Para muchos, verdaderamente, es una suerte que no estemos a esta altura hablando de ingobernabilidad. Fallaron muchos análisis e instrumentos de medición política para lo electoral, manejo de territorio e institucionalidad bajo cuerda de negociados que están a la vista pero nadie los reconoce.
Milei, inserto como rupturista que lo es, bien se mostró como outsider y continua ya no siendo tanto dado que cumple con ideas que fijó aunque el equipo original de economía que lo iba a acompañar y asegurar ese purismo libertario ya no está. Ucema no sobrevivió a la pragmática de Caputo y Sturzenegger.
En este camino, levantado casi totalmente el cepo, en el campo político electoral hay muchas preguntas que aún quedan en el aire sin responder y es parte de que sólo seguimos viendo vivito y coleando alianzas estiradas de extremo a extremos como conglomerados compactados por la necesidad de oponerse al kirchnerismo.
Esto no les gusta a los autoritarios
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Los partidos entonces, bien gracias. Radicalismo, claro ejemplo de subsistencia local pero hoy, aún con el resultado de Pullaro, nada de prospectiva nacional se puede aplicar y desarrollar con certezas.
Las próximas elecciones, con muchas listas, mucha oferta, resta poder a futuro de cara a 2027″
En el Pro, no muy lejos se está. Es claro que mantiene el territorio con más visibilidad y recursos del país pero eso no alcanza para asegurar liderazgo en el espectro de oposiciones. La prueba de las próximas elecciones, con muchas listas, mucha oferta, resta poder a futuro de cara a 2027 a los ejecutivos como en la Ciudad de Buenos Aires.
Por esto, nada nuevo hay si decimos que los liderazgos de flashes y X (ex Twitter) son tan intangibles y efímeros que obligan a pensar su vigencia semana a semana. Más cuando un indicador claro de actores ejecutivos es la indignación ciudadana tomada como lema y vocería de campaña.
Se ven alianzas estiradas de extremo a extremos como conglomerados compactados por la necesidad de oponerse al kirchnerismo”
Si esto es así, que continuamos ante conglomerados electorales, territorios arrasados y la estabilidad de nuestra incertidumbre nos sigue rodeando como claros y potenciales emergentes electorales la máquina política se mueve con: outsiders monotemáticos, múltiples candidatos personalistas, diferenciación y polarización constante, pobreza discursiva de pocos caracteres digitales, y conglomerados electorales por baja cohesión ideológica que en el mejor de los casos, puedan subsistir del 2023 a hoy, como una rareza política y claro ejemplo de la micro política en la que vivimos.
Todo lo anterior, va a impactar en la naturaleza de las legislaturas y del congreso nacional llevándola hacia bancadas de bajo vuelo. No hay mucho lugar para la profundidad política, no sólo porque es difícil encontrar candidatos dispuestos a dar luchas por debates estructurales sino también porque buena parte de la ciudadanía dejó de demandar tales perfiles. Nada de lo anterior existe sin un acto previo llamado voto castigo, voto desafectivo o voto desesperanzado.
Ojalá, estemos equivocados pero necesitamos que la mejora y crecimiento macroeconómico, de darse finalmente, necesite de la demanda del desarrollo institucional y un ancla firme en valores republicanos. El Estado no se ha recuperado como valor desde lo discursivo, sigue siendo atacado pero por argumentos propios atendibles a injertos en donde la responsabilidad es de burocracias clientelares, institucionales cautivas, e intereses opacos o grupos de presión oportunistas. Nada de eso refiere a la naturaleza del Estado y su función desconfiada del poder desde una perspectiva liberal y pluralista. Y a esto lo pensamos desde la perspectiva nacional, si bajamos a las provincias puede todo complicarse aún más.
Si la postal de la sociedad es la emergencia por territorios arrasados de todo capital social y lo único estable se ha vuelto nuestra incertidumbre en esta dimensión, entonces aún nos queda lejos, verdaderamente lejos, la orilla del cambio cultural y el desarrollo institucional para el crecimiento económico.