La ciencia todavía debate cuándo y cómo fueron los últimos días de Pompeya

La ciencia todavía debate cuándo y cómo fueron los últimos días de Pompeya


Cuando el Vesubio entró en erupción en el año 79, avalanchas de ceniza y piedra pómez cubrieron Pompeya, desplazando a unos 15.000 habitantes y matando al menos a 1.500 más.

Los restos volcánicos “se derramaron por toda la tierra”, escribió el abogado romano Plinio el Joven, y cubrieron la ciudad de una oscuridad “como la negrura de habitaciones cerradas y sin luz”.

En dos días, Pompeya había desaparecido, dejando poco más que una leyenda hasta 1738, cuando el descubrimiento casual de un canal de agua motivó la primera excavación deliberada.

En su diario de viaje de fines del siglo XVIII, Viaje a Italia, Johann Wolfgang von Goethe observó que ninguna calamidad de la historia había dado mayor entretenimiento a la posteridad que la erupción que había enterrado a Pompeya.

Pompeya y más allá el Monte Vesubio. Foto: Archivo Clarín.

Para los académicos y los arqueólogos de salón, ese entretenimiento incluyó discutir sobre prácticamente todas las facetas del desastre.

Todavía no se ponen de acuerdo sobre el día en que el Vesubio hizo erupción, la altura de la nube en forma de paraguas ni la duración y la agresividad de las explosiones.

Dos nuevos proyectos de investigación añaden leña al fuego. Un informe publicado por el Parque Arqueológico de Pompeya resucitó la creencia, antes ampliamente aceptada, de que el cataclismo comenzó a desarrollarse el 24 de agosto, la fecha propuesta por Plinio, que tenía 17 años cuando presenció el acontecimiento desde una casa de campo ubicada al otro lado de la bahía de Nápoles.

Sus cartas al historiador Tácito, escritas más de 25 años después del hecho, son el único relato de primera mano que sobrevive y los únicos documentos que ofrecen una fecha precisa.

Ya no tenemos las cartas originales, sólo traducciones y transcripciones de copias, la primera de las cuales se realizó en el siglo V.

“Muchos manuscritos de las cartas de Plinio nos han llegado con fechas diferentes”, dijo la clasicista Daisy Dunn.

Su biografía de Plinio de 2019, La sombra del Vesubio, es la guía definitiva sobre él y su tío, el naturalista Plinio el Viejo, que murió durante la erupción. “El 24 de agosto fue elegido como la fecha más segura sobre la base de las evidencias textuales”, dijo Dunn.

Al apegarse a Plinio, el parque arqueológico diluyó parte del entusiasmo reciente por el 24 de octubre como posible fecha de comienzo de la erupción, una teoría que se había visto impulsada por el descubrimiento en 2018 de un fragmento de grafiti en una pared de la Casa del Jardín recién excavada en el sitio.

El garabato en carbonilla registra una fecha que se traduce como 17 de octubre en el calendario moderno, lo que indicaría que la erupción podría haber ocurrido después de esa fecha.

El hallazgo, que no especificaba el año, pareció corroborar otras pistas halladas en la excavaciones que apuntaban a un clima más frío que el que es usual en agosto: restos de frutas otoñales no maduras como castañas y granadas; ropa de lana pesada encontrada en los cuerpos; vino en jarras selladas, lo que indica que la cosecha de uva había terminado; y también braseros de leña en las casas.

Massimo Osanna, director general del parque en el momento del descubrimiento, estaba convencido de que el grafiti había sido garabateado distraídamente una semana antes de la explosión.

Los hallazgos arqueológicos en Pompeya develan sus sitios emeblemáticos, como El callejón de los balcones.Los hallazgos arqueológicos en Pompeya develan sus sitios emeblemáticos, como El callejón de los balcones.

“Este espectacular hallazgo finalmente nos permite fechar con confianza el desastre”, dijo. A Dunn le pareció improbable que Plinio hubiera olvidado una fecha tan trascendental; sin embargo, dijo, “en mi opinión, la fecha tradicional del 24 de agosto es demasiado temprana en el año para ser acertada”.

El juego de fechar

El reciente cambio de rumbo del parque, de octubre a agosto, se basó en parte en un análisis forense de las cartas de Plinio realizado por Pedar Foss, un clasicista de la Universidad DePauw en Indiana. Para su libro de 2022 Plinio y la erupción del Vesubio, Foss estudió 79 viejos manuscritos de las cartas copiados a mano y trazó un mapa de cómo se habían ido agravando los errores textuales.

Concluyó que un simple error del copista, cometido en la década de 1420, al cambiar una “u” por una “n” había dado como resultado la fecha de erupción incorrecta del 1º de noviembre. El error apareció en la segunda edición impresa de las cartas de Plinio, en 1474, y dio lugar a más lecturas erróneas, malentendidos y usos incorrectos.

En el siglo XX, circularon siete posibilidades diferentes: ocho, contando el 9 de noviembre, que Mark Twain propuso al pasar en Inocentes en el extranjero, su relato de viaje de 1869.

“Las numerosas opciones daban una apariencia de duda sobre lo que Plinio realmente había escrito, pero al examinarlas, pude descartar cada una de las alternativas equivocadas”, dijo Foss.

También descartó cada una de las alternativas arqueológicas al 24 de agosto, algunas de las cuales, para él, yerran sobre la base de las evidencias y otras, por un defecto de razonamiento.

Argumentó que las cáscaras de granada se usaban para teñir, no para comer; que los romanos usaban comúnmente braseros para cocinar, no sólo para calentarse; que la ropa de lana era el equipo habitual de los bomberos romanos; y que las prácticas agrícolas y de almacenamiento romanas permitían la conservación de las frutas fuera de sus temporadas naturales de cosecha.

En cuanto al garabato de la Casa del Jardín, el 12 de octubre de 2023, investigadores contratados por el sucesor de Osanna, Gabriel Zuch-triegel, dejaron su propio mensaje en carbonilla en la misma pared en la que apareció el grafiti. Diez meses después, el 24 de agosto, el texto escrito todavía era perfectamente legible.

“La inscripción podría haber sido colocada en la pared durante el mes de octubre de cualquier número de años anteriores”, dijo Foss.

Y con esto, adiós a la ilusión de poder fechar el desastre con absoluta seguridad.

Cronología de la erupción

Claudio Scarpati, vulcanólogo de la Universidad Federico II de Nápoles, está a favor de la fecha tradicional. “En mi opinión, la erupción tuvo lugar en agosto, en un día soleado”, dijo. Scarpati es el autor principal de dos estudios recientes sobre la catástrofe publicados en The Journal of the Geological Society.

Uno de ellos incluía una reconstrucción hora por hora que extendía la cronología de las 19 horas calculadas anteriormente a 32.

El otro revelaba una secuencia dinámica con 17 “corrientes de densidad piroclástica” distintas, muchas de ellas no documentadas anteriormente.

Las corrientes piroclásticas son mezclas calientes de rápido movimiento de partículas volcánicas (cenizas, fragmentos de lava de piedra pómez y gas) que fluyen de acuerdo con su densidad en relación con el entorno. Scarpati dijo que, contrariamente a la creencia popular, los pompeyanos no fueron sepultados por lava fundida ni envenenados por los gases.

“No llegó lava a Pompeya, y el gas era predominantemente agua vaporizada y, en menor medida, dióxido de carbono”, dijo. “Según nuestros estudios, las víctimas murieron principalmente por la asfixia causada por la inhalación de cenizas”, agregó.

Para determinar la distribución y el volumen de las capas de ceniza y piedra pómez, el equipo midió el espesor de las capas en una superficie de 2.007 kilómetros cuadrados alrededor del Monte Vesubio. Los depósitos registraban explosiones cada vez más espectaculares y violentas del volcán.

Al mediodía del primer día, el Vesubio comenzó a expulsar una columna de fragmentos de roca volcánica y gas, conocida como columna de erupción. La nube en forma de hongo que Plinio observó a las 13 era típica de lo que ahora se conoce como erupción pliniana, en honor a su detallado testimonio.

Scarpati dijo que las primeras corrientes habían fluido hacia la ciudad de Herculano, al oeste del Vesubio, llevando un calor intenso que básicamente calcinó a los habitantes y, en un caso documentado, convirtió el tejido humano en vidrio, proceso conocido como vitrificación.

En Pompeya, ubicada al sur del volcán, las corrientes fueron más frías y sólo las últimas ocho penetraron en la ciudad. Durante las primeras 17 horas, dijo Scarpati, Pompeya estuvo cubierta de lapilli de piedra pómez provenientes de la columna, que fluctuó como una fuente gigantesca con doce explosiones distintas. A las 14, el volcán comenzó a arrojar piedra pómez mezclada con gas.

Durante las cuatro horas siguientes, los techos empezaron a derrumbarse bajo el peso de los lapilli de piedra pómez, lo que provocó que también se desmoronaran algunos muros de apoyo.

Después de 17 horas, los escombros volcánicos en Pompeya tenían hasta 2,70 metros de espesor. Se había expulsado en ese momento una cantidad suficiente para enterrar a Manhattan a unos 137 metros de profundidad, equivalentes a un edificio de 45 pisos.

La erupción alcanzó su pico cuando la columna llegó a los 34 kilómetros de altura, aproximadamente a la 1 de la mañana del segundo día.

“La columna se elevó mientras su densidad fue menor que la del aire, como un globo”, dijo Scarpati. Al amanecer, enormes cantidades de ceniza fina y piedra pómez hicieron colapsar la columna eruptiva, formando corrientes piroclásticas.

Durante una breve pausa, los pompeyanos presumiblemente intentaron huir como pudieron de la ciudad. Entonces, poco después de las 7 de la mañana, se produjo la decimotercera corriente y la más letal: una espesa mezcla de cenizas se derramó durante nueve horas, esparciendo detritos a lo largo de 26 kilómetros de llanura y hasta las montañas Lattari.

Muchas víctimas del volcán se encontraron en las calles de Pompeya enterradas en esta capa.

Alrededor de las 16, el magma del conducto del volcán interactuó con el agua subterránea, lo que provocó que aquel se desintegrara en ceniza fina. No se encontraron restos humanos en ninguna de las capas después de la 13a, lo que para Scarpati indicaría que la devastación de la mañana no había dejado sobrevivientes. La erupción cesó a las 20.

Paul Cole, vulcanólogo de la Universidad de Plymouth en Inglaterra, quien no participó en el proyecto, dijo: “El trabajo brinda una cronología más detallada de los acontecimientos ocurridos hace 2.000 años y también proporciona nuevas pruebas de cómo puede variar el peligro causado por estas erupciones grandes y explosivas incluso durante su transcurso”.

Puede que las discusiones en torno al Vesubio continúen indefinidamente, pero, a diferencia de las cartas de Plinio, la historia geológica de la erupción parece haber sido escrita en piedra.