En su libro autobiográfico Yo, adicto, de Editorial Paidós, el director y guionista Javier Giner emprende una travesía personal que trasciende su propia experiencia y se convierte en un manifiesto universal sobre el sufrimiento humano, la adicción y la recuperación. El texto desmitifica los estigmas en torno al consumo de sustancias e invita a reflexionar sobre los vacíos emocionales que afectan a la sociedad.
El relato es un testimonio crudo y conmovedor. Su adicción al alcohol y a la cocaína lo llevó a un abismo emocional que enfrentó en un centro de rehabilitación. Allí, a través de una intensa introspección y de la mano de Anais (terapeuta), descubrió que su verdadera enfermedad no eran las sustancias, sino las heridas emocionales que lo habían acompañado desde siempre: el síndrome de abandono, el miedo, la inseguridad y la ansiedad social. Estos son los pilares del concepto que Giner denomina “malestar adictivo”, el cual considera la raíz de cualquier forma de adicción.
Giner es director y guionista. Ha rodado cinco cortometrajes, entre ellos El amor me queda grande, seleccionado en más de 100 festivales y adquirido por HBO USA y Movistar. También ha dirigido obras teatrales. Yo, adicto (2021) es su primera obra de no ficción y sirvió de base para la serie homónima estrenada en Disney Plus en 2024.
Comprensión de la adicción
Uno de los aportes más significativos de este libro es cómo redefine la comprensión de la adicción. Giner desmonta la visión reduccionista que asocia el consumo de sustancias con una mera falta de voluntad o moralidad, una narrativa que históricamente ha condenado a los adictos al estigma y la exclusión social.
En cambio, señala que la adicción es una forma de responder al dolor emocional, un intento desesperado de anestesiar emociones que parecen insoportables. Una respuesta al dolor. Esta perspectiva resulta fundamental porque rompe con la superficialidad de atribuir las adicciones a decisiones individuales equivocadas y desplaza el enfoque hacia las heridas invisibles que arrastran las personas.
Es esta mirada la que conecta el libro con debates más amplios sobre la salud mental, el trauma y la desconexión social. En una época en la que las tasas de ansiedad y depresión están en aumento, y en la que los consumos problemáticos se han normalizado en amplios sectores de la población, Yo, adicto propone una lente crítica para cuestionar la relación con el dolor y las estrategias con las que intentamos silenciarlo.
El libro también explora cómo, en la generación del autor, ser homosexual implicaba cargar con estigmas mucho más arraigados que los actuales. Crecer a fines de los años 70 en España significaba enfrentarse a una sociedad que percibía a los gays como defectuosos, débiles o problemáticos, una opresión constante que dejaba cicatrices emocionales profundas.
Estas heridas, muchas veces, derivaban en traumas que buscaban salida en el autocastigo, como ocurrió con el consumo de sustancias. A más de cuatro décadas de aquellos tiempos, su testimonio invita a reflexionar sobre cuánto hemos avanzado como sociedad en términos de aceptación, pero también sobre las marcas que perduran en quienes vivieron esa época de exclusión y prejuicio.
Fragmentos de un diario
Un componente único de Yo, adicto son los fragmentos del diario que el guionista escribió durante su internación. Estos textos, que emergen como destellos de vulnerabilidad, permiten al lector adentrarse en su mente mientras enfrentaba las etapas más crudas de su recuperación.

A través de ellos, Giner expone sus miedos más profundos, sus momentos de desesperanza, pero también los pequeños triunfos que marcaron su camino hacia la sanación. Es en estas páginas donde el autor logra transmitir la humanidad detrás de la lucha contra la adicción. Sus reflexiones son tan íntimas y sinceras que es imposible no empatizar con su dolor. Pero también, a través de su honestidad, el autor desarma las nociones simplistas sobre la recuperación, alejándose de la idea de la “redención milagrosa” que a menudo se romantiza en los medios.
El escritor no solo se enfrenta a sus demonios personales, sino que también interpela a la sociedad contemporánea. En el contexto actual, el alcohol y las drogas son parte del tejido social, desde celebraciones hasta mecanismos de escape, su relato invita a preguntarnos por qué normalizamos estas prácticas y qué vacíos estamos intentando llenar con ellas.
La adicción, como plantea Giner, es un reflejo de una sociedad que ha perdido el contacto con sus propias emociones. La inmediatez de las redes sociales, el culto al éxito y las expectativas inalcanzables son terreno fértil para el “malestar adictivo”. Y aunque no todos caen en el consumo problemático de sustancias, muchos recurren a otras formas de evasión, como el trabajo compulsivo, las compras excesivas o el uso desmedido de la tecnología. Muchos psicólogos consideran que siempre somos adictos a algo, y eso va mutando a lo largo de la vida.
La crítica al estigma y los estereotipos
A lo largo de Yo, adicto, el autor desafía los estereotipos que han marcado históricamente la percepción de los adictos. Desde la imagen del “yonki” marginado hasta las narrativas heroicas de figuras públicas que aseguran haber superado sus adicciones de manera instantánea, el autor desmonta estos discursos para mostrar que la recuperación es un proceso largo, complejo y profundamente humano.

En varias entrevistas de distintos medios, el guionista se mostró indignado ante las declaraciones de Miguel Bosé, quien aseguró haber dejado la cocaína de un día para el otro una noche cualquiera, antes de subir a un escenario a cantar.
Para Giner, este tipo de relatos, aunque bienintencionados, perpetúan una imagen irreal de la adicción y dificultan que quienes la padecen se animen a buscar ayuda. “La recuperación no es lineal, no es perfecta, y no hay nada de malo en recaer o pedir ayuda”, subraya en el libro.
Otro de los temas fundamentales que aborda es el síndrome de abandono y cómo este afecta la construcción de la identidad emocional. Desde su propia experiencia, el autor muestra cómo la herida puede manifestarse en patrones de inseguridad, miedo y ansiedad que se arrastran hasta la adultez. Para él, el consumo no fue más que una forma de acallar estas emociones y encontrar un alivio temporal ante una sensación de vacío que no sabía cómo llenar.
Esta reflexión conecta con una verdad universal: las heridas emocionales que no se sanan a tiempo pueden encontrar salidas destructivas, incluso si se presentan años después de haber sido infligidas. De esta manera, Giner pone de relieve la importancia de enfrentar estos dolores desde su raíz, ya sea a través de la terapia, el apoyo comunitario o la introspección.
La serie en Disney Plus
La adaptación de Yo, adicto a la pantalla, estrenada en Disney Plus en octubre de 2024, llevó el mensaje del libro a un público aún más amplio. Protagonizada por Oriol Pla, la serie logra capturar la esencia del relato de Giner, combinando la crudeza de sus momentos más oscuros con toques de humor y esperanza. Aunque la serie no es un sustituto del libro, es un complemento que permite que la historia conecte con nuevas generaciones y que el estigma en torno a la adicción se siga cuestionando.
Yo, adicto es, definitivamente, un libro sobre la lucha interna contra la adicción; que nos propone reflexionar sobre el dolor humano, la desconexión emocional y la vulnerabilidad que nos atraviesa.
En palabras de Pedro Almodóvar, es un libro “valiente, conmovedor y generoso”, pero también es un llamado a la acción, un recordatorio de que detrás de cada historia de consumo hay un ser humano que merece empatía y comprensión. Es también una invitación a abandonar los estereotipos, ya que se trata de conductas que suceden en cualquier ámbito y que se le pueden despertar a cualquier persona que, de un momento a otro, estalle por dentro.
La verdadera fuerza de esta autobiografía reside en su capacidad para humanizar lo que muchos consideran inhumano, para iluminar los rincones más oscuros de la psique y para demostrar que, aunque el camino hacia la recuperación sea arduo, siempre hay luz al final del túnel.
Yo, adicto, de Javier Giner (Editorial Paidós).