El caso del médico Pablo Ghisoni, que estuvo preso tres años falsamente acusado de abusar de dos de sus tres hijos, a quienes tampoco vio por más de una década, despertó el tema de las falsas denuncias. El cimbronazo mediático que generó el padecimiento del obstetra fue a partir del video que grabó Tomás, su hijo del medio y denunciante, quien frente a una cámara confesó que nunca había sido vejado por su padre y que sus acusaciones se basaron en la manipulación ejercida durante años por su madre y también médica, Andrea Vázquez.
A partir de esta noticia salieron a la luz varios testimonios de otras víctimas de falsas denuncias, un tema que parece tabú para la Justicia argentina. «Tenemos denuncias generales, no podemos filtrar por denuncias falsas, es muy difícil conseguir ese dato», le respondieron a Clarín desde el Ministerio Público Fiscal porteño. «Sería muy necesario que alguien tuviera ese número, pero es complicado. Nosotros contamos con una estadística, pero es un número mínimo, es la punta del iceberg», dice la abogada Patricia Anzoátegui, directora del Observatorio de Falsas Denuncias.
Esta plataforma online confeccionó una estadística reciente que señala que hay 1.892 denuncias, de las cuales el 42% son de la provincia de Buenos Aires, el 15% de la ciudad de Buenos Aires y comparten el tercer puesto Córdoba y Santa Fe con el 6%. Reafirman desde el Observatorio que el caso Ghisoni fue un punto de inflexión «para animarse a dar la cara, contar su historia y atribuirse ser denunciado sin justificativos».
«Hay que remarcar que nuestras estadísticas no son números oficiales, sino que se trata de información que el o la supuesta damnificada cargó en la página web del Observatorio –enfatiza Patricia Delbono, perito informático forense–. Los que suben la información son ciudadanos que presentan pruebas concisas que acreditan su situación. También tenemos una cantidad que supera las cien personas que, al escribir cualquier cosa, quedan desestimadas».
Hay otras estadísticas que marcan que el 25% de las supuestas víctimas, es decir, 455 personas, que se encuentran detenidas en prisión preventiva sin condena firme. 374 fueron despedidos de sus trabajos y 107 hijos de acusados sufren bullying. Y contabilizan 22 personas con falsas denuncias que se suicidaron.
Desde la organización Infancia Compartida aseguran que «se han incrementado notablemente la cantidad de acusaciones falsas. ¿Por qué? Porque no se busca reparar la relación en conflicto, sino interrumpir como sea el vínculo filial para terminar de una vez por todas con la coparentalidad», señala un padre que se encuentra reconstruyendo el lazo con su hijo. «Tenemos un informe interno realizado en escuelas primarias del interior del país: en el 20% de las aulas hay niños en situación de proceso judicial».
Frente al avance de las falsas denuncias, la senadora Carolina Losada impulsa un proyecto de ley que busca llevar la pena para quien las cometa a seis años de prisión. «Apunta a agravar la condena. La figura hoy existe, lo que pasa es que la pena en expectativa es de dos meses a un año. La finalidad del proyecto es que la persona que denuncia sea la verdadera víctima, porque hay muchas», explican.
La asociación estadounidense SAVE (por la sigla en inglés de basta de ambientes violentos y abusivos), focalizada en asuntos sociales, acaba de realizar un informe sobre falsas denuncias en cuatro países del mundo: Estados Unidos, Inglaterra, Australia y Argentina. «Elegimos lugares donde haya organizaciones que luchen contra esas injusticias. En Argentina habíamos hecho un estudio en 2023 y terminamos hace pocos días de completar uno nuevo y se advierte un crecimiento ostensible en estos últimos dos años», le dice Edward Barlett, su presidente, a Clarín.
Bartlett cuenta que tanto en 2023 como en 2025 llevó a cabo sendos estudios tomando una base de 1.069 personas adultas de todo el país. «Hace dos años la encuesta dio que hubo un 7% de argentinos adultos que fueron víctimas de denuncias falsas en todo el país. El flamante informe da como resultado que ahora el 11% de los adultos alguna vez fueron acusados esa situación«.
Agrega el estadounidense que «si ese porcentaje lo proyectamos en la población adulta argentina, que es de alrededor de 30 millones de habitantes, entonces más de 3 millones fueron alguna vez acusados con denuncias falsas«.

Tema delicado el de las denuncias falsas que, por ejemplo, le ha costado la vida a Lucio Dupuy, el chico pampeano de 5 años que murió el 26 de noviembre de 2021 por un edema cerebral, asociado a múltiples golpes violentos, propinados por su madre Magdalena Espósito Valenti y su pareja Abigail Páez, quienes en febrero de 2023 fueron condenadas a prisión perpetua. «La progenitora llenó a mis hijos de denuncias falsas que la jueza Ana Clara Pérez Ballester convalidó y terminó sacándonos a Lucio para entregárselo a esa persona (Espósito Valenti)», le cuenta a este medio Ramón Dupuy, desde General Pico.
Christian Dupuy, padre de Lucio, sufrió denuncias por violencia doméstica, de género y por no entregar la cuota alimentaria. Su hermano Maximiliano, que tuvo la guarda de Lucio durante un período, fue acusado de abuso sexual, «delitos que nada tienen que ver con la realidad, pero acá nada se investigó, nadie se preocupó por el bienestar de mi nieto. Esa jueza sabía que eran falsas las denuncias, pero hizo una defensa de género y le entregó a Lucio a un monstruo. Por eso no dudo en afirmar que la jueza es la tercera asesina, porque con ordenar un seguimiento hubiera alcanzado para salvarle la vida».
Ramón Dupuy no logra encontrar paz interior. «Mi único nieto varón no pudo tener una justicia completa, porque la jueza sigue ejerciendo sus funciones como si nada. Me asesinaron a mi nieto y me cambiaron a mi hijo, porque Christian no es la misma persona que yo eduqué. Después de lo de Lucio, él es otro, a pesar de haber construido una familia y de tener dos hijos. Nunca pudo volver a ser, perdió la alegría… y si no fuera por Paloma y Matilda, sus hijitas, yo lo hubiera perdido. Ojalá que haya una ley que pene a quien acusa falsamente, porque las falsas denuncias terminaron de matar a mi nietito».

Fundadora del Frente de Mujeres Argentinas, Andrea Guacci ratifica que «no existen estadísticas oficiales en ningún país. Ningún organismo público realiza un registro específico de casos en los que se haya demostrado judicialmente que una denuncia es falsa. No hay. Los números que hoy se tienen en cuenta son los basados en el aporte de la gente. Advertimos que hay cada vez más predisposición del ciudadano a compartir su caso y demostrar a como dé lugar su inocencia».
Es esposa de Diego Guacci, ex DT del fútbol femenino nacional y quien fuera denunciado en mayo de 2021 por haber tenido conductas inadecuadas en la Justicia Civil y en la FIFA (no hubo denuncia penal). El caso se resolvió a favor del entrenador, y Andrea afirma que «las denuncias son miles y se incrementaron a partir de 2017/2018 con las políticas de género«. Tiene un objetivo que la desvela: «La tipificación de delito exclusivo de falsas denuncias con penas que ayuden a sanar desde la justicia a quienes sufren este delito».
«Me robaron a mi nieto»
Desconsuelo transmite el rostro de María del Rosario Abduch (66), abuela de Julián Foster Cura, hoy de 15 años. «La última vez que lo vi fue el día que cumplió cuatro añitos, en septiembre de 2013. Tuve hasta ese momento una hermosa relación en la que Juli venía a casa, se quedaba los fines de semana, le gustaba mucho compartir conmigo y el nono», dice Abduch, abuela del menor, denunciada por abuso sexual en 2013 y sobreseída en 2014. La denunciante fue Johanna Cura (43), madre de Julián.

«Nunca entendí por qué tanta saña de parte de mi ex nuera… Me urgía, me urge poder hablar con ella, en un momento sentía una gran necesidad de hacerlo, pero no hubo oportunidad, me bloqueó en todo sentido. Ella denunció a mi marido y abuelo de Julián, y a mi hijo y padre del chico, también por abuso sexual. Y como yo fui sobreseída de la primera denuncia, fue por más y me acusó de violencia contra mi nieto: que lo había empujado por una escalera y que había intentado ahogarlo en una pileta. Inexplicable tanto daño. Ella me robó a mi nieto«.
Confiesa María del Rosario que salvo por una foto reciente, ya no reconoce a su nieto. «Me duele en el alma, pero es un desconocido. Igual me puso contenta haber visto en esa imagen… Bah, sentí una mezcla de dolor y alegría ingobernables. Si bien es complicado el panorama, tengo una luz de esperanza de volver a compartir un momento, aunque sea breve… Sé que es casi una misión imposible, porque Julián está muy contaminado, se le ha llenado la cabeza con las peores cosas y llegó a decir que no quería verme más. En los primeros tiempos pedía por mí, pero pasé de ser una persona muy presente a desaparecer».

Profesora de inglés, vecina de Recoleta, María del Rosario hace el esfuerzo para no quebrarse. No lo logra. «Me perdí la infancia de Julián y duele un montón que le hayan robado la identidad y los recuerdos de su familia paterna. Yo siento que la Justicia debería priorizar la perspectiva de infancia, la vida del niño, por sobre la perspectiva de género, porque es terrible que caiga la guillotina sobre toda la familia del papá que, dicho sea de paso, está destruido, es otra persona».
Si tuviera que decirle alguna palabra a su nieto, María del Rosario no lo dudaría: «Que lo amamos y que lo seguimos esperando. Ojalá que me dé la chance aunque sea una vez, antes de que me vaya de esta vida y que pueda tener mi versión y que él pueda decidir, pero la que tenga. Una está muerta en vida…. Yo no tengo todo el tiempo del mundo, ya pasaron doce años, ¡cuánto más!».