The Driver Era conquistó el Estadio Obras y reafirmó su conexión con el público argentino

The Driver Era conquistó el Estadio Obras y reafirmó su conexión con el público argentino


“Argentina es el número uno”, expresó la exestrella de Disney, Ross Lynch, antes de su show en el Lollapalooza el año pasado al hablar de los distintos públicos internacionales. Ese amor por el país quedó demostrado una vez más en el concierto que brindó en el marco del tour Obsession de The Driver Era, el dúo estadounidense de rock alternativo que completa su hermano, Rocky.

No se trata de la primera vez que visitan la Argentina, ya que se presentaron numerosas veces, incluso con su grupo anterior R5 (conformado por Ellington Lee Ratliff y los otros hermanos Lynch, Riker y Rydel). “Cada vez que venimos, siempre nos hacen sentir especiales. Realmente hacen que lleve mi proceso de pensamiento al siguiente nivel. Es peligroso. Todos ustedes están relajándose afuera de nuestro hotel, se presentan en el aeropuerto, se vuelven locos en el show… Nos hace sentir realmente bien y pensar ‘tenemos que seguir haciendo esto, tenemos que seguir viniendo acá, tenemos que seguir tocando música‘”, manifestó Rocky, también durante el festival que se llevó a cabo en el Hipódromo de San Isidro.

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Con ese cariño, no es de extrañar que el dúo volviera a Buenos Aires para reencontrarse con sus fanáticos. La cita tuvo lugar este viernes en el Estadio Obras Sanitarias, donde desde temprano miles de seguidores, mayormente mujeres, colmaron las calles lindantes al Templo del Rock, con filas que tenían cuadras de extensión. Esa misma emoción se sintió a lo largo de las casi dos horas que duró el recital, tiempo en el cual The Driver Era recorrió todas las etapas de su carrera y celebró el estreno de su cuarto disco de estudio, “Obsession“.

Antes de que los hermanos salieran a escena, calentaron los motores la cantautora argentina Olivia Wald y Ryland Lynch, quien brindó una sesión de DJ mezclando hits del pop como Harry Styles y Charli XCX con himnos latinos de Bad Bunny. Si bien los pogos comenzaron desde los teloneros, eso no impidió que la euforia se apoderada de los presentes cuando, cerca de las 22, la tela que habían instalado para cubrir el escenario se iluminara. Detrás de ella, podían verse las siluetas de las estrellas de la noche. Esa fue la escenografía para el primer tema de la noche: “Touch“, que hizo vibrar el piso de Obras.

Al turno de “Better“, el revestimiento cayó y la emoción se hizo aún más palpable. “Let’s go” (“Vamos”), pidió Ross, y el público cumplió, saltando y coreando a los gritos desde el minuto cero. Esa energía se intensificó con “You Keep Me Up at Night“, donde las luces acompañaban variando de manera intermitente entre el azul y el naranja. El cantante tampoco se quedó atrás, recorriendo la tarima de una punta a la otra y bailando a la par que tocaba la guitarra.

En una mezcla de español rústico e inglés, Ross saludó a sus seguidores: “Argentina. ¿Qué pasa, amigos? ¿Cómo nos sentimos? Es bueno volver. ¿Están tan emocionados como nosotros? ¿Están listos para pasar un buen rato esta noche? Tengo buenas noticias: es el fin de semana”. Ese fue el pie para “The Weekend“, donde filmó a los presentes con una cámara que se transmitía en vivo en la pantalla. Ese mismo clima de fiesta se mantuvo en “Same Old Story“, “Don’t Walk Away” y “I’ll be there“, que estuvieron acompañadas por las palmas de los asistentes.

The Driver Era en Obras

“¿Les está gustando? Le pusimos mucho amor a este tour. Pasamos por corazones rotos, nos quedamos hasta tarde, todo para esta Obsesión (nombre del álbum)”, preguntó el cantante, antes de que comenzara a sonar “Everybody’s Lover“. En ese momento, las revoluciones bajaron: las luces se tornaron azules y un bosque adornaba las pantallas. La intimidad se mantuvo en “Low“, con el agregado de que el vocalista arrojó agua al público debido el calor que hacía, algo que fue bien recibido.

Para “Nobody Knows“, Ross, que se puso uno de los gorros de vaquero característicos de sus shows, pidió que todos se agachen. “En unos segundos, pogo. ¿Quieren pogo?”, preguntó, antes de intercalar el estribillo de la canción de Black Eyed Peas, “I Gotta Feeling” con los versos de su propio tema. “Argentina, vamos, bailen conmigo”, exclamó y la gente comenzó a poguear, mientras él se movía en el escenario. “Muy bien”, los felicitó en español, demostrando la complicidad que mantiene con los argentinos. Incluso las fanáticas corearon: “Mucha ropa” y él fingió inocencia diciendo: “¿Qué es eso? No entiendo”, mientras se reía.

Un cierre cargado de energía, gritos y pogos

The Driver Era en Obras

Uno de los segmentos más enérgicos llegó con “Natural” y “Nothing Left to Lose“. “Saben lo que se viene”, había adelantado el cantante y los presentes gritaron eufóricos al reconocer los primeros acordes de los temas. Luego de eso, en palabras del propio exDisney, llegó la “parte del show donde solo hacemos lo que tenemos ganas”. Si bien algunos asistentes se ilusionaron con que interpretara alguna canción de R5, ya que previamente había agradecido a quienes los seguían desde esa época, comenzó a entonar “Fantasy“. Ese fue uno de los puntos más emotivos de la noche: los reflectores se apagaron y solo las linternas de los celulares iluminaron Obras.

Los siguientes temas fueron “Can’t Believe She Got Away“, “Afterglow“, “Malibu“, “Turn the Music Up“, “I’d Rather Die” y “Don’t Take the Night“. Nuevamente, la emotividad quedó de lado para ser reemplazada con un clima festivo, donde la marea de gente se movía de un lado a otro al ritmo de la música. Las luces acompañaban la intensidad, variando rápidamente entre distintas tonalidades: rojo, azul, celeste, verde, violeta, naranja y blanco fueron algunos de los colores que tiñeron el lugar.

En el escenario, Ross seguía cumpliendo con su papel de showman. Sé que les gusta bailar, vine suficientes veces ya como para saberlo. Esta es la tierra del tango, ¿pero pueden bailar salsa? ¿Quieren bailar salsa conmigo?”, preguntó en medio de la interpretación, lo que fue recibido con vitoreos.

The Driver Era en Obras

Después de esa secuencia, el lugar quedó a oscuras y los artistas se fueron del escenario. “¿Terminó? No puede ser, no me pueden dejar así”, preguntó una fan. En paralelo, los presentes comenzaron a corear: “Una más y no jodemos más“, así como “No nos vamos nada. Que nos saquen a patadas“. Para su suerte, la pantalla se encendió y mostró a los hermanos Lynch, preparándose antes de subir al escenario otra vez, rodeados por los aplausos y gritos de los fanáticos.

Las elegidas para cerrar la noche fueron “Rumors“, “Get Off My Phone” y “A Kiss“. Todas fueron poguedas y cantadas a los gritos, sobre todo luego de que el propio Ross confirmara que eran las últimas del repertorio. Incluso en la pantalla se leía parte de la letra de algunas de ellas, aunque no hacía falta, ya que el público entonó de inicio a fin todos los temas del espectáculo. Sumado a esto, la última pista tuvo un mini segmento de Kiss Cam, haciendo honor a su nombre.

“Nos dan tanto amor y pasión, son asombrosos. Recorremos todo el mundo, pero ningún lugar es como ustedes”, expresó Rocky casi al fin del espectáculo. “Pasaron diez años de la primera vez que vinimos. Pasó mucho tiempo. Es algo especial para nosotros. Muchas gracias por seguirnos desde hace tanto tiempo”, añadió su hermano Ross. Ya sea con R5 o The Driver Era, los hermanos Lynch volvieron a reafirmar su amor por el público argentino, el cual fue correspondido nuevamente, esta vez, en el Templo del Rock.