El otro como distinto


Rezaba para que nadie en ese bus napolitano entendiera español. Ibamos desde la estación de tren a nuestros hoteles. Yo, una hija y una madre, también argentinas, y varias decenas de de italianos. La señora me explicaba: “En Europa se sorprenden cuando me ven (era rubia). Muchos creen que aún somos indios”. El racismo de la frase era claro, lo incierto era el “aún”. ¿Algún día acaso lo dejaríamos de ser en su imaginación? ¿La población con raíces indígenas cambiaría su piel? Me queda la duda.

Algo igual, pero a la inversa, me pasó el año que viví en los Estados Unidos. Allí es usual que al llenar formularios, inscripciones, etc. te pregunten a qué grupo étnico pertenecés. Los principales son “caucásicos” (blancos), “afroamericanos”, “asiáticos”, “americanos nativos” (indígenas). Y, claro, los “hispanos” que no es una clasificación étnica sino geográfico-cultural. Somos hispanos los que venimos de América Latina. Hay hispanos mestizos, indígenas, blancos, negros y asiáticos. Pero en la mente colectiva de los estadounidenses “hispano” es el que tiene rasgos amerindios. Entonces me recriminaban: “No pareces hispano”. Y ahí a explicar que hispano -según su propia clasificación- no es un grupo étnico sino que blablabla.

En las migraciones el color de piel nos persigue. Uno podría decir que hay una lógica tribal que lleva a ver raro al distinto. Pero no. Si viene un noruego rubísimo con una piel que se pone roja apenas ve un rayo de sol lo miramos con ojos benévolos no de resignada aceptación. Es cultural porque -comprobado- el dinero y la fama blanquean la piel. ¿Acaso alguien le hubiera dicho a Tina Turner que debía mostrar la invitación para entrar a una fiesta?

Hace años escribí una crónica sobre la población negra de la Argentina. Un muchacho me dijo que incluso los estereotipos “buenos” cansan. Que a él le disgustaba cuando tenía relaciones con una mujer y hacía algún comentario sobre si su virilidad era cómo ella lo pensaba. ¿Acaso carecía de otro atractivo? Su conclusión: todo prejuicio quita la posibildad de conocerse de verdad.