Mercedes Sosa, el Audi y su insólita pasión por las picadas de autos

Mercedes Sosa, el Audi y su insólita pasión por las picadas de autos


Otra vez erró el tiro la IA: No hay registros de que Mercedes Sosa, conocida como “La Negra,” estuviera involucrada con “picadas de autos” (que serían carreras ilegales de coches) o cualquier actividad relacionada con vehículos a motor.

La charla venía salpicada de hombres, amores, de sus padres, de su adiós al rock y -vaya uno a saber cómo- de una extraña pasión por las autos y la velocidad.

Mercedes Sosa hablaba de su hijo Fabián y de Gustavo, el hijo de Pocho Mazzitelli, su última pareja conocida. De golpe, un ruido agudo brota de su garganta (que no es cualquier garganta). “¡Ay, ay, ay!” Mercedes se toma el abdomen, se queja, pide que llamemos a María, su asistente personal y ama de llaves.

“¡María… María!”. María aparece empujando una puerta y corre hasta un sillón menos mullido que el mito que lo ocupa expandiendo toda su entereza. Nos asustamos en plural: el cronista y la encargada de prensa que venía escuchando la entrevista. “Calambres que me agarran cada vez que pienso cuánto daría porque ellos volvieran a ser chicos… y míos…”

Mercedes se reirá de la ocurrencia pegándole a un almohadón con su mano redonda. Se ve que ya pasó. Ufff, qué suerte, pensamos devolviéndole una sonrisa de paz.

La charla servía como excusa para una serie de conciertos en el Gran Rex. Año 2006. Nada hacía prever lo que vendría. Nada hacía suponer que Mercedes Sosa diría que lo que dijo.

Mercedes Sosa hablaba de autos con la autoridad de una conocedora.

Voy a mil

“En Madrid -durante el exilio- tenía un Ford Fiesta, después me compré un Peugeot 505 último modelo. Uno de los primeros que entró a España. Después, pero dos años después, el auto empezó a conocerse allá…”.

-¿Cómo llegamos a hablar de autos?

Mi pasión siempre fueron los autos. Soy medio fierrera, ¿sabe? Me gustan y adoro la velocidad. Tengo un Audi A6, que ahora está en venta, y un Volvo S80. ¿Los conoce?

Era una de esas jornadas de entrevistas una tras otra, en plan promoción. Se ve que el asunto venía dándole vueltas porque, viendo del archivo de esos días, a una periodista de Página 12 también le había hablado de autos. “¡Ah, sí, a mí me encanta manejar, amo la velocidad!”, le dijo a la colega Karina Micheletto. “Pero ya no puedo correr como antes”, agregó.

Micheletto escribió: “Esta mujer que puede describir tan bien el vértigo de acelerar a quien no lo conoce, no encaja del todo con la imagen de abuela buena que acaba de proyectar unos minutos atrás, dando recetas para combatir el resfrío de la cronista”.

Ocurrió en el living del impresionante departamento que la Negra tenía en la avenida Carlos Pellegrini. Mucho movimiento. Músicos, gente de prensa, la mujer que la cuidaba. El tránsito tenía que ver con que en un rato iban a ensayar ahí mismo.

Sí, por supuesto: hemos visto cantar a Mercedes a un metro de distancia. La aplaudiste en su nariz. Te paraste, diste dos pasos y pudiste abrazarla mientras ella -en un gesto característico de su fotogenia- dejaba caer la cabeza sobre el hombro del cronista.

Además de ser una cantante excelente, Mercedes Sosa era fanática de los autos y la velocidad.Además de ser una cantante excelente, Mercedes Sosa era fanática de los autos y la velocidad.

No quería hablar de achaques ni doctores. Tenía para ofrecernos, además de su corazón y el chivo de los shows de su último disco, Corazón libre, una especie de tema tabú: “¡Mire que es difícil de llenar el Rex, eh! ¡Los únicos que lo llenan son los de Chiquititas!”, exageraba. No importaba nada. Para uno, de ahí en más, Mercedes Sosa es una automovilista que además cantaba.

A ver si nos entendemos

-(Mercedes pone cara de “a ver si nos entendemos”). No me gustaba, me gusta…

En una autopista de Córdoba le pidió a su hijo Fabián que le prestara un ratito el volante. “Un poquito mamá, no más”. Mercedes aceleró.

Y que le gustaban los BMW, los Audi, los Volvo.

-Debe hacer mucho que no maneja…

Ciento ochenta levanté el otro día. Entrábamos en una autopista, en Córdoba, y le pedí a Fabián que me dejara. Anduve setenta kilómetros. Y empecé a acelerar. El Audi es un auto que no tiene cordura. Si usted pone el pie en el acelerador, el auto vuela… De pronto, tal vez por un pozo, pegamos un salto. Le cuento que no tuve miedo por mí, pero bajé la velocidad: empezó a dolerme la cintura y además ya había que disminuir. Entrábamos a Oncativo.

Mercedes Sosa solía contar sobre todos los autos que había manejado. Foto: EFE/ Kerim OktenMercedes Sosa solía contar sobre todos los autos que había manejado. Foto: EFE/ Kerim Okten

Oscar Cardigni, periodista de Carburando, supo reconocer la voz de Mercedes Sosa en una habitación de hotel en Balcarce. La Negra iba a actuar en la localidad justo cuando él y Mauricio Mansilla, un compañero de trabajo, se sorprendieron: “Hola Carburando”, les dijo ella sonriente, enterada de que estaban para transmitir una carrera por Canal 13.

Ante Clarín, ahora los dos recuerdan: “Nos dijo que era fierrera y que le gustaban las carreras”. Mansilla no salía de su asombro y le acercó la camisa de Carburando para que se la firmara. “La sacrifiqué por ella y la tengo guardada como un gran recuerdo”.

El 3 de mayo de 2016, Carburando publicó una nota destacada en la web cuyo título es: “A Mercedes Sosa le gustaba el BMW”. Se puede leer lo siguiente: “Resulta ser que viviendo en Europa, Mercedes llamó a su representante y le preguntó cuánto valía un BMW”.

Sigue: “Mientras el vendedor levantaba el capó y se deshacía por contarle las características del potente motor, abría las puertas y detallaba cada chiche del juguete alemán, ella le dio a entender que no le interesaba nada de eso. Solo le pidió que le abra el baúl. El vendedor no entendía nada pero accedió en silencio casi sin entender lo que estaba presenciando. “Si me entra el bombo, lo llevo”, habría dicho la Negra.

El Mercedes Benz

En la herencia que dejó Mercedes Sosa figuraba un Mercedes Benz. Foto: José Luis Perotta/Museo de la Ciudad
En la herencia que dejó Mercedes Sosa figuraba un Mercedes Benz. Foto: José Luis Perotta/Museo de la Ciudad

Cuando Mercedes Sosa murió en 2009, el debate de la herencia abrió su propio capítulo. Si hablábamos de bienes materiales estaba el departamento de Carlos Pellegrini y un Mercedes Benz. Fabián lo contó en una extensa nota publicada en Clarín con fecha de 24 de julio de 2018. “El plan es achicarse para sostener la Fundación Mercedes Sosa. No quiero cerrarla”. El propio Matus aclaraba que su madre no había dejado una gran herencia material.

Mientras hablábamos sobre marcas y velocidad, aquella vez, la señora que se encontraba a cargo de la prensa de esos shows interrumpió por alguna razón imperdonable. Mercedes -dispersa como pocos seres humanos- ya no volvió a mencionar nada al respecto. Es más, no volvió a la entrevista y se fue a ensayar al medio del living.

Le preguntamos dos cosas a la encargada de prensa: por qué había interrumpido la conversación, y si lo de los autos importados y las picadas era una broma. “Mercedes no tiene sentido del humor”, respondió.