¿Alguien, por favor, quiere pensar en los niños? La célebre frase que dispara Helen, la esposa del reverendo Lovejoy, en Los Simpson, invita a reflexionar sobre el escándalo mediático entre Wanda Nara y Mauro Icardi que fue bautizado en redes sociales como Wandagate. Es que desde la viralización de audios, videos y Whatsapps que fueron filtrados desde el entorno familiar y aparecen todo el tiempo en la TV, los hijos del ex matrimonio están en el ojo de la tormenta de una feroz batalla judicial que no les pertenece.
¿Cómo les puede afectar la exposición mediática a las infancias? Primero, es importante mencionar el cambio de paradigma que impulsó la modificación del Código Civil y Comercial de la Nación en 2015. Hoy ya no hablamos de patria potestad y tenencia, sino de responsabilidad parental y cuidado personal de los hijos menores de edad para dar cuenta de que también son sujetos de derecho y que siempre debe priorizarse el interés superior del niño.
¿El hecho de que uno de los progenitores ejerza el cuidado personal del hijo le otorga la facultad de actuar de manera unilateral, arbitraria o en desmedro de sus derechos? “De ninguna manera. Los progenitores tienen derechos sobre su persona y bienes, pero fundamentalmente tienen obligaciones frente a ellos: deben velar por el interés superior, protección, desarrollo y formación integral”, responde Marianela Ojeda, abogada especialista en derecho de familia, ante la consulta de Clarín.
Y reflexiona: “Lamentablemente, son numerosos los casos en los que los conflictos y diferencias entre los adultos prevalecen sobre la integridad psico-física del niño lo cual no se condice con el derecho que tienen a ser oídos (consagrado en la Convención sobre los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes)”.
El incómodo dilema para los chicos
¿Qué influencia pueden recibir las infancias a partir del discurso de sus padres? Una de las principales fuentes de angustia para los chicos es la necesidad de tomar partido en situaciones donde aman y son leales a ambos padres. Este dilema interno los coloca en una posición incómoda.
Alejandra Doretti es psicoanalista y psiquiatra de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Considera que el divorcio es una decisión que atañe a los padres, pero que inevitablemente implica a los hijos. “En muchos casos, la disputa marital los coloca en una situación de botín de guerra. Los niños deben ser contenidos en sus propias necesidades emocionales. El desafío para los padres es poder establecer una división entre los desacuerdos que derivaron en la ruptura del vínculo de pareja con los acuerdos necesarios para seguir ejerciendo la función parental que ambos deberán sostener por mucho tiempo”, le dice a este medio.
Por su parte, Maritchu Seitún, psicóloga especializada en orientación a padres, comenta que, al estar en alerta, los chicos no pueden desarrollarse bien. “Están a la defensiva, sus amigos y los padres opinan, critican y juzgan. A esto se le suma el descuartizamiento público que hacen los padres uno del otro, sin tener en cuenta que los chicos miran y no saben a quién creerle. Es doloroso y cruel, pero evitable si los adultos piensan en los hijos, dejando de lado enojos, acusaciones y venganzas”, expresa.
Volcán de emociones
Quien ejerce bien el rol de madre o padre debe garantizar el cuidado de sus hijos y el lugar donde se sientan tranquilos. Caso contrario, la inseguridad se apodera de los chicos quienes no saben cómo enfrentar el mundo externo y pueden quedar retrasados en etapas anteriores por no animarse a “ir por más”. Así lo entiende Marisa Russomando, psicóloga especialista en maternidad, crianza y familia.
“Es necesario un llamado al sentido común y al amor para priorizar a los hijos. Las consecuencias en el desarrollo emocional serían más acotadas si los problemas familiares estuvieran resguardados en la intimidad. Al estar socializados, sumado a la incidencia de las redes, los efectos se incrementan.
Para Silvina Pedrouzo, pediatra especialista en desarrollo infantil, la difusión y viralización de conflictos privados desencadena un estrés emocional prolongado que les hace revivir a los chicos situaciones traumáticas “La sobreexposición mediática no solo afecta la salud mental, sino que configura patrones de comportamiento y vulnerabilidades que pueden persistir en su vida adulta. Por eso, la protección de la intimidad infantil y la contención parental son esenciales”, analiza.
¿Qué problemas de salud puede desencadenar la exposición pública? “Síntomas asociados a la ansiedad y al estrés crónico, en relación a tener que enfrentar preguntas de compañeros o adultos sobre situaciones íntimas. Esto genera un estado de alerta constante y sentimiento de desprotección por parte de sus cuidadores”, señala Pedrouzo.

Entre las cuestiones que observa en consultorio menciona las dificultades de concentración que repercuten en el aprendizaje, ansiedad, tendencias al aislamiento, irritabilidad, cambios de humor y de comportamiento. Y, a largo plazo, habla de problemas de regulación emocional y en las relaciones interpersonales, mayor riesgo de depresión, trastornos de ansiedad y problemas de autoestima. “Incluso, pueden llegar a repetir las dinámicas de manipulación o dependencia emocional aprendidas”, advierte.
Por eso, Seitún nunca se cansa de decir que “los padres deberían pensar antes de hablar si lo que están por decir beneficia a los hijos o es solo para perjudicar al ex y así evitar causar enormes daños y dolores en los chicos”.
Narrativas en redes
La instrumentalización de los menores como herramientas para validar narrativas en redes sociales o en los medios de comunicación golpea la esfera emocional. El problema es recurrente tanto en los escenarios mediáticos como en las vidas cotidianas de familias que no están bajo el foco público.
Charo Maroño es integrante del Depto de Niños y Adolescentes de APA y psicoanalista de Niños, Niñas y Adolescentes. Analiza que el boom de las redes genera que todo se viralice y se pierdan las diferencias no solo entre los espacios privados y públicos (qué se puede decir y mostrar) sino también entre adultos y niños ya que estos últimos quedan envueltos en asuntos de “grandes”. “Terminan atrapados en un medio que los sobreexpone mediáticamente y los expone a críticas de desconocidos y del propio entorno”, explica.
En esto Doretti es enfática y asegura que “los niños no tienen ninguna posibilidad de control o defensa ante lo que se publica y que quedan pasivamente expuestos y vulnerables a cuestiones que no están a su alcance porque no están capacitados para ocuparse de aquello que los adultos deben resolver entre ellos”.
¿Cómo debe actuar la Justicia? Entre las medidas que pueden solicitarse o disponerse en el marco de un proceso judicial, Ojeda menciona los informes de interacción familiar y socioambiental, así como pericias psicológicas y psiquiátricas. “En caso de considerarse necesario, el juez puede ordenar la realización de un proceso psicoterapéutico, la suspensión del contacto con el menor e, incluso, dar intervención a instituciones especializadas para que aborden la dinámica familiar”, describe.
Frente a situaciones de difusión o difamación en redes sociales o medios de comunicación, también puede solicitarse la prohibición de publicar contenido referido al menor o de realizar manifestaciones injuriantes, entre otras acciones protectoras.
¿Cómo resguardar a los niños y niñas de un escándalo mediático?
El Ministerio Público Tutelar elaboró una guía de buenas prácticas para proteger la privacidad de chicos involucrados en actuaciones judiciales y administrativas.
“Quienes trabajamos o difundimos noticias vinculadas a ellos debemos evitar la revictimización. La reproducción de una imagen o comentarios inapropiados que revelen aspectos de la intimidad, datos de su vida privada, sobre la salud o situación legal constituye una grave vulneración de sus derechos consagrados en la leyes de protección integral de derechos”, conversan con Clarín fuentes del Ministerio Público Tutelar.
La protección integral de los menores debe ser garantizada por la sociedad en su conjunto. Por eso, si se tiene conocimiento sobre la vulneración de derechos de niñas, niños o adolescentes, en la Ciudad se puede denunciar ante el Consejo de Derechos de la Niñas, Niños y Adolescentes mediante la línea 102 (es gratuita y atiende las 24 hs los 365 días del año).