Contra los fuegos desbocados de Ourense pelea el “mejor dispositivo contra el humo” de “todo el mundo”, presumía hace unos días el presidente de la Diputación, el popular Luis Menor. “El mejor”, secundaba después su jefe, el presidente de la Xunta y el PP gallego, Alfonso Rueda, que este viernes ha pedido más medios al Gobierno central. Los que están en primera línea llevan años pidiendo mejoras laborales y más trabajos de prevención para no llegar a lo que ahora deben afrontar. “Somos muy buenos para incendios pequeños y medianos, pero con megaincendios como los de estos días colapsamos como todos los dispositivos del mundo”, afirma el agente forestal Alejandro Rodríguez, miembro de una plantilla congelada desde 1985.
La Xunta cuenta sobre el papel con 550 agentes ambientales, pero en realidad son menos porque no se cubren las vacantes. En julio, con el riesgo disparado, se contrataron efectivos para ocupar bajas de larga duración “de manera urgente y con gente inexperta”, denuncia Rodríguez, representante sindical de CCOO. “Coger a una persona que nunca vio un incendio y ponerla a dirigir técnicamente una extinción es peligroso”, alerta.
La capital de la provincia, a decenas de kilómetros de los focos más graves en Chandrexa de Queixa y el valle de Monterrei, ha amanecido este viernes envuelta en una lluvia de ceniza y una atmósfera anaranjada y tóxica. El 112 ha lanzado una alerta para que la ciudadanía solo salga de casa si no le queda más remedio. El calor sigue apretando y la Aemet anuncia otro fin de semana de “condiciones desfavorables para la extinción de las llamas”. “Estamos desbordados y lo peor es que no se atisban unas condiciones meteorológicas que nos permitan volver a la normalidad. No nos queda otra que aguantar y vamos a hacerlo. Es una carrera de fondo que pinta mal”, explica Rodríguez. El director general de Defensa do Monte de la Xunta, Manuel Rodríguez, admite que los fuegos “empiezan a desbaratar los servicios de emergencia”.
El mito de que la naturaleza en Galicia lo soporta todo, desde olas de incendios a mareas negras, se resquebraja. Ourense acumula décadas de fuegos recurrentes que “han estresado el ecosistema” de tal forma que la tendencia de la única provincia gallega sin mar es la “mediterranización de su clima y de su vegetación”. Lo advierte Xosé Santos, agente forestal y activista medioambiental, desolado por el nivel de destrucción. Explica que las montañas pierden sus esponjas, es decir, bosques y hábitats como las turberas que acumulan agua cuando llueve y la van soltando poco a poco. “La regresión vegetal que provocan los fuegos continuados lleva al desierto. La recuperación se hace cada vez más difícil y se podrá recuperar el verde, pero no la biodiversidad”, lamenta.
En Ourense, donde el eucalipto no reina como en A Coruña y Pontevedra, están desapareciendo los castaños y los carballos autóctonos por la falta de humedad, destaca el también portavoz de la asociación ecologista Amigos das Árbores. Las llamas amenazan estos días el Bidueiral de Montederramo, un conjunto de abedules que es el bosque boreal más al sur de Europa, y las especies caducifolias que quedan ya no son capaces de parar el fuego ante tanta sequedad. Que se lo digan a los vecinos de A Caridade, en Monterrei. Las llamas cercaron su casa arrasando una carballeira, barrera de antaño que hoy ya no funciona.
Ya van 31.000 hectáreas arrasadas en Ourense y las llamas no dejan de avanzar. Se acercan inclusos municipios fronterizos de la provincia de Lugo como Monforte, Quiroga y Ribas de Sil. La oleada en Galicia no está provocando tantas evacuaciones y daños en núcleos habitados como en otras partes de España. Los incendios de estos días han atacado el Macizo Central y el Val de Monterrei. Son áreas despobladas que llevan años ardiendo “en silencio” pese a que “los daños en estas joyas de biodiversidad son inimaginables”. En esta primera cadena montañosa casi todo lo que ardió es Red Natura. “No arde un monte sin más, es un ecocidio. La cantidad de animales que mueren en estos fuegos es bestial. La recuperación se hace cada vez más difícil y se podrá recuperar el verde, pero no la biodiversidad”, incide Santos.
Sobre las causas detrás de esta insólita proliferación de focos simultáneos, solo se sabe que uno de los incendios más graves fue provocado por una negligencia. El presunto autor fue detenido este jueves. Se le culpa del fuego de Oímbra, que lleva 8.000 hectáreas arrasadas y en el que resultaron heridos con quemaduras tres bomberos, y está pendiente de pasar a disposición judicial en los juzgados de Verín acusado de dos delitos de incendio forestal por imprudencia grave y tres de lesiones graves.
Según el Seprona, este hombre de 46 años provocó la catástrofe el pasado día 12 al realizar labores de limpieza y desbroce con un tractor a pesar del riesgo extremo de incendio. Los brigadistas heridos son un joven de 18 años que está muy grave, con quemaduras en el 40% de su cuerpo, y otros dos de 23 y 25 años con un 15% de afectación que están graves.
Las fuerzas de seguridad han intensificado el operativo para capturar a los incendiarios. La Delegación del Gobierno en Galicia informa de que se están recogiendo pruebas sobre el terreno y analizando la información que aportan los servicios de extinción y los vecinos, además de desplegar patrullas por las zonas de más riesgo para evitar nuevos focos. En total, son tres los detenidos y 22 los investigados desde julio. “Quien prenda fuego de manera intencionada no quedará impune. Cada foco, cada chispa, cada paso, está bajo vigilancia. Vamos a llegar hasta el final en las investigaciones”, ha prometido el delegado del Gobierno, Pedro Blanco.