El diagnóstico está claro y ya es bien conocido: la mitad de los alumnos de tercer grado no entiende lo que lee. La política para revertirlo ya está en marcha y tiene consenso federal: un plan de alfabetización, sostenido económicamente por Nación, e implementado por cada provincia. Ahora, ¿cómo financiar ese plan? ¿Con qué criterios?
El Plan de Alfabetización arrancó en 2024 y tuvo su primera línea de inversión ($324.660 millones) en 2025, con foco en actividades como formación docente, producción de materiales y articulación federal.
Pero para el año que viene las prioridades cambiarán, y mucho. El Gobierno nacional proyecta darle mayor presupuesto al plan ($ 580.852 millones), pero le agregó una nueva partida, que es la “ampliación de la jornada extendida”, que se llevará el 82% del financiamiento total del área.
Esto hará que bajen sensiblemente los recursos destinados a la “formación docente orientada a la alfabetización”, que pasarán de $19.800 millones en 2025 a $14.819 millones en 2026. Es una caída de 25,2% en términos nominales.
Los datos surgen de un análisis que hizo el Observatorio de Argentinos por la Educación del proyecto de Presupuesto 2026 presentado por el Gobierno y que está siendo tratado en el Congreso.
La decisión oficial habilita una pregunta: ¿Cuáles son las prioridades para que los alumnos avancen en la lectoescritura? ¿Más horas de clases es más importante que docentes mejor formados?
“Más horas de lo mismo no cambia nada. El tema de la jornada extendida es qué se hace en esas otras horas. En principio, más horas es mejor que menos, pero en alfabetización si no se cambia lo que se hace no te suman esas horas para mejorar resultados”, dijo a Clarín Florencia Salvarezza, especialista en Lingüística, Neurociencias y Educación.
“La formación docente es fundamental. De hecho, es uno de los tres ejes de los planes provinciales: debían tener lineamientos en formación. Ningún sistema educativo bueno funciona con mala o poca formación. Es más, en general en los sistemas buenos la formación es universitaria o post universitaria de alta exigencia (ejemplo, Finlandia), así que reducir presupuesto de formación en pos de más horas de clase, sin saber qué se va a hacer y sin formar a los que van a estar esas horas con los alumnos, no parece una gran idea”, agregó la especialista.
Martín Nistal, uno de los autores del informe, tiene una mirada más contemplativa. “Si se logra que esas horas extras sean para la alfabetización está bien el cambio de prioridades. Pero hay que ver que efectivamente sea así”, le dijo a Clarín.
Nistal comentó que el cambio de prioridades ya se está implementando, de hecho, este año. Si uno observa el Presupuesto Abierto del Ministerio de Economía verá que ya existe la partida de “universalización de la jornada extendida” y ya está habiendo inversión.
En cambio, otras partidas no han sido aún ejecutadas, como “Acciones complementarias para el fortalecimiento del Plan Nacional de Alfabetización – PROMA” (que es un fondo del BID por 300 millones de dólares), y otras partidas que están siendo subejecutadas, como formación docente (solo 12%).
Deuda con la jornada extendida
Tras años de no cumplir con la ley de Educación de 2006 -que establece que al menos el 30% de los alumnos de la primaria deben ir a escuelas con jornada extendida (más de 6 horas de clase)- recién en 2023 hubo desde el Estado una política pública afín y se empezó a garantizar ese derecho.
Las últimas estadísticas oficiales indican que el 32,7% de los alumnos de la primaria ya tienen jornada extendida: 38,9% en escuelas estatales y 15,7% en privadas.
 La alfabetización sigue siendo un desafío pendiente en la Argentina. EFE
La alfabetización sigue siendo un desafío pendiente en la Argentina. EFEPero muchas provincias están por debajo de la obligación: Corrientes, Entre Ríos, Formosa, La Rioja, Mendoza, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero, Tucumán y Tierra del Fuego.
Ahora, ¿la ampliación de la jornada es una política de alfabetización? Algunas voces no lo ven así.
Para Salvarezza, “para aprender a leer lo prioritario es un docente que enseñe, y que enseñe de manera explícita y sistemática, que ejerza el rol de docente. La pregunta que me surge es ¿por qué asignar, dentro del plan de alfabetización, más plata a jornada extendida bajando formación? ¿Cuál es el racional de eso? ¿Que la formación no sirve? ¿Que puede esperar? ¿Y que más tiempo es igual a mejores resultados lectores, aun si todo lo demás permanece igual?”.
“No parece una decisión informada o parece tomada sin analizar todas las variables. La variable enseñanza, que está a cargo de un docente, es la variable que mueve la aguja”, agrega.
La especialista Guillermina Tiramonti coincide en la idea. “En Argentina es prioritario el fortalecimiento de los docentes. Solo con docentes capacitados podemos remontar la decadencia de la escuela. Si la Nación invierte en este tema debe controlar uso adecuado de los recursos en relación a los resultados esperados”, le dijo a Clarín.
Leve recuperación, pero menos porcentaje del PBI
El análisis del Proyecto de Presupuesto 2026, hecho por el Observatorio de Argentinos por la Educación, muestra que tras el profundo ajuste en el área de educación de 2024 y 2025, para 2026 se proyecta una inversión de 6,8 billones de pesos, que implica una leve recuperación de entre 4,4 y 4,8% en términos reales (según el índice de inflación que se tome).
Pero esa inversión baja si se la mide en relación al PBI. Se estima que se destinará al sector el 0,75% del PBI, y por tercer año consecutivo quedaría por debajo del 1%, algo que no había ocurrido al menos en la última década.
El presupuesto educativo
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La inversión nacional en educación es cerca del 25% del presupuesto educativo. El restante 75% corresponde a las provincias y se estima que también ha bajado en los últimos años.
Quizás por esto, el proyecto deroga el artículo de la Ley de Educación que exige al menos el 6% del PBI para educación (sumando Nación y provincias). Esa meta se cumplió solo en el año 2015.
“Lo que vemos es que se mantiene el sesgo contractivo, el ajuste del sector, pero empezando a revertir, a cambiar el signo de esa caída. Va a depender mucho de la inflación y de cómo se mantengan las partidas, pero está la búsqueda”, le dijo a Clarín Javier Curcio (economista de la UBA y Conicet), autor del informe junto a Nistal y María Sol Alzú (Observatorio).
Nistal coincide en que los niveles del presupuesto educativo siguen muy bajos en términos históricos, pero se puede ver alguna recuperación, aunque falta mucho, afirma.
El presupuesto educativo por dentro
El proyecto de Presupuesto 2026 establece que la Secretaría de Educación será una de las cuatro áreas del Estado con mayor incremento de fondos: sus recursos variarán un 17,9% con respecto a 2025, lo que equivale a un crecimiento real de entre 3,6% y 0,1% según la inflación.
Solo el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado (78,9%), Obligaciones a cargo del Tesoro (30,6%) y el resto de las áreas del Ministerio de Capital Humano (20,1%) tendrán aumentos mayores.
Eso sí, si uno mira dentro del presupuesto de la Secretaría de Educación verá algunas partidas que mantienen un fuerte recorte, como “Infraestructura y Equipamiento”, al que ajustarán en 62,9% en términos nominales.
“La caída muy fuerte de la inversión en infraestructura y equipamiento profundiza las desigualdades educativas y potencia las escasas posibilidades de lograr una alfabetización digital acorde con los umbrales de ciudadanía del siglo XXI para amplios sectores sociales”, dijo Jorge Lo Cascio, economista y docente.
Las universidades siguen siendo el principal destino del financiamiento educativo nacional. Dentro del presupuesto de la Secretaría de Educación, el programa de “Desarrollo de la Educación Superior” representa el 77% del total (con una caída de 2,1 puntos con respecto a 2025).
En seguido lugar está el “Plan Nacional de Alfabetización” con 9,2% (3,1 puntos más que en 2025), que tuvo el cambio de prioridades y orientó su inversión hacia la ampliación de la jornada extendida.










