Más impuestos a las bebidas azucaradas, el alcohol y el tabaco para financiar la salud | América Futura

Más impuestos a las bebidas azucaradas, el alcohol y el tabaco para financiar la salud | América Futura

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América Latina y el Caribe enfrentan el crecimiento económico más débil de cualquier región y algunos de los niveles de deuda pública más altos. Los déficits gubernamentales incrementan y las tensiones geopolíticas, incluidas los aranceles a México y otros países que ha impuesto la administración de Donald Trump, añaden más incertidumbre. En este contexto, los gobiernos están lidiando con un espacio fiscal limitado para enfrentar los desafíos actuales, incluyendo el cambio climático, la inteligencia artificial y ahora el proteccionismo. Como resultado, los recursos fiscales disponibles en beneficio de la salud están muy por debajo del nivel necesario para abordar la creciente crisis sanitaria en la región. Una posible vía para recaudar fondos que continúa siendo muy poco aprovechada son los impuestos para la salud.

Pocos instrumentos de política tienen tanto potencial para aumentar los ingresos como los impuestos en beneficio de la salud. Según el Grupo de Trabajo de Alto Nivel sobre Política Fiscal para la Salud, del cual ambos formamos parte, aumentar los impuestos lo suficiente como para elevar los precios del tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas en un 50% generaría 41.820 millones de dólares estadounidenses en América Latina y el Caribe cada año. Esto equivale a casi el 20% del gasto anual actual en salud de la región. Estos ingresos adicionales podrían reinvertirse en el sistema de salud para brindar servicios esenciales como atención materna e infantil, manejo de enfermedades crónicas y tratamientos contra el cáncer.

Sin embargo, los beneficios económicos de los impuestos para la salud son solo una parte de la historia. Estos impuestos tienen el potencial de abordar la creciente crisis de enfermedades no transmisibles en la región, como el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de mortalidad en la región. El consumo de tabaco y el humo de segunda mano cobraron más de 350.000 vidas en 2021, con más del 40% de los casos de cáncer respiratorio en la región atribuibles al consumo de tabaco. Además, estos efectos en la salud tienen implicaciones económicas indirectas que continúan afectando el gasto del sistema de salud. En Chile, el tabaco le costó al Gobierno casi 2.000 millones de dólares al año en costos directos, lo cual representa el 8,1% del gasto anual en salud del país. Al reducir el consumo, aumentar los impuestos en beneficio de la salud reduciría significativamente la incidencia de enfermedades no transmisibles. De hecho, los incrementos en los impuestos que elevan el precio de estos productos dañinos en un 50% salvarían 50 millones de vidas en los próximos 50 años a nivel mundial.

Varios países de la región tienen un historial destacado en el uso de impuestos en beneficio de la salud. Colombia triplicó la tributación al tabaco entre los años 2016 y 2019. Antes de esto, tenía los cigarrillos más baratos en Occidente después de Paraguay. El efecto fue inmediato: para 2018, el consumo de cigarrillos había caído un 34% y los ingresos fiscales adicionales ayudaron en el financiamiento de una expansión de los servicios de salud. En Chile, los impuestos al tabaco aumentaron a un notable 75% del precio final del paquete en 2016, lo que contribuyó a una reducción en la prevalencia de fumadores del 40,6% en 2010 al 33,3% en 2017.

A pesar de los contundentes argumentos de salud y economía a favor de aumentar los impuestos en beneficio de la salud, los productos de tabaco en América Latina y el Caribe siguen siendo asequibles e incluso se han vuelto más asequibles con el tiempo. Sin embargo, los impuestos en beneficio de la salud tienen pocas desventajas económicas en comparación con otros impuestos: no ponen en riesgo el crecimiento económico ni afectan las tasas de empleo. La aprobación del impuesto a las bebidas azucaradas de Colombia en 2022, por ejemplo, fue el tercero de una serie de aumentos de impuestos en beneficio de la salud por parte de gobiernos sucesivos de diferentes lados del espectro político. Además, las encuestas muestran consistentemente un amplio apoyo a los impuestos en este aspecto por parte de la mayoría de la población. La economía política para aumentar los impuestos en beneficio de la salud suele ser más manejable que para otros impuestos, principalmente porque la oposición se limita a ciertas industrias y las generaciones más jóvenes tienden a apoyar políticas que promuevan estilos de vida saludables. Los encargados de generar políticas deben aprovechar este sentimiento a favor de aumentar los impuestos para beneficio de la salud.

Varios países de América Latina ya parecen estar atendiendo este llamado: los gobiernos de Colombia y Brasil están discutiendo actualmente aumentos en los impuestos para incrementar la salud, y Barbados acaba de anunciar un nuevo impuesto a los alimentos con alto contenido de sal. Los responsables de estas discusiones de considerar los sólidos argumentos a favor de aumentar los impuestos en beneficio de la salud. Dados los desafíos fiscales de la región, ya no es una cuestión de si deben aumentarse los impuestos, sino cuáles. Los impuestos en beneficio de la salud ofrecen una solución política única para los ingresos y la salud misma.