El miércoles 22 de octubre, los hinchas de Racing se fueron del estadio Maracana con una sensación ambigua. Por un lado, seguían vivos para definir la serie de semifinales de Copa Libertadores ante Flamengo en Avellaneda. Por otro, el Mengao mostró un poderío tan grande que dudaban sobre las verdaderas chances del equipo. Pero claro, después escucharon a Gustavo Adolfo Costas y se embalaron de nuevo.
“Vamos a reventar la cancha, tenemos que empezar a ganarlo desde cero. Esta serie la damos vuelta entre todos”, le pidió Costas a los hinchas que cumplieron con creces. A las siete y media de la tarde, unas 35 mil almas ya copaban el Estadio Presidente Perón. Pero afuera, en Italia y Belgrano, había un verdardero hormiguero de fanáticos que esperaban la llegada del micro con los jugadores. Las imágenes son demenciales y vivirlo in situ provocaba eso que la ciencia define como “una reacción involuntaria del sistema nervioso simpático”, la famosa piel de gallina.
Había hinchas de todos lados del país y del mundo. Francisco viajó especialmente desde Alicante, donde vive desde hace veinte años en los que nunca dejó de pagar su cuota. “Saqué la entrada desde allá y volé especialmente”, cuenta con una camiseta de Racing de inicios de Siglo. En su palco también estaba Guillermo Francella que se encontró con Chiqui Tapia. Y otros más terrenales, como la familia Pellejero que recorre 320 kilómetros ida y vuelta desde General Belgrano todos los fines de semana que juega Racing y tiene tantas cábalas (parar en Coronel Brandsen, estacionar en el Alto Avellaneda, alimentar a un caballo que está en el camino…) que no alcanzaría esta crónica para enumerarlas.
“Que nos cobren un millón de dólares, los recuperamos”, había pedido Costas pensando en un recibimiento cargado de pirotecnia. Y así fue. Racing armó otro “ambientazo” como el del año pasado ante Corinthians, de alguna manera, desoyendo los protocolos de Conmebol. La entidad madre del fútbol apuesta a los ingresos al estilo Champions donde la misma música que se escucha en la transmisión televisiva, suena en el estadio. Pero los fuegos artificiales taparon esos acordes. El Cilindro estaba prendido fuego. Y el humo de las bengalas lo convirtió en un estadio londinense: no se veía nada, con una niebla irrespirable.
Se viene otra sanción. Muchos dicen que se será más dura que la del año pasado. El rumor: otros señalan que los dirigentes aprovecharán la localía fuera de casa para arrancar con las reformas del estadio.
Después hubo fútbol, Racing intentó tomarlo del cuello de entrada al Flamengo, pero los jugadores del Mengao anduvieron en patines en esos primeros 45 en los que hicieron figura a Cambeses que sumó una colección de atajadas a las que se trajo del Maracaná. La más espectacular fue con la cara a De Arrascaeta.
Pero en el segundo tiempo, hubo un punto de inflexión: otra vez Marcos Rojo fue protagonista de una polémica, pero esta vez el expulsado fue Gonzalo Plata. El ex Boca intentó levantarlo porque hacía tiempo en el suelo y el ecuatoriano le tiró un manotazo. “R”, como lo presentó la voz del estadio, se desparramó y Piero Mazza, de flojísimo arbitraje, lo expulsó.
Expulsado Gonzalo Plata. Es insólito lo que hizo. Marcos Rojo lo quiso levantar y le pegó un manotazo.
Para mí, no es expulsión. Ahora, es infantil lo del jugador de Flamengo. Se lo merece solo por hacerse el vivo.pic.twitter.com/288SJRm3yD
— Mati. ⭐️⭐️⭐️ (@_MatiSanchez) October 30, 2025
El público explotó y los hinchas empujaron al equipo que, con uno más, metió al poderoso Fla en su arco. Rossi se lo sacó a Maravilla y Guillermo Francella se sumó al “uhhhh” de los miles que la vieron adentro. El actor hacía morisquetas como si estuviera tirando su repertorio de gags.
Después lo expulsaron a Rojo por portación de apellido, pero Mazza debió volver atrás. Costas estaba enloquecido: ¿con «R» que marcaba su sentencia en Racing o con el árbitro? Rossi no paraba de hacer tiempo y hasta se dio el lujo de quedarse charlando con el doctor del Fla antes de un saque de arco. La gente se ponía loca. Racing era puro empuje ante un rival superior. Lo tuvo Balboa. Y lo tuvo Vietto que fusiló al exBoca con todo el tiempo del mundo y con la pelota en el aire. Otra vez ganó el 1. Después, Cambeses fue a cabecear y, por suerte, no terminó en blooper.
Mazza, que apenas dio 6 minutos e insólitamente jugó cinco y medio pitó el final. Los hinchas reconocieron a un equipo que, con muchas bajas en el camino, le hizo frente al más poderoso de Sudamérica. El único argumento para llegar tan lejos en la Copa parece haber sido la fe de Costas. Sobraron agallas y faltó fútbol. Por eso los aplausos a un equipo que representa al hincha.










