La época dorada para el mundo cripto, la que el sector anhelaba para 2025, se ha hecho esperar, pero finalmente ha llegado. Este lunes la capitalización de las criptomonedas ha alcanzado los 4,06 billones de dólares (unos 3,4 billones de euros), en medio de una ola de optimismo que hace brillar un mercado que vale más que Microsoft y poco menos que Nvidia, la primera cotizada en superar ese hito en Bolsa. Sin bitcoin, que alcanza los 2,5 billones (2,1 billones de euros) y supone un 60% del mercado, este rally no se podría entender. Pero su momentum ha impulsado el repunte de los demás activos. El contexto macroeconómico favorable y la futura bajada de tipos influyen en este crecimiento, pero el verdadero responsable tiene nombre y apellido: Donald Trump.
El giro de 180 grados de Estados Unidos hacia los activos digitales era algo que el sector esperaba con impaciencia y que los reguladores (especialmente en Europa) temían. “Las criptos han llegado para quedarse”, es la frase que más repiten en la industria a modo de advertencia ante las dudas de los más escépticos pero también como muestra de éxito ante este crecimiento, de un 250% desde mediados de agosto de 2022. La inversión en cripto se ha convertido en mainstream y ha llegado a hacerse espacio entre las carteras de grandes inversores como BlackRock, uno de los mayores tenedores de bitcoin, que recomienda a los inversores interesados asignar hasta un 2% de su cartera a este activo.
Bajo el mandato de Trump, soplan vientos a favor para este mercado. Con sus medidas procripto ha despertado el apetito para estos activos de riesgo, que ya no se limita a los criptoaficionados, sino que se extiende a las finanzas tradicionales: grandes bancos, gestoras y empresas que quieren entrar en el mercado. El avance de la regulación ha sido el mayor impulso y ha hecho que este ecosistema se perciba como más maduro, en parte también más seguro, aunque esta palabra asociada con las criptos parece un oxímoron. El pasado julio el republicano firmó la ley Genius, la primera regulación sobre stablecoins en EE UU, que abre la puerta a la gran banca para hacer negocios con estos activos. Y ahora los legisladores debaten otras dos normativas: una para regular el mercado de activos digitales en general, y otra para vetar el desarrollo del dólar digital.
Si aquello parecía uno de los mayores hitos del verano, Trump no tardó mucho en volver a sorprender a la industria. La semana pasada firmó una orden ejecutiva que abre definitivamente las puertas a las criptos en los fondos de pensiones estadounidenses, concentrados actualmente en acciones, bonos y fondos indexados que siguen el comportamiento de índices como el S&P 500. Para Manuel Pinto, analista de mercado, es un gran avance para estos activos: “Según el Investment Company Institute, estos planes contaban con 8,9 billones en activos en septiembre de 2024, lo cual puede favorecer que se empiece a invertir en activos digitales“.
El nuevo marco normativo, y el que vendrá, ha dado el pistoletazo de salida a una cascada de anuncios: mientras varias entidades financieras estudian lanzar sus propias monedas estables, JP Morgan estaría explorando la posibilidad de otorgar préstamos pignorados, que utilizan como garantía las tenencias de criptomonedas de sus clientes, principalmente bitcoin y ethereum, según el diario británico Financial Times. Además, el regulador estadounidense ha pedido a los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, la posibilidad de incluir las criptomonedas entre los activos que se tienen en cuenta para evaluar el riesgo hipotecario de los clientes que soliciten un préstamo para comprar una vivienda.
Las empresas, por su parte, han empezado una carrera para acumular criptomonedas en sus tesorerías. Bitcoin, ethereum, solana, incluso la memecoin de Trump: todo vale para estas cotizadas que quieren aprovechar el brillo de un mercado en auge. Las compañías han acumulado hasta la fecha 113.000 millones en bitcoin, según datos de Coingecko. El apetito inversor crece cada día más ante las altas rentabilidades que ofrecen estos activos: pocos quieren quedarse fuera de la oleada cripto. Esta euforia ha disparado las valoraciones de los principales activos, con bitcoin cotizando en los 122.000 dólares, a punto de marcar nuevos máximos, y ethereum reviviendo de sus cenizas y volviendo a niveles de noviembre de 2021, en los 4.200 dólares. El mercado de las stablecoins también está en máximos, superando los 280.000 millones.
Así, los cuatro billones de capitalización no estarían alimentados por un “pico especulativo”, incide Javier Molina, analista de eToro. Al contrario, “es la señal de que los activos digitales han entrado en una fase estructuralmente distinta”, avisa, aunque no todos contribuyen de la misma forma. El optimismo domina en el mercado pero gran parte del valor reside en bitcoin, que representa un 60%, seguido por ether (13%), que vive un nuevo auge gracias a los flujos hacia los ETF y el auge de las monedas estables, que corren sobre su blockchain.
“Aunque hayamos alcanzado los cuatro billones, estamos solo al principio. Toda esa conjunción de elementos está impulsando cada vez más el precio. Pero el mercado no está sobrecalentado. El indicador RSI [que mide la fuerza con la que suben o bajan los precios de los activos] se sitúa entre 68 y 70 [zona neutra], mientras en el pasado ha alcanzado el 88 [zona de sobrecompra]. La pregunta es si los ciclos anteriores marcan la tónica”, sugiere Javier Pastor, director de Formación de Bit2Me.
Un reciente informe de Sygnum también plantea esta duda. Dado que el mercado cripto ha seguido ciclos constantes de cuatro años a lo largo de su corta historia, se espera que se esté acercando al final del ciclo alcista actual, con predicciones bajistas para 2026. “Sin embargo, dado que la liquidez global sigue siendo abundante y en expansión, la adopción institucional avanza a través de los ETF de cripto, la demanda de empresas de tesorería se mantiene sólida y una regulación estadounidense más ágil probablemente actúe como catalizador al menos para ciertos segmentos del mercado, creemos que el ciclo actual todavía tiene más recorrido”, concluyen.
Mientras el mercado crece, la mirada de los reguladores se intensifica. Si en EE UU los supervisores han cambiado tono y buscan favorecer a esta industria, en Europa las autoridades ponen en alerta a los inversores: cautela para todos y que el pequeño ahorrador se aleje de este mercado especulativo y de alto riesgo. Lo que más preocupa es la creciente interconexión de las criptos con las finanzas tradicionales, que podrían suponer un riesgo para la estabilidad financiera de la región y agravar el efecto contagio al sector bancario y de pagos ante posibles perturbaciones.