Mestalla, un espacio sin alcohol y libre de humos, donde los aficionados tienen que ver el fútbol también sin comer pipas | Fútbol | Deportes

Mestalla, un espacio sin alcohol y libre de humos, donde los aficionados tienen que ver el fútbol también sin comer pipas | Fútbol | Deportes

Las uñas de los hinchas peligran en Mestalla. Sin tabaco, sin alcohol y, ahora, sin pipas, qué le queda al aficionado que se pone histérico. El fútbol y las pipas han caminado juntos durante décadas. Siempre se ha asociado el consumo de estas semillas a los partidos. Muchos seguidores se compraban un paquete que les ayudaba a controlar los nervios o la ansiedad cuando amenazaba el descenso o el delantero tenía el día torcido. Pero esta costumbre tan arraigada en los campos se ha acabado de golpe en Mestalla después de que el Valencia haya prohibido su consumo esta misma semana. Las pipas, al menos en el estadio del Valencia, se caen del entorno del fútbol como antes lo hicieron el alcohol y el tabaco. Ya son tres las prohibiciones que se han establecido en el campo más antiguo de Primera División.

Primero se vetó el consumo de alcohol, a partir de la Ley 10/1990 del Deporte, en todos los campos de España. Después de décadas de anuncios de bebidas como el brandy o el coñac, algunos exageradamente machistas —Soberano, ¡es cosa de hombres!—, las bebidas alcohólicas desaparecieron del fútbol… salvo en los palcos VIP, donde siguen estando permitidas. Después vino el tabaco, que quedó en manos de la decisión de cada club. El Valencia, como el Barcelona, pionero, el Valladolid, el Athletic o la Real Sociedad, prohibió fumar en sus gradas en 2021, aprovechando las limitaciones que había traído la covid durante la pandemia. Mucho antes, desde 2004, se impidió fumar en los banquillos. Javier Clemente o Johan Cruyff apagaron el mechero.

El Valencia añade ahora una nueva prohibición, el consumo de pipas. “Esta medida ha sido tomada para garantizar la salubridad en las gradas de nuestro estadio, dado que tirar al suelo las cáscaras de las pipas supone un problema de salubridad, obstruyendo tuberías y generando, además, todo tipo de molestias a los vecinos que viven junto al Camp de Mestalla durante las tareas de limpieza en los días posteriores a cada partido”, expuso el club en un comunicado. El fútbol, cada día más correcto. Ya hacía dos años que el Valencia había retirado las pipas de los productos que se vendían dentro del estadio.

Uno de los vendedores que hay alrededor de Mestalla tuerce el gesto cuando le preguntan por la venta de pipas. “¿Que si me ha afectado la promoción? Falta menos de una hora para el partido y he vendido un paquete, cuando un día normal puedo vender cinco cajas perfectamente, más de cien. Mira se ha notado…”. Un aficionado escucha la conversación y aprovecha para meter baza. “Ya no sé en qué quieren convertir el fútbol, cualquier día habrá que ir al campo de etiqueta”. Al entrar al estadio, el agente de seguridad no se fijará en su indumentaria, pero sí le pedirá registrar la mochila y le hará una pregunta: ¿Lleva pipas?

El Valencia no es el primer club que lucha contra los piperos. La propia Real Sociedad, su primer rival en la Liga, promovió hace unos años una iniciativa para concienciar a sus seguidores de no tirar las cáscaras al suelo. El club donostiarra calculó que este vicio tan inocente genera tres toneladas de residuos en Anoeta. Una montaña de cáscaras. El Elche lo prohibió en el Martínez Valero en mayo porque decía que obstruía las tuberías y drenajes, además de favorecer la proliferación de ratas y palomas. La entidad ilicitana no incluyó ningún tipo de sanción, pero sí llamó a la “responsabilidad colectiva” para colaborar en la limpieza del campo.

El Edense ya hacía tiempo que había iniciado su lucha contra los devoradores de pipas: el club alicantino colocó una serie de carteles en 2012 por las gradas del Pepico Amat para advertir que estaba prohibido.

Mestalla ya es un estadio sin alcohol, 100% libre de humos —también está prohibido vapear— y ahora sin cáscaras de pipas, un alimento que se suma a la lista de objetos no admitidos, que van desde maletas y mochilas grandes a paraguas con punta, cámaras fotográficas profesionales, vuvuzelas o bombos. Tampoco se puede entrar al campo con confeti, bocinas de gas, patinetes, envases de más de 0,5l y botellas sin tapón, la prohibición que burla la gente metiéndose uno en el bolsillo. El fútbol es así.