Uno de los datos más llamativos de la Selección Sub 20 que se metió en la final del Mundial de Chile es que entre los 21 jugadores, siete se formaron en las divisiones inferiores de Vélez. De ellos, solo tres siguen en el club, dos fueron vendidos y otros dos se fueron libres, uno por decisión del club y el otro por elección propia.
Cinco de los siete son categoría 2006: Maher Carrizo, Gianluca Prestianni, Alejo Sarco, Juan Manuel Villalba y Álvaro Busso. Los otros dos, 2007: Álvaro Montoro y Tobías Andrada. El volante que dio la asistencia a Mateo Silvetti en el gol ante Colombia fue vendido a Benfica de Portugal en 6.500.000 de dólares y todavía el club tiene un 15 por ciento del pase. Montoro, lesionado, se fue a Brasil por la misma cifra y bonos de productividad. Los dos, es cierto, demasiado pronto, exigido el club por las necesidades propias y de los futbolistas.
De los que siguen en Liniers, el santiagueño Carrizo ya tuvo ofertas del exterior pero renovó su contrato hasta diciembre de 2027, mientras que Andrada, de Villa Luzuriaga, lo hizo hasta diciembre de 2029. En tanto, el arquero Busso, crédito de San Vicente, aún no tiene primer contrato y están en negociaciones.
Problemática fue la salida de Sarco, de Alberti, quien apenas jugó 9 partidos en Primera y marcó un gol, en la final ante Estudiantes de la Copa de la Liga 2024 en Santiago del Estero. Después de eso no quiso renovar, estuvo un tiempo sin jugar, quedó libre y se fue a Bayer Leverkusen de Alemania. En tanto Villalba, oriundo de Moreno, quien llegó a los 7 años al club, quedó en libertad de acción a principios de año y luego se incorporó a Gimnasia y Esgrima La Plata.
Más allá del presente de cada uno, hasta hace dos años formaban parte de las inferiores de Vélez y el único que había hecho su estreno en Primera era Prestianni, quien como Franco Mastantuono, cuando cumplió 18 años se fue a jugar a Europa. Ninguno es producto de la casualidad. Son de La Fábrica, como se conoce popularmente a las juveniles del club.
Juan Villalba, en acción. Foto: EFE/ Osvaldo VillarroelHay una anécdota contada por Pedro Larraquy, histórico jugador del club y actual secretario técnico, en el podcast Vélez Fútbol Episodio 03, Así funciona La Fábrica, realizado en 2020. Ese año, el ex defensor recibió una carta de un chico canadiense que se quería probar. El pedido llamó la atención de todos y le dieron una oportunidad. Luego se enteraron que Federico Rose era hijo de madre argentina y padre jamaiquino, que tenía parientes en General Rodríguez y que ante su deseo de jugar de manera profesional y probar en un club del país, un tío le dijo que el mejor de Argentina era Vélez. Rose pasó la prueba y jugó en las inferiores hasta 2023 y actualmente está en la segunda división de Eslovenia.
En aquel programa de agosto de 2020 contaban cómo era paso a paso la formación de los futbolistas. Participaron, además de Larraquy, Hermes Campos (a cargo del scouting), Juan José Griecco (director técnico a cargo de la metodología) y Mariano Pizzoglio (coordinador de la preparación física). Los cuatro siguen en el club, cuya dirección deportiva sigue a cargo de Sebastián Pait. Ahora, Campos y Griecco son los colaboradores inmediatos de Pait en la dirección, Emanuel Oviedo es el jefe técnico (antes se llamaba coordinador de fútbol amateur), Pedro sigue como secretario técnico y Pizzoglio como coordinador de los preparadores físicos. El fútbol infantil está a cargo de Nicolás Casaburi. La forma de trabajo no cambió pero se profundizó.
Álvaro Montoro. Foto: AFPEn Vélez se prueban entre 9.000 y 10.000 chicos por temporada. En la primera instancia interviene el departamento de scouting, que busca jugadores en todo el país, en pruebas generales mensuales, en amistosos con otras instituciones o en el propio torneo juvenil. También se observan torneos juveniles internacionales. La premisa es calidad antes que cantidad, además de trabajar con estadísticas propias de dónde nacen los futbolistas que pueden terminar en Primera y eso agudiza los lugares donde conviene observar.
En una segunda instancia, en el fútbol infantil se convoca a todos los jugadores detectados y entrenan juntos en una o varias jornadas, jugando entre ellos o con alguna de las divisiones del club. En el caso del fútbol juvenil, directamente empiezan a entrenarse con el plantel durante un periodo de tiempo. Tras todas las evaluaciones, hay una reunión general entre el departamento de scouting, el cuerpo técnico de la categoría y la coordinación general. Ahí se definen los jugadores a tener en cuenta.
Tobías Andrada. Foto: REUTERS/Pablo SanhuezaAhí se avanza con los convenios con los clubes de todo el país e interviene de manera directa Larraquy. El club no negocia con los padres sino directamente con las instituciones, por una cuestión de respeto. El acuerdo generalmente incluye un porcentaje de una futura venta. A veces, hay otras bonificaciones. Larraquy destaca que, a diferencia de otras épocas, todos los jugadores del país llegan con convenio. Además, ahora cada jugador que se prueba es observado al menos de 45 minutos a una hora. Y todos los involucrados saben desde el día anterior qué jugadores llegan a la prueba y tratan de recibirlos en la puerta de la Villa Olímpica.
Álvaro Busso, arquero suplente de la Selección Sub 20. Foto: FIFAUna vez que el jugador se incorpora oficialmente a las inferiores hay un método de trabajo, táctico y físico. Los responsables tienen dividido el trabajo en planes: el propio, como el entrenador quiere gestar la idea de juego; el rival, con adaptaciones para neutralizar o combatir oponentes; y el de desarrollo, que aborda las necesidades del jugador. En promedio, hay 40 contenidos, recursos, herramientas, que el jugador lleva adelante en el proceso formativo.
Según los postulados de La Fábrica, se busca desarrollar un jugador inteligente, que no haga cosas de manera automática sino que entienda por qué las hace. “El jugador tiene que pensar y nosotros tenemos que llevarlo por ese camino”, es la gran consigna, además de dejar en claro que esto es una política que lleva muchísimos años, es decir, es un club formador y no un club comprador.










