repentinamente un año antes a los 33 años, sufría encefalopatía traumática crónica (ETC). Quien se había retirado a los 28 se convirtió en el primer rugbier profesional neozelandés que murió por esa causa.

Chabal es el último de una larga lista de jugadores y ex jugadores que llamaron la atención sobre la cuestión de los traumatismos craneoencefálicos en este deporte. Y quizás por lo que significó para el seleccionado francés y para el rugby, su crudo relato conmocionó al mundo de la “ovalada”.

El ex tercera línea emocionó al asegurar que no quiere buscar ayuda médica. “¿Ir al médico? ¿Para qué? La memoria no va a volver. Estoy redescubriendo mi vida”, sentenció con su característico tono grave y nasal. Hasta ahora, nunca había hablado públicamente del tema. “Es asunto mío”, dijo.

Resignado a su suerte, la figura que alguna vez infundió temor en cada tackle, hoy conmueve por lo que la violencia del juego le quitó.