Álvaro Leyva desata un vendaval político al señalar a Petro de tener una adicción a las drogas

Álvaro Leyva desata un vendaval político al señalar a Petro de tener una adicción a las drogas

Álvaro Leyva Durán hace honor a la fama de agitador que se ha ganado a lo largo de su dilatada vida pública en Colombia. El octogenario político de origen conservador, que inició el mandato de Gustavo Petro como el canciller de la paz total y uno de los más fieles escuderos del presidente, ha completado el giro necesario para convertirse en uno de los críticos más venenosos del Gobierno al que perteneció. Su más reciente dardo apunta a la vida privada de un mandatario que ha sido objeto de intensa especulación desde que fue alcalde de Bogotá, hace más de una década. Si Leyva vertía desde hace un par de meses reparos crípticos en las redes sociales, la carta que reveló este miércoles le atribuye directamente a Petro un problema de adicción a las drogas que, asegura, afecta su capacidad para gobernar.

“Fue en París donde pude confirmar que usted tenía el problema de la drogadicción”, escribe Leyva en el párrafo más explosivo de la misiva de cuatro páginas, en referencia a la ocasión en que Petro “desapareció dos días” durante una visita oficial, en junio de 2023. “Guardo en mi interior la pena de no haber intentado extenderle la mano. Lo cierto es que nunca se repuso usted”, asegura el excanciller. Petro ripostó casi de inmediato. “La única manera para que la prensa publique cartas, es insultándome. No solo habla mal del escritor, sino de la prensa”, se lamentó en un mensaje en X, su canal de comunicación predilecto, sin mencionar a Leyva por nombre propio. “¿Es que acaso no tengo hijas y nietas en París, muchísimo más interesantes que el escritor?”, añadió. Sus hijas Andrea y Sofía vivían entonces en la capital francesa. Horas más tarde, en un discurso público, ha agregado un contraataque, como es usual en el presidente: “Somos adictos al amor a propósito… ¿por qué se pierde dos días, compañero? No hay que pensar mucho (…) lo que pasa es que el escritor ya no puede hacer eso”.

Las réplicas del terremoto político ya se dejaban sentir. El “fuego amigo” se ha convertido en un lugar común para el primer presidente de izquierdas de la Colombia contemporánea, y quien ha enfrentado el proceso penal de su hijo Nicolás, acusado de haberse apropiado de aportes ilegales a la campaña presidencial de 2022; las salidas en falso de su hermano Juan Fernando; el confuso episodio de la pérdida de una maleta con dinero de la casa de su mano derecha, Laura Sarabia; e incluso el escándalo por unos audios en los que su flamante ministro del Interior, Armando Benedetti, borracho, insulta a Sarabia, su actual canciller. Ahora se suma a la lista su primer ministro de Exteriores, sin puesto oficial alguno desde hace más de un año e inhabilitado por diez para ejercer cargos públicos. Sus señalamientos llegan cuando Petro apenas acaba de saldar su enésima crisis de gabinete, y en medio de la guerra abierta entre sus dos colaboradores más cercanos, Benedetti y Sarabia. “Usted sigue siendo víctima de esos cuestionados funcionarios”, le escribe Leyva a Petro en la misiva, convertida en munición para sus críticos.

“La carta de Álvaro Leyva lo confirma todo”, reaccionó Sergio Fajardo, el candidato presidencial de la coalición de centro en 2022 y quien vuelve a destacarse en las primeras encuestas de cara a las presidenciales del 2026. “No lo dice la oposición. No lo dicen los contradictores. Lo dice el excanciller de Petro, uno de sus hombres más cercanos: hay caos, crisis y contradicciones en la cabeza del presidente. Parece chiste, pero es la dura realidad. El país no puede seguir en manos de quien no tiene la capacidad para liderarlo con seriedad y rigor”, escribió en sus redes sociales el también exalcalde de Medellín, quien en la segunda vuelta de 2022 votó en blanco. Desde la derecha han sido aún más duros: han pedido un tribunal médico que determine si el mandatario está en condiciones de gobernar y exámenes toxicológicos, mientras que el petrismo niega saber de tal adicción y defiende la intimidad del mandatario. “Que el único recurso sea minar su vida privada es de canallas”, señaló la senadora María José Pizarro. No parece suficiente para que amaine la tormenta.

De canciller de la paz total a crítico venenoso

Leyva, hoy con 82 años, comenzó el Gobierno como el más veterano –y elogioso– miembro del gabinete. Desde el día uno, el presidente puso la diplomacia al servicio de su proyecto de paz total, con el que se proponía negociar en simultáneo con todos grupos armados. “Colombia aportará al mundo todo su esfuerzo para superar la crisis climática y del mundo esperamos todo el esfuerzo para superar nuestra violencia endémica”, señaló cuando anunció que Leyva sería su canciller, antes de posesionarse en agosto del 2022. Por momentos, el veterano político se comportaba como un comisionado de paz en las sombras. Incluso solía presentarse como ministro de Relaciones Exteriores y Paz, un título que no es oficial. Durante su trayectoria ha mediado entre varios gobiernos y diferentes grupos armados, a veces como una suerte de agente libre que crea canales de comunicación alternativos, paralelos a los oficiales.

Con Leyva en el Palacio de San Carlos, la sede de la Cancillería, Colombia consiguió restablecer muy pronto las relaciones con Nicolás Maduro en la vecina Venezuela, rotas desde 2019, y enderezarlas con Cuba, muy maltrechas ante la hostilidad que caracterizó el periodo de Iván Duque. Tanto Caracas como La Habana se convirtieron en garantes de los diálogos de paz con la guerrilla del ELN y las disidencias de las extintas FARC. A pesar de esos logros tempranos, la gestión del también excongresista estuvo rodeada de controversia por privilegiar la agenda de paz por encima de otros intereses diplomáticos, además de sufrir el desgaste de varias salidas en falso, los nombramientos de políticos cuestionados en misiones diplomáticas y los múltiples tropiezos en el proceso para expedir pasaportes.

Esa licitación lo puso contra las cuerdas, al punto de acabar enfrentado en los pasillos de la Casa de Nariño con la entonces directora de la Agencia de Defensa Jurídica del Estado, Martha Lucía Zamora, que defendía la conveniencia de conciliar un pleito con la firma Thomas Greg & Sons. “Usted no cuida al presidente”, la increpó Leyva, según la reconstrucción que hizo el periodista Daniel Coronell en W Radio. “A mí qué me importa que condenen al Estado. Con lo que se demora un proceso en Colombia. Notifíqueme en la tumba, cuando salga el resultado de ese pleito ya voy a estar muerto”, dijo a los gritos. Petro tomó partido por él y Zamora se marchó del cargo aplaudida por sus funcionarios.

Suspendido por la Procuraduría a comienzos de 2024, y eventualmente destituido por haber anulado la licitación de forma ilegal, Leyva mantuvo influencia. Se dedicó a defender la rebatida tesis de que un párrafo del acuerdo de paz con las FARC abría las puertas para que Petro pudiera convocar una Asamblea Constituyente por decreto. También apareció por sorpresa junto a Maduro en el palacio de Miraflores, en Caracas, cuando Colombia intentaba infructuosamente mediar en la crisis poselectoral de Venezuela. Fue una visita “a título personal”, aclaró el entonces canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, quien matizó que el Gobierno veía con “buenos ojos” el encuentro con el heredero de Hugo Chávez, atrincherado en proclamarse ganador de las presidenciales sin mostrar ninguna evidencia que desmintiera el amplio triunfo de la oposición. Leyva todavía parecía contar con el favor de Petro, que en más de una ocasión se hizo eco de sus teorías.

La ruptura se dio en este 2025, cuando Leyva comenzó a lanzar mensajes en las redes sociales que parecían acertijos. En uno criticó la forma en la que el presidente asumió la crisis diplomática con los Estados Unidos; en otro insinuó que Petro nombró a alguien en un cargo muy poderoso porque tenía una información delicada, a pesar de carecer de méritos para ocupar el puesto. Esa diatriba parecía apuntar al nombramiento de Sarabia como canciller o a la designación de Benedetti como jefe de gabinete de la Casa de Nariño –para entonces no había pasado a ser ministro del Interior–. Ambos vuelven a ser blanco de sus críticas en la carta de este miércoles, ahora sí con nombre propio. El texto retrata a un presidente que no habla con sus ministros y tiene un círculo de confianza muy reducido. “Desvincule a quienes han abusado de usted, que se han aprovechado de su complejísima situación y que le han hecho y continúan haciéndole terrible daño”, le aconseja al mandatario, como si la carta no fuera el combustible que enciende una nueva hoguera para Petro.