Identifican 8 claves para que los alumnos aprendan mejor en la escuela más allá de su nivel socioeconómico

Identifican 8 claves para que los alumnos aprendan mejor en la escuela más allá de su nivel socioeconómico


Dicha en una frase corta y sin profundizar mucho, la hipótesis despertará polémica, pero los autores del nuevo informe que difundió el Observatorio Argentinos por la Educación, postulan con firmeza que “hay provincias donde muchas escuelas logran ‘ganarles’ a las dificultades de origen” y que, por lo tanto, “el contexto (socioeconómico) no es destino”.

Si uno recupera algunos ejemplos de éxito escolar aislado, cobra sentido la estadística de este informe, hecho en base a las pruebas Aprender 2023 y al Relevamiento Anual 2023 de la Secretaría de Educación de la Nación, cobra sentido. Dicen que el 35% de las escuelas de Argentina logran superar el rendimiento “esperable” para el nivel socioeconómico en el que ellas y sus estudiantes están inmersos. Ahora bien, ¿qué variables inclinan la cancha para llegar a buen puerto, en ese tercio específico?

Son varias pero, para spoilear algunos puntos clave tomados de las 15 páginas de este reporte, hay que destacar ocho: la calidad en la formación de los docentes en cuestión y del director o directora a cargo de la institución, así como su antigüedad en la escuela. Es decir, la posibilidad de los maestros de conocer -en serio- a la comunidad escolar que les toca acompañar y, en el caso de los directores, haber podido formar “equipo”.

Otros elementos de peso son las horas de clase: más horas se asociaron a un mejor rendimiento educativo. También, el clima escolar percibido por la comunidad de la institución. Y, como un estímulo temprano que en el informe aparece ultra subrayado, que los chicos hayan cursado sala de 3.

Se suman tres ítems más: que el aula no tenga un porcentaje alto de “sobreedad”, que haya mujeres, el nivel educativo de las madres y que en las casas de los chicos haya biblioteca. Simple como suena: que haya libros en las casas.

La antigüedad de los docentes y directores en la escuela es clave para el buen rendimiento. Foto: Télam

El análisis incluyó, por un lado, una suerte de cruce entre los niveles socioeconómicos y el rendimiento de las escuelas en las pruebas Aprender. Además, el mismo cruce, pero desde el punto de vista de los promedios provinciales, como para dilucidar el que sin dudas es el mayor interrogante de este trabajo, titulado “El nivel socioeconómico no lo define todo: el rol de las escuelas en el rendimiento”.

Y es, qué aspectos determinan que una escuela inmersa en un contexto socioeconómico desfavorable pueda, con semejante viento en contra, superar el rendimiento “esperable” para su situación (una variable “de base” que por supuesto los autores se ocupan de medir).

¿Para qué miden la diferencia entre el rendimiento obtenido y lo que hubiera sido esperable para las escuelas analizadas? Es un intento por sistematizar las cualidades que abrieron las puertas para esa “superación”. Y, tal vez, así, aplicarlas en otros establecimientos, con miras a lo que el informe destaca como desafío central: “Reducir las desigualdades educativas”, el gran factor diferenciador entre las provincias y al interior de ellas.

Educación y desigualdad, bajo la lupa

Habrá quienes cuestionen, no el contenido sino la oportunidad de ponderar una hipótesis como la que sostiene este informe. Es cierto: algo más del 38% de la población está bajo la línea de pobreza y la clase media ha quedado devaluada, dos temas que no pueden minimizarse y que en el ámbito educativo se ven.

El tema es que el trabajo no niega la relación evidente entre las necesidades insatisfechas y el bajo rendimiento escolar, un determinante incuestionable. En cambio, hace foco en esa otra porción, la más chica, donde el bajo nivel socioeconómico no opaca la posibilidad de cierto éxito escolar. Porque, ¿podrían esos casos ser un ejemplo para el conjunto de las escuelas en todo el territorio?

Por lo pronto, en uno de los apartados, los autores se detienen en las escuelas más vulnerables (las del llamado “primer cuartil” socioeconómico) y seleccionan el 25% con mejor rendimiento académico promedio, entre lengua y matemática. Tras compararlas con otras en el mismo cuartil (pero sin éxito académico), arriban a la conclusión de que hay factores particulares que marcan “una diferencia concreta”. Son “la antigüedad del director en esa escuela, la antigüedad del docente en esa escuela, el clima escolar percibido, el porcentaje de mujeres en el aula y las horas de clase”.

Pobreza y educación, por provincia

Santiago del Estero, Formosa y Misiones concentran la mayor cantidad de escuelas del cuartil 1 que lograron rendimientos dentro de ese 25% superior. En tanto, provincias con mejor situación socioeconómica promedio (como por ejemplo la ciudad de Buenos Aires, San Juan y La Pampa) mostraron peores rendimientos, en ese sentido.

Pero los promedios provinciales revelan otros fenómenos interesantes que ratifican la teoría de que la variable socioeconómica no alcanza. Basta detallar el caso de Formosa.

Como se dijo, las escuelas públicas del cuartil 1 en esa provincia tienden a un rendimiento académico (promedio) bastante alto, considerando el contexto, pero las de gestión privada de esa provincia, aun cuando están mucho mejor socioeconómicamente, no ostentan un rendimiento académico superior. Se mantienen parejas a las primeras.

Los chicos, más allá de la escuela

Un segmento muy interesante del informe es cuando los autores inspeccionan el contexto del que vienen los chicos. O sea, lo que pasa “antes” de la escuela. Las variables analizadas fueron puestas en relación al desempeño promedio en lengua y matemática, siempre en las pruebas Aprender 2023.

La idea es que las conclusiones sirvan como herramienta para aplicar en las escuelas con déficits de aprendizaje.La idea es que las conclusiones sirvan como herramienta para aplicar en las escuelas con déficits de aprendizaje.

Menos la variable “educación del padre del alumno”, los cinco factores que los autores llaman “pre-escolares” (“pre” en sentido lógico, no temporal) mostraron tener “asociación estadísticamente significativa con el rendimiento escolar”.

“La asistencia a sala de tres años es el factor que más se vincula a mejores resultados, seguida por el nivel socioeconómico promedio y la cantidad de libros en el hogar. También influye la educación de la madre”, señala el trabajo, y suma que “esto sugiere que las condiciones del hogar y el acceso temprano a experiencias educativas marcan una diferencia importante en el rendimiento escolar, incluso antes de comenzar la primaria”.

Con esos datos, los autores pudieron obtener una suerte de “brecha entre el desempeño real y el esperado, según el contexto de sus estudiantes”. A nivel país, los datos mostraron que un 39% de las escuelas rinde por debajo de lo esperado; un 27%, acorde a lo esperado, y un 35% por arriba de lo esperado.

Mientras Formosa (59%), Corrientes, Santiago del Estero y Misiones (las tres con 53%) mostraron tener proporcionalmente más escuelas por debajo de lo “esperable”, Neuquén (41%), Chubut (40%), Entre Ríos (38%) y Mendoza (38%) “se destacan por tener más escuelas que logran rendimientos por encima de lo que su contexto anticiparía”.

En definitiva, para los autores el contexto de los chicos no determina en un 100% su rendimiento escolar. “Lo que sucede dentro de las escuelas también influye de manera decisiva”, señalan. Pero, ¿qué es eso central que pasa adentro de las aulas?

Las variables estudiadas en las escuelas de gestión pública y privada fueron 19, pero las más significativas en términos de rendimiento académico se redujeron a ocho. Aunque en distinto orden, son las mismas para las escuelas de gestión pública y privada.

Una y otra vez aparecen los mismos ítems, reformulados: la antigüedad del director o directora en la escuela, las horas diarias de clase, la formación docente, que los chicos hayan cursado sala de 3, el clima escolar percibido y el nivel socioeconómico general. Se suman dos aspectos relacionados directamente a las familias: la educación que haya tenido la madre y la presencia de libros en las casas.

Por fin, el informe agrega dos aspectos “sensibles” para el tapete noticioso. Los dos quedaron asociados negativamente al rendimiento escolar. Por un lado, el porcentaje de chicos de origen inmigrante, “lo que puede estar reflejando desafíos de integración o barreras idiomáticas y sociales”, aclaran los autores. Por otro, la sobre-edad en el aula, un indicador que “suele estar relacionado con trayectorias educativas interrumpidas o repetición de grado”. Para el Observatorio, esta “es una alerta sobre la necesidad de políticas de apoyo y acompañamiento”.