En un nuevo gesto de apoyo a las víctimas del conflicto, el Papa León XIV dispuso el envío de tres camiones con provisiones esenciales a distintas zonas de Ucrania, destinadas a familias desplazadas por los recientes bombardeos. La entrega se concretó en el marco del Día de la Sagrada Familia, una fecha de fuerte contenido simbólico para la Iglesia católica, centrada en el acompañamiento a quienes atraviesan situaciones de desarraigo y vulnerabilidad.
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La asistencia fue coordinada por el cardenal Konrad Krajewski, responsable de la Limosnería Apostólica, quien confirmó que los camiones organizados por la Vaticano llegaron a su destino en territorio ucraniano. El cargamento incluyó alimentos deshidratados de fácil preparación —que, con solo agregar agua, se transforman en sopas calientes— pensados especialmente para personas que viven en refugios temporarios o en condiciones precarias.
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Según explicó Krajewski, el envío responde a una decisión directa del pontífice y busca ofrecer alivio inmediato a familias que enfrentan “miedo, incertidumbre y dificultades cotidianas” a causa del desplazamiento forzado. En ese sentido, el cardenal subrayó el valor simbólico de la iniciativa: “Es un pensamiento para las familias que, como la de Nazaret, recorren el doloroso camino del exilio en busca de un lugar seguro”, señaló al trazar un paralelismo con el relato bíblico.
La ayuda alimentaria forma parte de una serie de acciones impulsadas por la Santa Sede durante las semanas previas a la Navidad. Además de los camiones enviados a Ucrania, el Papa canalizó apoyo económico hacia otros países afectados por conflictos y crisis humanitarias, a través de la Oficina de Limosnería Pontificia y las nunciaturas apostólicas, con el objetivo de atender necesidades urgentes más allá de este operativo puntual.
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Desde el inicio de la guerra, el compromiso humanitario del Vaticano con la población ucraniana se mantuvo de manera constante mediante envíos de alimentos, fondos de emergencia y acompañamiento pastoral. La llegada de estos tres camiones se inscribe en esa continuidad y busca cubrir necesidades básicas —como alimentación y abrigo— en un contexto marcado por la intensificación de los ataques y el aumento del número de personas desplazadas.
En medio de un escenario de alta tensión y sufrimiento civil, la iniciativa adquiere un fuerte significado simbólico y humanitario. Para muchas de las familias que recibieron la asistencia, la ayuda representa no solo un alivio material inmediato, sino también una señal de acompañamiento internacional en uno de los momentos más difíciles desde el inicio del conflicto.









