Que la gente forme fila, como a la entrada de cualquier otro instituto generado por las burocracias modernas, es parte de las inusitadas ironías que el arte puede generar, y genera. Porque este no es cualquier instituto, ni está en cualquier edificio.
Es el Instituto del Tiempo Suspendido, fundado por los artistas Raquel Friera y Xavier Bassas, y se encuentra en la planta baja del edificio de Muntref, Centro de Arte Contemporáneo, sede Hotel de Inmigrantes, y Kilómetro 0 de Bienalsur.
“En el Instituto del Tiempo Suspendido imaginamos maneras de hacer explotar la crononormatividad”, presentan los autores su singular obra, que trasciende, además del tiempo, los formatos. Los artistas esperan dentro de la sala que el público entre.
Los participantes toman asiento: “¿cuál es tu relación con el tiempo? ¿Quieres seguir viviendo así?”. Con lucidez lúdica, los cronodiversos Friera y Bassas nos recuerdan, a través de preguntas, aquello que hemos olvidado, o quizás nunca supimos: que el tiempo en que vivimos no es más que una convención, una que nos explota y nos devora, que nos somete al apuro permanente.
Como el conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas, corremos en pos de la productividad del sistema. Solo el arte y el humor, realizados ambos con la seriedad que ponen los niños en sus juegos (y Friera y Bassas en su Instituto) pueden salvarnos.
“Quedarnos sin tiempo es la experiencia común de nuestras sociedades”, comentan los artistas. Algo que puede conectar, más allá de cualquier frontera idiomática o cultural, a las personas de cualquier punto de esta extensa cartografía que es Bienalsur, la bienal de arte transnacional incubada por la Universidad Nacional Tres de Febrero, en cuyo marco el Instituto se presenta por primera vez en Buenos Aires.
Con estrategia marcial, los artistas españoles toman de la burocracia su lenguaje aplastante (oficina con sillas y mesa, códigos legislativos, estatutos y, por supuesto, relojes) para usarlo a su favor y subvertir su sentido, denunciar el uso y abuso del tiempo e invitarnos a experimentarlo de otra manera.
En su espíritu de rescate de las estructuras jerárquicas y las lógicas impuestas, entra en sintonía con la bienal que los acoge en Buenos Aires, promotora de un humanismo contemporáneo y de un territorio horizontal e independiente para el arte.
De Marcel Duchamp a Julio Cortázar, los ilumina una genealogía de artistas que se resistieron (y hasta se emanciparon) de la lógica de las agujas.
“El ITS está impulsado por Raquel Friera y Xavier Bassas, y compuesto por otros “cómplices” –reza el manifiesto– que se reparten en diferentes lugares del mecanismo institucional de modo que el engranaje, como el de un reloj en suspenso, está y no está encallado, funciona y no funciona. Como un tic-tac que solo tiene el “tic” o el “tac”. Como una segundera que avanza encallada. O como una clepsidra en poética y polémica posición horizontal”.
La pregunta inevitable, al salir del Instituto del Tiempo Suspendido, no será cuánto tiempo seremos capaces de vivir fuera del tiempo (eso implicaría el fracaso rotundo de la experiencia). Sino cuántos podremos ser, al otro lado del reloj.
Instituto del Tiempo Suspendido (ITS) en Muntref – Sede Hotel de Inmigrantes (Av. Antártida Argentina S/N, entre Dirección Nacional de Migraciones y Buquebus) hasta el 7 de septiembre.