Discutido en lo político y en lo económico, Joan Laporta, presidente del Barcelona, tiene sin embargo un ojo clínico para lo deportivo, potestad que se ganó en el momento en que escogió a Pep Guardiola como técnico para el primer equipo tras la salida de Frank Rijkaard. Fue una apuesta gallarda y de conocimiento, pues el entrenador tan solo se había fogueado en Tercera División. Pero la apuesta salió redonda y desde entonces ha tratado de replicar el modelo de poner a exjugadores en el banquillo en todas las secciones: como el acierto en el balonmano con Carlos Ortega; como la elección de Xavi en su segundo mandato en el Camp Nou; como la intentona fallida de Roger Grimau en el baloncesto; y como la revolución de ahora con Javi Rodríguez en el fútbol sala.
Escogido en 2006 para revitalizar una sección que apenas llegaba al profesionalismo. Y su mano, más bien sus pies, se notaron de inmediato, pues el equipo pasó pronto a discutir con los mejores para después reinar. Se fraguó una gran relación capitán-presidente, al punto de que en 2015, ya retirado Rodríguez, formó parte del proyecto de Laporta para unas elecciones que, sin embargo, se llevó Josep Maria Bartomeu. Por eso, al regresar a la presidencia hace tres cursos, pocos dudaban de que era cuestión de tiempo que el gran capitán, el mejor jugador del mundo -así se le reconoció en 2006- y de la historia de España (laurel que discuten Kike Boned y ahora Sergio Lozano), regresara al Palau. Se intentó el año pasado tras la marcha de Jesús Velasco, pero el coordinador deportivo del sala Jordi Torras impuso su criterio con Tino Pérez. Una elección que ha salido rana, desnortado el Barça durante el curso y sin títulos que paladear. Así, despedido Pérez, llegó el momento de Javi Rodríguez.
Después de curtirse en el Sant Andreu y dar el salto en el Industrias García, Javi Rodríguez, delantero de olfato, fichó por el Playas de Castellón (1997), donde ganó dos ligas, tres Copas de la UEFA y una Supercopa de España. Méritos que le valieron para llegar al Barcelona en 2006, donde sumó otras dos ligas, dos Copas y dos Copas de España, además de la Champions -la antigua Copa de la UEFA- en 2012. Capitán y pichichi, también se atornilló con España, brazalete en el brazo y con más internacionalidades que nadie (170), además de conquistador de dos Mundiales y cuatro Eurocopas.
Tras colgar las botas, Javi Rodríguez se aplicó en el estudio y dio el salto al banquillo en 2017, entonces al Gyor Futsal húngaro, donde ganó una liga y llevó al equipo a la Final Four. Luego recaló en el Marigliano italiano, donde no encajó, y fichó por el Kherson ucranio, donde también ganó la liga. En 2019 recaló en Industrias Santa Coloma y en 2022 en ElPozo Murcia. Y este último curso, estuvo en el Veszprém húngaro -campeón de liga- y por unos meses entrenó al Kuwait Club Futsal para ampliar su palmarés con una nueva Copa y otra liga. Ahora, llega al Barça y lo hace de la mano de Lluís Bernat como segundo entrenador, seleccionador de Kirguistán desde 2023. Es la primera piedra de la exigida revolución en el Palau, después de la rescisión de Khalid, que ya es nuevo jugador de Manzanares, y de los adioses de Sergio Lozano y Dyego. Por contra, en las próximas semanas, llegarán Neguinho, Pol Pacheco y Luciano Gauna.