Facundo Quiroga, el “bárbaro” que quiso financiar la carrera de abogado de un liberal

Facundo Quiroga, el “bárbaro” que quiso financiar la carrera de abogado de un liberal


El personaje elegido por Domingo F. Sarmiento para pontificar sobre la civilización y la barbarie, nació el 27 de noviembre de 1788 en el departamento de Los Llanos, La Rioja. Facundo Quiroga luchó en las campañas libertadoras junto a José de San Martín, pero regresó a su provincia natal para unirse al ejército que luchaba contra los realistas.

Concluida la guerra de independencia, Quiroga dio su apoyo al Congreso reunido en Buenos Aires en 1824. Sin embargo, un año más tarde enfrentó el proyecto político unitario de Bernardino Rivadavia junto a los caudillos federales Juan Bautista Bustos y Felipe Ibarra.

Derrotó a Gregorio Aráoz de Lamadrid en las batallas de El Tala y Rincón de Valladares y se convirtió en uno de los más destacados referentes del movimiento federal del Interior; apodado “el tigre de Los Llanos” por su valentía y temeridad, Quiroga invadió Córdoba y se apoderó de la ciudad, pero fue desalojado por el general unitario José María Paz, que lo venció en La Tablada el 22 de junio de 1829 y en Oncativo un año después.

La batalla de La Ciudadela, en Tucumán, librada el 4 de noviembre de 1831, concluyó con la victoria de Quiroga sobre el “inmortal” Lamadrid, que huyó a Bolivia, pero su familia había quedado en La Rioja.

Facundo no olvidaba las humillaciones perpetradas por el ahora vencido general contra su madre y su mujer y el saqueo al que había sometido a su provincia, pero ante el pedido de su enemigo de mandar sana y salva a su familia no dudó un segundo y así lo hizo al tiempo que le escribía a Lamadrid recordándole que no olvidaba los agravios pero que las familias no tenían por qué sufrir ningún atropello.

Imagen de la escultura en homenaje a Facundo Quiroga. / Archivo Clarín

Y terminaba su carta de esta manera. “Ojalá nos volvamos a encontrar para que uno de los dos desaparezca. Su mejor enemigo, Juan Facundo Quiroga.”

Lamadrid le contestó: “Usted podrá ser todo lo enemigo que quiera, pero este gesto extraordinario no lo olvidaré jamás”.

Entre “civilizados” y “bárbaros”

Así estaban las cosas entre “los bárbaros y los civilizados”. El triunfo de Quiroga junto a la victoria de Juan Manuel de Rosas sobre Juan Lavalle en Buenos Aires pusieron término a esa etapa de nuestra eterna guerra civil.

Quiroga se instaló en Buenos Aires. Mantenía con Rosas una relación de aliado y era considerado por don Juan Manuel como su hombre en el Interior. En una recordada cena en casa del “Restaurador”, uno de los presentes expresó su voluntad de estudiar Derecho en los Estados Unidos. Al escuchar la solvencia y la decisión del muchacho, Facundo se ofreció a financiar su carrera. El futuro abogado que haría historia se llamaba Juan Bautista Alberdi.

Quiroga se ofreció a financiar la carrera de abogado en EE.UU de Juan Bautista Alberdi (imagen). / ArchivoQuiroga se ofreció a financiar la carrera de abogado en EE.UU de Juan Bautista Alberdi (imagen). / Archivo

Las diferencias entre Rosas y Quiroga se centraban en el tema de la organización nacional. Facundo se hacía eco del reclamo provincial de crear un gobierno nacional que distribuyera equitativamente los ingresos nacionales, mientras que Rosas y los terratenientes porteños se oponían a perder el control exclusivo sobre las rentas del puerto y la Aduana.

Ante un conflicto desatado entre las provincias de Salta y Tucumán, Manuel Vicente Maza, por entonces gobernador de Buenos Aires, encomendó a Quiroga una misión mediadora.

Quiroga se trasladó al Norte para llevar a cabo la gestión, pero a su regreso fue asesinado el 16 de febrero de 1835 en Barranca Yaco, provincia de Córdoba, por Santos Pérez, un sicario al servicio de los hermanos Reinafé, hombres fuertes de la provincia mediterránea, ligados a Estanislao López.

Facundo ya era una leyenda, con su decisión inquebrantable de dar hasta la vida por defender los intereses populares porque, como él decía: “Nadie duda de que todo lo que se hace por la fuerza o arrastrado de un influjo no puede tener duración siempre que sea contra el sentimiento general de los pueblos”.