Los hinchas de Independiente andan con mariposas en la panza. Se regocijan cada vez que ven jugar a su equipo y ya no van al Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini mal predispuestos. Ya no hay murmullos en el primer tiempo. Ya no se agolpan fanáticos enardecidos en el hall de ingreso a la Platea Erico para pedir “que se vayan todos”. Los Diablos volvieron a enamorarse de un equipo de su club después de muchos años. De la mano de Julio Vaccari, en Avellaneda se adelantó la primavera y la ilusión de cortar la racha de 23 años sin títulos locales esta vez tiene bases sólidas.
Independiente marca el ritmo en el Torneo Apertura. Se clasificó con cinco fechas de anticipación a los playoffs y marcha puntero de la Zona B, acumulando un invicto en su estadio de 21 partidos. ¿Cómo hizo su entrenador para lograr esta simbiosis que se vive entre su plantel y los simpatizantes luego de varias temporadas de frustraciones?
Vaccari encontró la fórmula para hacer funcionar al Rojo. Tras la exitosa era de Ariel Holan, con los títulos de la Copa Sudamericana 2017 y la Suruga Bank 2018 incluidos, todos los técnicos pasaron sin pena ni gloria. Durante siete años, ninguno dio en la tecla ni consiguió darle una idea futbolística. Hasta ahora.
¿Qué hizo Vaccari? Construyó una identidad de equipo de menor a mayor y de atrás hacia adelante. Para que hoy su Independiente sea una suave caricia al paladar negro de sus hinchas, antes debió poner ladrillo a ladrillo y soportar críticas y hasta algunos silbidos cuando la voz del estadio lo nombraba el año pasado en la previa de los encuentros de local.
El primer gran acierto de este entrenador de 44 años que tuvo experiencias previas en Vélez y en Defensa y Justicia fueron los mercados de pases quirúrgicos. Independiente dejó de traer mucho y mal para afinar la mira e ir a buscar jugadores que le dieron un valor agregado al plantel. Algunos nombres los señaló él y otros se los propuso la dirigencia, pero todos los que llegaron a mitad de 2024 y en enero de 2025 tuvieron su venia.
Futbolistas como Kevin Lomónaco, Felipe Loyola y Santiago Montiel le dieron el año pasado un plus a un equipo que llegando a diciembre ya empezaba a mostrar una clara intención de juego asociado. Antes, el Diablo se hizo fuerte defensivamente, tanto que Rodrigo Rey terminó con la valla menos vencida de toda la temporada. Pero estaba en el debe de mitad de cancha hacia adelante.
Los problemas extrafutbolísticos le generaban varios dolores de cabeza puertas adentro: faltazos, llegadas tarde, alguna que otra mala cara, la pelea de Iván Marcone con un hincha en la calle que terminó en denuncia y posterior pedido de disculpas mutuas, el famoso “Yate gate” y la sanción a Marco Pellegrino y Diego Tarzia por “poner en riesgo la salud institucional del club”, tal como dijo el propio DT.
Había que ordenar el vestuario para seguir avanzando. Y eso hizo Vaccari. Entre contratos vencidos no renovados, rescisiones, ventas y préstamos salieron más de 15 jugadores entre diciembre y enero. Desembarcaron otros que mejoraron la formación titular, como Sebastián Valdéz, Alvaro Angulo, Pablo Galdames; y otros que incentivaron la competencia interna en puestos en los que no había variantes, como es el caso de Rodrigo Fernández Cedrés, que funcionó como un despertador para Marcone en el círculo central.
El último Independiente que sabía a qué jugaba era el de Holan. Con Vaccari, recuperó una identidad de juego colectivo, con la búsqueda de toques para la edificación de situaciones de gol, que no solo convierte su goleador, Gabriel Ávalos, sino los mediocampistas, como Loyola y Galdames, por ejemplo.
Consiguió algo clave: que la idea se sostenga más allá de los nombres. Una muestra de ello es el golazo ante Lanús, que contó con 25 toques. El dato es que para ese partido Vaccari había preservado a siete jugadores para la Sudamericana. Por caso, contra Boston River, dos días después, estuvo a punto de hacer otro tanto con una sucesión de pases similar, ya con los habituales titulares en cancha.
Se dijo que el semestre pasado estaba en el debe en la parte ofensiva. Pues bien, hasta ahora Independiente es el equipo más goleador del actual campeonato, con 23 anotaciones (lo sigue Racing con 22) en 13 jornadas.
Y en Avellaneda construyó un fuerte imbatible. No perdió aún desde su asunción. Son 19 las presentaciones con Vaccari en el banco sin caer de local. Si se les suman dos más del interinato de Hugo Tocalli son 21 sin derrotas, con 14 victorias y 7 empates. El Rojo no cae en su casa desde el 11 de mayo de 2024 (1-3 ante Talleres, con Carlos Tevez como DT).
Con la fórmula del trabajo a largo plazo, algo que no abunda en el fútbol argentino por la imperiosidad de los resultados, Julio Vaccari moldeó a un Independiente que, aun con cosas por pulir, enamora y tiene enloquecidos a sus hinchas.