La continuidad del TMEC —el acuerdo que ampara más de 800.000 millones de dólares de intercambio entre EE UU y México— está en juego. La irrupción del huracán Trump a la Casa Blanca de la mano de una andanada de aranceles ha puesto contra las cuerdas el convenio firmado en 2020 por Canadá, México y Estados Unidos. Con el pulso proteccionista del republicano aún al acecho, los tres países han dado el banderazo de salida al proceso de revisión del TMEC, que culminará con la negociación tripartita en 2026. Desde el inicio de su mandato, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha amagado con dinamitar el acuerdo. Sin embargo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha abogado por la integración comercial de Norteamérica, teniendo como columna vertebral este convenio. El arranque de las consultas públicas sobre el TMEC, la semana pasada, supone el punto de inicio de un proceso que expertos e industriales anticipan complejo tanto para México como para Canadá. Con su ya conocida estrategia de no confrontación y “cabeza fría” frente al republicano, Sheinbaum buscará salvaguardar el TMEC y, con ello, el caudal de exportaciones, inversiones y empleos que genera en el país.
Bajo el paraguas de este acuerdo, México se ha convertido en el principal socio comercial de Estados Unidos, con envíos anuales al otro lado del río Bravo por más de 500.000 millones de dólares. Esta derrama sustenta una buena parte del sector exportador en el país y una tajada importante de la inversión extranjera directa en territorio mexicano. El desarrollo de regiones productivas, principalmente en el norte, noreste y bajío del país, se ha conseguido bajo el acuerdo de este acuerdo signado en 1994 como TLCAN y renovado hace cinco años bajo el nombre de TMEC.
En plena guerra arancelaria de Trump con el resto del mundo, incluido México, el Gobierno de Claudia Sheinbaum deberá calibrar con pulso quirúrgico el proceso de revisión del acuerdo frente a un duro negociador como lo es el republicano. El mandatario impuso aranceles del 35% a las mercancías canadienses fuera del TMEC, mientras las mexicanas tienen un gravamen del 25%. El banderazo de salida para la revisión del TMEC comenzó la semana pasada con el inicio de las consultas públicas. En el caso de México, se estableció un plazo de 60 días para que cualquier interesado emita sus sugerencias ante la Secretaría de Economía. México llegará a la evaluación final con algunas cartas a favor, como su cercanía con EE UU y su integración en proveeduría, pero con otras desventajas como los aranceles ya impuestos para las exportaciones de acero, aluminio, los envíos fuera del TMEC, entre otros.
En medio de este fuego cruzado y en aras de mantener esta integración regional, México anunció a principios de septiembre una serie de medidas para contener el avance de las importaciones asiáticas. El Gobierno de Sheinbaum busca imponer aranceles de hasta un 50% a las importaciones provenientes de China y de países con los que no existen acuerdos comerciales vigentes. La medida es un intento para reducir el avance de los productos asiáticos en sectores clave en el país como son el acero, textiles, calzado, juguetes y automotriz, a la vez que supone un gesto en la misma línea de la política comercial de Washington frente al gigante asiático.
Ildefonso Guajardo, secretario de Economía en la Administración de Enrique Peña Nieto y exnegociador en jefe en la renegociación pasada del TMEC, advierte de que el golpe económico para México está hecho vía los aranceles sectoriales en curso impuestos por EE UU. “Las pausas arancelarias que ha otorgado Trump no son gratis, ya un 22% de lo que exportamos a Estados Unidos está gravado de una forma y otra de una manera importante. Las negociaciones ahora serán de mayor complejidad porque Trump está metiendo en la misma licuadora todo, migración, fentanilo y comercio”, refiere.
Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la UNAM, explica que el TMEC es un desafío mayor para esta Administración por la incertidumbre que ha ocasionado entre las empresas en términos de inversiones nuevas y planeación de inventarios. “El próximo 30 de octubre se termina la pausa que hace unos meses otorgó el Gobierno de Estados Unidos a México para elevar sus aranceles. Esta fecha aumenta la presión en las consultas públicas y próximas mesas de negociación”, menciona. El experto anticipa que Sheinbaum continuará con su estrategia de no confrontación y de “cabeza fría” frente a Washington. “Lo que más le conviene a EE UU es mantener los beneficios que los gobiernos mexicanos les han otorgado a las empresas estadounidenses en el país”, concluye.
Desde su entrada en vigor, el TMEC se ha convertido en piedra angular de la economía mexicana y, en específico, del comercio exterior en México. Sheinbaum, quien ha logrado contener las numerosas granadas arancelarias desde EE UU, debe prepararse para una batalla mayor, donde también Canadá jugará sus propias cartas y, evidentemente, Washington buscará seguir marcando la pauta. Entre medias, los expertos coinciden en que la economía mexicana seguirá bajo presión debido a la volatilidad y postergación en las decisiones de inversión debido a la incertidumbre sobre el futuro del TMEC.
A las puertas de la negociación, expertos e industriales apuntan que México llega al comienzo del proceso con signos de debilidad. En julio pasado, de acuerdo con cifras oficiales, la economía mexicana cayó un 1,2%, a tasa anual, el mayor retroceso desde febrero de 2021. La presión arancelaria desde Washington ha elevado el pulso en sectores clave como el automotriz, la electrónica, maquinaria, farmacéutico, energía, acero, aluminio, entre otros. Con un bajo crecimiento económico como telón de fondo, el Gobierno de Sheinbaum tendrá que mover sus fichas para una negociación que se avizora compleja y ríspida.