Por qué vivir añorando el pasado puede ser peligroso para salud

Por qué vivir añorando el pasado puede ser peligroso para salud

La memoria es una herramienta fundamental del ser humano, pero, sin embargo, cuando una persona queda atrapada en recuerdos constantes del pasado, puede volverse una fuente de sufrimiento emocional y de trastornos psiquiátricos.

Las causas de esta fijación son múltiples y complejas. Pueden ser experiencias traumáticas, ciertos rasgos de personalidad, estilos de pensamiento, o condiciones psicológicas previas.

Quien sufrió un hecho traumático (abuso, violencia, accidentes o pérdidas graves) y no logra “procesarlo” adecuadamente, ese evento invade su mente una y otra vez.

Otra causa común es la depresión, que induce a rumiar sobre eventos pasados, especialmente aquellos que se consideran fracasos, pérdidas o errores. La rumiación no es productiva ni lleva a una resolución sino, simplemente, profundiza la tristeza y refuerza una visión negativa del yo y del mundo.

En ciertos tipos de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), algunas personas desarrollan pensamientos obsesivos sobre cosas que dijeron o hicieron hace mucho tiempo, por si actuaron mal o dañaron a alguien.

Los trastornos de personalidad también pueden contribuir a vivir atados al pasado, ya que muchas veces la persona construye una narrativa rígida sobre sí misma (“fui rechazada en la infancia”, “me traicionaron”) que impide una visión flexible del presente y el futuro.

Vivir mentalmente en el pasado afecta la salud emocional, la capacidad de relacionarse, la toma de decisiones y el sentido de propósito. Una de las consecuencias más comunes es la ansiedad persistente dado que, aunque el evento ya no esté ocurriendo, el cuerpo y la mente reaccionan como si fuera real y presente. Esto genera síntomas físicos (taquicardia, insomnio, tensión muscular) y un estado de alerta constante.

Resulta inevitable la incapacidad de disfrutar del presente (anhedonia) ya que atrapados en el pasado se desconectan del aquí y ahora, con repercusiones en las relaciones personales, el trabajo o los pequeños placeres cotidianos.

Cuando alguien se define únicamente por su pasado, pierde la capacidad de evolucionar. La narrativa personal se congela (“yo soy así porque mi padre me abandonó” o “nunca seré feliz porque perdí un trabajo excepcional”) y se convierten en verdades absolutas que impiden la conexión con el presente.

Vivir mentalmente en el pasado afecta la salud emocional. Una de las causas más comunes es la ansiedad persistente.

Estas personas suelen volverse más aisladas, retraídas o desconfiadas y al revivir eventos dolorosos, pueden desarrollar una mirada pesimista sobre el mundo.

El pasado incluye también las experiencias que llevan hasta el “aquí y ahora”, como una valija llena de

recuerdos felices y tristes, de decisiones buenas y malas, de personas que estuvieron presentes y ya no lo están, entre otras vivencias.

San Agustín (354-430) afirmaba que en realidad el único tiempo existente era el presente, pero que ese presente contiene “un presente de las cosas pasadas, un presente de las cosas presentes y un presente de las cosas futuras”, señalando así que el individuo permanece en una constante e inevitable relación con el tiempo y con su historia.

Pero como alguien dijo: “Vivir en el pasado es elegir no estar en el presente y negarse la posibilidad de disfrutar de un futuro mejor”.

Desde la psiquiatría y la psicología es posible superar y reconstruir la relación con el pasado.