“Sé que no tengo perdón de Dios, voy a ayudar a que tengan justicia”, les asegura a Miguel y a Noemí el hombre que asesinó a su hijo, el DJ Leandro “Lele” Gatti (32), en un intento de robo cuando salía de trabajar de un boliche de Playa Grande. Ningún consuelo para estos papás que perdieron a su único hijo a manos de quienes “matan como si fueran a tomar un café o a comprar pan”.
Es el comienzo del juicio por el crimen del joven y el hombre que le disparó narra con detalles cómo se organizó la salidera, qué rol cumplió cada uno de los detenidos -quién lo llevó, quién fue entregador– y quién fue el ideólogo, que permanece prófugo a 3 años y medio del asesinato.
José Maximiliano Vergara, de 38 años, está siendo juzgado junto a Luis Itzcovich, quien condujo la moto que lo llevó hasta el estacionamiento de Playa Grande, y Fernando Romito, que era el jefe de seguridad del boliche Mr. Jones, quien está acusado de haber sido quien aportó a la banda los datos para robar la recaudación. El prófugo es Maximiliano Urra Zapata, que habría ayudado a los ladrones en la fuga, en un auto.
Según contó Vergara, que como imputado a diferencia de los testigos no tiene la obligación de decir la verdad, días antes del crimen le comentó a Urra Zapata que estaba con problemas de trabajo porque el puerto estaba “muy parado”. Se habían conocido años antes, trabajando en plantas procesadoras de pescado, en el puerto.
Dijo que días después, volvieron a tener la misma charla con Urra Zapata, y que entonces su situación laboral había empeorado. “Entonces me ofrece el robo, me dijo que era fácil, que lo entregaba el jefe de seguridad de Mr. Jones, que nosotros sólo teníamos que agarrar los bolsos y nos íbamos”.
A pocos metros, a unas butacas de distancia en la sala del Tribunal Oral Penal N° 3, oyeron el relato Miguel Gatti y Noemí, los papás del muchacho asesinado. “Lele” era su único hijo. En ocasiones, Vergara los buscó con la mirada.
En plan era “fácil”: ir con Itzcovich en moto, amenazar con un arma dos personas que saldrían con la recaudación en bolsos y a Romito, el entregador, que simularía proteger a los trabajadores del boliche, al tiempo que permitiría que los ladrones huyeran con la recaudación. Se iban a repartir, segun habían calculado, entre 3 y 4 millones de pesos entre los 4. No les llevaría más de un minuto ejecutarlo.
Y en verdad es el tiempo que les llevó. Pero erraron el blanco.
El crimen ocurrió en la madrugada del 26 de septiembre de 2021, cuando los empleados del boliche se retiraban. Un video muestra la secuencia completa: bajan en la moto y le manotean la mochila que llevaba “Lele” Gatti. Pro hubo un brevísimo forcejeo, suficiente para que Vergara disparara. Le pegó un tiro en el pecho, letal.
Los motochorros escaparon con la mochila en la que “Lele” cargaba algunos de sus equipos de sonido, cables y su computadora. No había un peso allí.
La versión que Vergara dio a los jueces Fabián Luis Riquert, Juan Manuel Sueyro y Federico Wacker Schroder indica que “en el forcejeo cuerpo a cuerpo se me dispara el arma”, la que le había entregado en la tarde Urra Zapata. “No había que usarla –dijo–, mostrarla y nada más”.
Tras el disparo, huyeron. Contó el imputado que se fue sin saber si le había dado, “porque él se va corriendo”. En realidad, Gatti no corre, se aleja mal herido.

Lo demás fue un lamento. “Yo nunca quise matar a una persona, lamentablemente sucedió así. Siento culpa, me siento culpable de lo que hice. Pido disculpas, quiero que el caso se aclare y que todos paguemos lo que tengamos que pagar. Sé que arruiné a la familia de ellos y a la familia mía”.
“Me arruiné la vida, porque no sé siquiera si voy a salir, pero estoy acá para afrontar lo que hice”.
Luis Itzcovich se entregó dos días después del crimen. En su casa hallaron la moto que usaron. Vergara y Urra Zapata escaparon, al primero lo detuvieron un año y medio después del crimen, el último continúa prófugo. Romito fue detenido diez días después, antes se había mostrado en las marchas que los amigos, compañeros y familiares del DJ organizaron para pedir Justicia. Usaba barbijo (tiempos de Covid), gafas oscuras y exhibía un disco de vinilo con el mensaje hecho hashtag, #Justiciaporlele.
El próximo viernes se conocerá la sentencia. “Pedimos Justicia plena ante el aberrante crimen de mi hijo”, reclamó el papá del músico, Miguel Gatti. “Se fue a trabajar a las 21 y a las 5 de la mañana nos avisan que había sido asaltado y baleado por esta gente que mató a alguien como si fueran a tomar un café o a comprar pan. Es inconmensurable el dolor que produjeron estos delincuentes y asesinos”.

“Llegó a nuestras vidas con mucho cariño –era su hijo adoptivo–, buscándolo, Leandro es nuestro hijo. Lo lloramos todos los días, todos los días buscando los por qué y tener que ver a estos asesinos que piden prisión domiciliaria es algo irreverente, impensado”, apuntó, recordando pedidos de los imputados.
Su esposa, Noemí, quebrada, explicó en una sala en absoluto silencio: “No sé cómo se hace para asomar la cabeza de las ruinas que provocaron después de enterrar a nuestro hijo”.
Mar del Plata. Corresponsal