humilló al Inter y gritó campeón por primera vez en su historia

humilló al Inter y gritó campeón por primera vez en su historia

Múnich es la tierra del despertar para el PSG. De la gloria que buscó una y otra vez, pero consiguió en el último día de este mayo francés. Dirán que solo se trata de fútbol, y es eso precisamente. Es el juego de un equipo de autor. Entonces, no importa cuántos petrodolares se hayan invertido a lo largo de estos 14 años. Luis Enrique no necesitó de Kylian Mbappé, a quien le abrió las puertas de par en par para que se vaya a cumplir su sueño merengue. Y tampoco, al menos esta vez, de Lionel Messi, con quien supo ganar su primera Orejona. Ni siquiera de Neymar, que al igual que el crack rosarino dejó este club mucho tiempo antes de su llegada. Bastó con una idea que pregona desde sus inicios en el Barcelona “B”. Y por supuesto, de futbolistas convencidos que están muy lejos de ser estrellas mundiales, pero lograron alzar la Champions ante un rival que cayó rendido ante la superioridad parisina.

No hubo tornillos sueltos. Todas las piezas encajaron con perfección de orfebre en el elástico esquema del PSG. Como expertos bailarines, los jugadores de Les Rouge et Bleu -rojo y azul- se deslizaron sobre el césped del Allianz Arena. Con movilidad, velocidad, toques, precisón y contundencia, desarticularon cualquier atisbo de presión que pudiera ejercer el Inter. Y hubo cuatro fantásticos por encima de todos, tres de ellos protagonistas en cuatro de los cinco goles: Désiré Doué, Ousmane Dembélé, Vitinha y Khvicha Kvaratskhelia.

El primer grito fue de Achraf Hakimi, clave en la primera semifinal ante Arsenal en el Parque de los Príncipes. Fue un pase a la red y la firma de la “Ley del ex” porque el marroquí vistió la camiseta del Inter. Ofreció sus disculpas, pero no cometió ningún pecado. Esa jugada ameritaba aplausos, algo que incluso consiguió de los tifosi italianos. El pase filtrado de Vitinha más el control y la asistencia de Doué, dejaron a Hakimi en condiciones de empujar la pelota al arco de Yann Sommer.

Doué marcó el segundo tras un cambio de frente de Dembélé que cobijó con el pecho y definió con ayuda de Federico Dimarco. Y en simultáneo, quebró uno de los récords más duraderos de la Champions. Se convirtió en el jugador más joven en la historia en anotar y asistir en una final, superando a Patrick Kluivert (Ajax) y Carlos Alberto (Porto), que habían dejado su huella en la red en 1995 y 2004. Y como si fuera poco, igualó la producción de Cristiano Ronaldo en 2014, cuando el portugués convirtió y asistió en la final ante Atlético de Madrid, nada menos.

La joya de Angers volvió a mostrar su contundencia en el segundo tiempo, cuando definió con categoría ante un desesperado Sommer. La jugada fue notable porque incluyó un taco con pisada de Dembélé y una estiletazo de Vitinha que lo dejó cara a cara con el número uno suizo. The Man of The Match, clave en la Ligue 1 y la Coupe de France, marcó 21 goles y brindó 29 asistencias en 32 partidos. Y recibió la ovación de su vida cuando Luis Enrique decidió reemplazarlo a los 20 minutos de la etapa final. En su lugar ingresó Bradley Barcola.

El cuarto nació gracias a otro pase magistral de Dembélé y una corrida sensacional de Kvaratskhelia. El georgiano resolvió con frialdad mientras los futbolistas vestidos de amarillo se desarmaban a su espalda. Fue otra aparición sorprendente como a lo largo de estos inolvidables noventa minutos.

Y el quinto fue una obra de arte con otras dos jóvenes figuras como protagonistas. La pared entre Barcola y Senny Mayulu, uno de los jugadores más prometedores de la cantera, que se sumó al plantel superior el año pasado y muy rápido logró grabar su apellido a fuego.

Los nombres propios no terminan en sus goleadores. Gianluigi Donnarumma apareció una sola vez, pero mostró reflejos para tapar un remate de Marcus Thuram. Wilian Pacho jugó con sapiencia y metió cruces extraordinarios al lado del experimentado capitán Marquinhos. Fabián Ruiz aportó su cuota de calidad. Los portugueses Nuno Mendes y Joao Neves, la templanza. Todos rindieron.

A contramano del Inter, claro, con Lautaro apagado. No le llegó una pelota al capocannoniere argentino. Incluso, hasta debió bajar a la mitad de la cancha para conectarse con un juego que nunca fluyó. Simone Inzaghi fue un canto a la impotencia. Justo él, que se cansó de marcar goles, plantó un equipo desangelado y carente de potencia en el área. Ninguno derramó lágrimas, señal de que la ilusión se desvaneció en el primer tiempo.

PSG es el nuevo Rey de Europa, dejando atrás la caída ante el Bayern Múnich en 2020 y con una marca inédita en su segunda definición de Champions: ningún otro campeón había encajado tantos goles en una final. Eso lo hace único y especial en su primera vez.