A pocos días de reencontrarse con sus lectoras en la Feria del Libro, la escritora Florencia Bonelli dialogó con Clarín sobre su último libro Yo soy el viento, de la saga La Casa Neville (Planeta), pero también sobre la relación con sus lectoras, sobre el libro que le cambió la vida, las mujeres que la inspiran, el poder de la lectura y de la historia. “La ignorancia es muy fácil de controlar pero es difícil controlar a alguien que sabe: es la historia de la humanidad”, dijo Bonelli durante la charla.
Yo soy el viento es el cierre de la saga de La Casa Neville, en la que la protagonista es Manon, una joven que se hace cargo del Banco de su familia en la Inglaterra de mediados de siglo XIX. En esta última entrega, la escritora entrelaza romance, historia y suspenso, llevando a sus lectoras al corazón de la Inglaterra del siglo XIX y al Río de la Plata durante una de las épocas más turbulentas de la historia argentina.
La autora, conocida por sus heroínas valientes y complejas, invita a reflexionar sobre el poder del conocimiento, la importancia de la lectura y las figuras femeninas que han desafiado las normas sociales a lo largo del tiempo. En una charla con Clarín, Bonelli comparte los desafíos de crear personajes tan intensos como Manon, una joven que rompe barreras al dirigir el banco familiar en una época dominada por hombres.
–¿Sos consciente de que los personajes de tus novelas muchas veces transforman a tus lectoras en las decisiones personales que toman?
–Soy consciente porque me lo contaron, no porque me lo hubiese imaginado. Pero sí, me cuentan porque tengo un diálogo fluidísimo con ellas y me cuentan estas cosas y yo digo, “Mama mía, qué increíble”. Pero después digo ¿de qué me asombro? Si fue un libro el que a mí me hizo cambiar la vida.
–Fue un libro que encontré en la biblioteca de la casa de mi suegra en 1997, El árabe, de Edith Hull. Hoy lo tengo yo, encuadernado y atesorado. En ese momento tenía 26 años y ese libro provocó en mí unas ganas irrefrenables de escribir. Me la pasaba imaginando diálogos, escenas, algo que no me había pasado nunca. Y una noche, cenando, después de haber trabajado todo el día (los dos somos contadores públicos), le digo a Miguel, ‘sabés que ese libro que me prestó tu mamá me genera una cosa tan rara que estoy todo el día pensando en escenas, en diálogos y él que es muy práctico me dijo, ‘escribílos’ y ese fin de semana fuimos a comprar una computadora porque no teníamos en casa. Y me puse a escribir. Trabajé un año más como contadora, todo ese año. Trabajaba y volvía a casa, preparaba la cena, lavaba los platos y me ponía a escribir.
–No sólo escribir te hace feliz, leer también, ¿no es cierto?
–Leer es mágico, lamento que no sea tan generalizado el hábito de la lectura.
–¿Vos crees que se está perdiendo el hábito de la lectura?
–Creo que sí, y que es muy deliberado, muy hecho a propósito. El libro es una de las formas de creatividad humana más interesantes que existen, como la música. Leer un libro es como viajar. La poetisa estadounidense Emily Dickinson, dijo en el siglo XIX: ‘No hay mejor barco que un libro para viajar a tierras lejanas’. El libro te abre, te hace más humano, te hace mejor porque cuando vos lees lo que le pasa a una persona, a un personaje y entendés por qué hace lo que hace, por qué piensa lo que piensa, te vuelves más compasivo. Es difícil cuando no cuando no estás en el cerebro del otro entender y un libro te permite entrar en el cerebro de un personaje y entender por qué dice lo que dice, hace lo que hace, piensa lo que piensa. Porque si lo ves de lejos, lo criticás nada más.

–¿Y contribuye al pensamiento crítico?
–Sí, totalmente, además leer aleja enfermedades como el Alzheimer y otras. Los seres humanos lo hacemos tan automáticamente que no nos damos cuenta, pero es una decodificación compleja la de pasar este lenguaje escrito a imágenes y pensamientos, leer es como un gimnasio para el cerebro. El ser humano va a salir victorioso de esta época porque es una criatura con una chispa divina impresionante. También va a superar la imposición de las tecnologías y la pérdida de la espiritualidad.
–¿Qué trae de nuevo tu último libro?
–Lo escribí con una tensión terrible, terminaba toda contracturada, casi sin aliento porque tenía que resolver tantas cosas que habían quedado sin resolver, tantos cabos sueltos. El segundo libro de La Casa Neville termina muy mal, y las lectoras estaban desesperadas, no nos podes hacer esto, me decían. Y yo les decía, tengan paciencia, ustedes saben que todos mis libros tienen final feliz. Pero bueno, hay que pasarlo y ellas van padeciendo junto a los personajes, lo van sintiendo en sus cuerpos. Fue un libro que amé escribir. Era una fiesta para mí sentarme a escribir, incluso con los personajes más oscuros que también los necesitás para hacer una trama compleja. Fue un viaje de aventuras este libro, por supuesto tiene una historia romántica pero también tiene algo de thriller, de suspenso y de historia. Una parte importante transcurre en el Río de la Plata, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas y la muerte de Quiroga que fue crucial para la historia argentina. Fue un antes y un después su muerte. Con Quiroga había un modelo y después sin él pasamos a otro modelo completamente distinto. Lo escribí siempre pensando en mis lectoras: me decía, esto les va a gustar, con esto van a estar de acuerdo, acá me van a matar.

–¿En qué mujeres te inspiras vos para crear estos personajes femeninos tan atrapantes?
–En realidad me gustaría ser como son ellas, me inspiro en mis falencias: me gustaría ser valiente como son ellas, decididas como son ellas. Este libro es interesante porque ella termina siendo la directora del banco de su familia, algo que es inusual hoy, imagínate en el siglo XIX. Yo quería crear este personaje, pero me decía que era inverosímil en un punto. Y después investigando descubro dos grandes personajes de la historia que lo hicieron. Una es Nasi, que vivió en la época del Renacimiento, en el siglo XVI, en los años 1500. Era de una familia judía riquísima de Portugal que era banquera y por el lado de su marido también eran banqueros. Ella enviuda, muere su padre y se queda a cargo de los dos bancos y empieza a manejar todo eso pero escapando, porque además la iban echando por ser judía. Increíblemente la terminan recibiendo con los brazos abiertos en el Imperio Otomano, musulmán. En este libro me tomé la licencia de hacer que Manon sea descendiente de Gracia Nassi. Y la otra es una banquera que existió también en 1830, contemporánea a Manon, en Inglaterra.
–Que importante es saber de historia, ¿no es cierto?
–Por eso nos enseñan tan mal la historia, para que no te enteres de las verdaderas, de las cosas interesantes de la historia. Por ejemplo, tiro un caso. Si yo te digo Cleopatra, ¿qué me decís? Poco y nada. Cleopatra era una de las mujeres más inteligentes de la antigüedad, que hablaba siete idiomas. Ella era de origen griego, de hecho su nombre es griego. Su familia jamás aprendió a hablar el egipcio, sin embargo ella dijo ‘si yo voy a gobernar a este pueblo, tengo que aprender el idioma de mi pueblo’. La habían preparado los mejores filósofos y matemáticos. Una mujer brillante que salvó a Egipto de la ruina. La ignorancia es muy fácil de controlar pero es difícil controlar a alguien que sabe: es la historia de la humanidad.
Florencia Bonelli básico
- Nació en Córdoba, el 5 de mayo de 1971.
- Estudió Ciencias Económicas y se dedicó a la contabilidad pública, carrera que abandonó después de leer El árabe, de Edith Hull, libro que la impulsó a dedicarse profesionalmente a la escritura en 1999.
- Su bilogía Indias blancas (2005) y su trilogía Caballo de fuego (2011) la posicionaron como una de las novelistas más populares no solo de la Argentina sino también de Latinoamérica.
- Sus libros se han traducido a varias lenguas y han conseguido la admiración de lectores en todo el mundo, con los cuales mantiene un vínculo estrecho y personal a través de las redes y en sus presentaciones y firmas de ejemplares.
Florencia Bonelli presentará La Casa Neville 3. Yo soy el viento el 3 de mayo a las 14:30 en la sala José Hernández, del Pabellón Rojo.